Anuncio

¿Contribuyó la política de “pies mojados, pies secos” a que los Castro se mantuvieran en el poder en Cuba?

Share

El cambio de la política migratoria estadounidense frente a Cuba era una noticia que se esperaba, pero que al mismo tiempo, tomó a todo el mundo por sorpresa.

Desde el mismo día de diciembre de 2014 cuando Estados Unidos y Cuba anunciaron el deshielo de las relaciones, en las calles de Miami y de La Habana empezó a hablarse de lo que se veía como un resultado casi inevitable: el fin de la política de “pies mojados, pies secos”.

Es decir, la aplicación de la Ley de Ajuste Cubano según un decreto de Bill Clinton que permitía que los ciudadanos cubanos que pisaran territorio estadounidense podían pedir con poca dificultad la residencia legal en ese país.

Anuncio

Sin embargo, pocos vaticinaron que el cambio ocurriría por decisión del presidente Barack Obama en la semana final de su mandato, cuando ya todos los ojos estaban puestos en lo que haría el presidente electo Donald Trump, quien ha prometido revisar la política cubana de su antecesor en la Casa Blanca.

Inicialmente, muchos críticos de Obama en el exilio de Miami lo acusaron de haber entregado una concesión final al gobierno de Raúl Castro. “Un regalo de despedida”, dijo el alcalde de Miami Tomás Regalado, quien él mismo llegó de Cuba como refugiado siendo un niño.

La opción

Y es verdad que el gobierno de la isla había exigido numerosas veces en declaraciones públicas el fin de esa política migratoria, alegando, entre otras cosas, que propiciaba la partida a Estados Unidos de muchos cubanos en condiciones de viaje muy peligrosas.

Sin embargo, otros dirían que en algunos momentos de la historia el gobierno cubano se benefició sustancialmente de la tolerancia de Estados Unidos frente a la inmigración porque actuó como válvula de escape para las tensiones en contra de las autoridades castristas.

Pues para los descontentos con la vida bajo el gobierno comunista, siempre estaba la opción de partir a Estados Unidos. Lo que implicaba muchas veces una travesía peligrosa a través del Caribe, o una igualmente azarosa por vía terrestre pasando por países de América del sur y Centroamérica rumbo a la frontera de México.

Pero que al menos ofrecía la expectativa casi garantizada de una tarjeta de residencia en Estados Unidos al final del camino.

Esa expectativa se esfumó de repente el jueves por la noche, y está por verse el efecto que tendrá sobre la población cubana.

Una válvula de escape

Algunos creen que el régimen migratorio estadounidense cumplió una función importante para la Revolución Cubana, permitiendo que Fidel Castro se perpetuara en el poder, al facilitar la salida de la isla de los opositores que se oponían al régimen.

Ello, sin embargo, cambió a lo largo del tiempo.

“Por años, el gobierno cubano se benefició del hecho que podía exportar su oposición a Estados Unidos, debido a la política de Washington de aceptar a cualquier cubano que partiera de la isla”, le dice a BBC Mundo William LeoGrande, especialista en política latinoamericana y política exterior estadounidense hacia América Latina, en la Universidad Americana de Estados Unidos.

“Sin embargo, desde el final de la Guerra Fría, la mayoría de los migrantes cubanos a Estados Unidos han venido por razones económicas más que políticas. Lo que alguna vez fue una ventaja política para el gobierno cubano se volvió una desventaja económica a medida que se unieron al éxodo los profesionales jóvenes y altamente educados.

Por esa razón, el gobierno cubano se opuso a la política de pies mojados/pies secos desde la década de 1990”, dice el experto.

“Los queremos de vuelta”

Una opinión similar tiene Jim Cason, quien entre 2002 y 2005 fue jefe de la sección de intereses de Estados Unidos en La Habana, el máximo representante diplomático de Washington en La Habana en esa época en que no había relaciones formales entre los dos países.

“Ciertamente, por mucho tiempo (la disposición de Estados Unidos a recibir cubanos que se iban de la isla) fue una válvula de escape y por mucho tiempo los cubanos querían que esa gente se fuera”, le dice Cason a BBC Mundo.

“Pero lo que se están dando cuenta es que esta es una de las poblaciones mas viejas demográficamente en el hemisferio. Se está volviendo un país de viejos. Están viendo cómo se van los jóvenes, en cuya educación invirtieron, y están diciendo, ´los queremos de vuelta´.

“Y también es embarazoso para (el gobierno cubano)”, alega el exdiplomático estadounidense. Se suponía que nuestra apertura a Cuba iba a llevar a toda clase de cosas buenas. Pero los migrantes que prefieren a ´la Yuma´ (como se conoce coloquialmente a Estados Unidos en Cuba) antes que a Obama están diciendo que no creen en esto, que no creen que haya un futuro mejor, que van a salir como puedan de este lugar”.

Sentimiento encontrado

La terminación de la política de pies mojados/pies secos deja muchos sentimientos contradictorios entre los cubanos de ambos lados del Estrecho de Florida.

En Miami son muchos los que expresaron en los últimos años preocupaciones por los abusos que se presentaban en algunas ocasiones en el aprovechamiento de esos beneficios solo disponibles para los inmigrantes cubanos.

Incluso dirigentes cubano estadounidenses como el senador y precandidato a la presidencia Marco Rubio reconocieron en ocasiones que se requerían más controles para evitar que algunos cubanos abusaran del espíritu de la norma.

“Un cambio a esta política es inevitable”, decía el también congresista cubano estadounidense de Miami Carlos Curbelo.

La reacción oficial en La Habana, por lo pronto, ha sido de complacencia ante la medida que tomó Estados Unidos.

Pero es difícil decir qué pensará el gobierno en un tiempo, cuando se sienta el efecto pleno de un cambio que le cierra a muchos cubanos la perspectiva de un futuro mejor en el extranjero y que podría llevarlos a resentir más los problemas que enfrentan en su propio país.

Anuncio