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Bryce Echenique: “Todavía hay empleados domésticos que no pueden ir al mar hasta las 6 de la tarde” en Perú

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Julius era un niño rico y triste.

Huérfano de padre, pasaba sus días contemplando alguna flor en los jardines, jugando con la servidumbre en el largo comedor de la mansión y observando, casi con desamparo, la discriminación y el desprecio de su familia hacia aquellos que no tenían su mismo color de piel.

“Muchos embajadores me contaban que antes de venir a un puesto en Perú les daban a leer ‘Un mundo para Julius para que sepan estar en la sociedad de Lima”, asegura el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique sobre su famosa novela publicada en 1970.

La anécdota es agridulce: elogia el talento del autor pero a la vez critica de forma despiadada a su sociedad.

Han pasado 46 años desde que aquel retrato universal de las hipocresías de la clase alta se convirtiera en un éxito del post boom literario latinoamericano. ¿Cuánto ha cambiado en Perú?

¿Se están cerrando al fin las profundas grietas del racismo y clasismo que divide a su gente?

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Alfredo Bryce, quien es uno de los escritores más reconocidos en lengua castellana, aceptó un encuentro con BBC Mundo para responder preguntas que quizá podrían resumirse en esta otra:

¿Sería Julius más feliz en el Perú de hoy que en aquel mundo de su infancia?

Una sociedad que se derrumba

Usted dice que Un mundo para Julius llegó a convertirse en un manual para venir a Perú. Casi cinco décadas después, ¿ha cambiado esa sociedad?

Podría decirse que antes todo estaba más “en su sitio” y ahora ha habido una enorme movilidad social. Algunos de esos antiguos valores han sido reemplazados por otros. En los años 70 y 80, por ejemplo, empiezan las migraciones del campo a la ciudad y esas migraciones han cambiado todo.

Sin embargo, en algunas playas al sur de Lima la discriminación que refleja su novela todavía se mantiene…

Eso sí es cierto. Todavía hay cosas como que los empleados domésticos no pueden bañarse en el mar hasta las 6 de la tarde. Ahí tratan de mantener un statu quo y no ha habido progreso. Es la mirada hacia abajo de los amos y ese maltrato ha existido siempre.

¿Y cree que en esas casas aún podría haber pequeños Julius?

No me atrevería a decir que un niño hoy se enfrentaría a lo mismo. Yo no creo que un Julius sea posible hoy (…), esa antigua estructura social se está derrumbando.

Y el escritor habla sabiendo que mucho del solitario protagonista de su novela se inspira en él mismo, y la experiencia de su propia infancia.

Los presidentes

Cuando Alfredo Bryce publicó su novela más famosa, los militares que entonces encabezaban una revolución socialista en Perú lo tomaron como un libro ejemplar.

Decían que el autor era un contestatario. Un rebelde que arremetía contra su propia clase.

Esa nunca fue la intención de Bryce, pero es verdad que por primera vez un rico escribía una historia monumental, de casi 600 páginas, sobre las hipocresías y los desprecios de la clase alta peruana.

“El mundo de aquel entonces era un mundo muy chico. En esa novela se ve de manera marcada cuáles son los grupos sociales que hay en el Perú”, dice el escritor a BBC Mundo.

Y esa realidad, con matices, podía tranquilamente reflejarse a lo largo de toda Latinoamérica.

Julius vivía atrapado en un mundo de apariencias. Ya que tenía unas orejas grandes y separadas, en casa se las pegaban a la cabeza con cinta adhesiva para que se viera mejor.

“Él es un personaje que encarna una sensibilidad que entonces ya era diferente a la de su entorno social”, agrega el autor.

En la ficción, el bisabuelo de Julius fue Presidente de la República. En la realidad, lo fue el tatarabuelo de Alfredo Bryce: José Rufino Echenique.

Entre sus dos apellidos, Bryce Echenique carga con un pasado fabuloso escrito por terratenientes y banqueros.

En la residencia limeña en donde pasó su infancia había más empleados que familia.

Bryce, que tiene ahora 77 años, asegura que sus padres siempre tuvieron consideración con quienes trabajaban en la casa.

Fue a través de esos personajes, tan cercanos como ajenos, que el futuro escritor comenzaría a conocer los dramas de ese universo que se extendía más allá de los distritos residenciales.

Y aunque su padre intentó convertirlo en heredero de los negocios de la familia, Alfredo Bryce partió en barco a Francia en 1964 con la brújula apuntando firme a su deseo de ser escritor.

Si Julius fuera adulto

¿Y es en Europa que nace Un Mundo para Julius?

Sí, escribí la novela en Europa y fue como un adiós al Perú, al Perú de entonces. Ahora hay un Perú nuevo.

Aunque todavía el blanco “cholea” al mestizo, el mestizo “cholea” a quien viene del ande y así continúa, como si fuera un racismo en degradé.

Exactamente, diría también que existe todavía un cierto racismo que va en degradé.

Es muy notorio que quienes trabajaban en casa durante su infancia marcaron sus libros. Recuerdo, por ejemplo, al personaje de Mama Rosa.

Sí, teníamos una empleada que se llamaba Rosa y cada vez que venía de visita de París mi mamá me decía “No dejes de ver a la Mama Rosa”. Entonces un día la fui a ver y al preguntarle cómo estaba, ella me dijo “Aquí pues chinito, dándole pena a la tristeza”.

Y yo inmediatamente pensé: ¡Eso es una novela! Uno de mis libros se titula así.

Mencionó un cambio en los antiguos valores de la sociedad, ¿cree que tiene que ver también con el crecimiento económico del país?

El crecimiento va cerrando las heridas del racismo. Quienes viven en los conos (zonas populares emergentes de Lima) ya no aspiran a entrar a ambientes o clubes tradicionales de la clase alta. No les interesa. No es una ambición. Tienen su propio mundo. Ese es el Perú actual.

Antes no eras nada si es que no pertenecías a ciertos clubes, ahora eso finalmente ha cambiado.

Sin embargo siento una cierta nostalgia en algunas de sus novelas por esa Lima señorial que ya no existe.

Lima ha evolucionado y a mí siempre me gustó mucho su vida plebeya. Siempre tuve una vocación por ella y algo me resultaba muy atractivo. He frecuentado ese mundo bastante y aún visito esos lugares criollos y populares de la vieja Lima. Siento aún esa dicotomía pero ya no es tan marcada como antes.

La película

“Julius nació en un palacio de la avenida Salaverry”, comienza la novela. Y en esa misma línea el escritor termina con el cuento de hadas y abre la herida.

“Un palacio con cocheras, jardines, piscina, pequeño huerto (…); con departamentos para la servidumbre, como un lunar de carne en el rostro más bello”.

“Un mundo para Julius” salta de lo tierno y entrañable a lo cruel y salvaje en una misma frase. Llevar la historia a la pantalla es, por lo menos, ambicioso, pero qué sería del arte sin ambición.

La directora peruana Rossana Díaz Costa consiguió los derechos de la obra junto a coproductores de Perú y Argentina.

Aunque sigue en búsqueda de financiamiento, Díaz Costa confirmó a BBC Mundo que ganó el premio INCAA del estado argentino que ha declarado el proyecto de interés para Latinoamérica.

Si todo sigue como hasta ahora, las grabaciones comenzarán en 2017.

¿Está mirando con emoción o con temor el proyecto de convertir en película el libro que usted escribió?

Al inicio veía este proyecto con mucho temor y ese temor estaba justificado. Algunos años antes también me dijeron que querían llevarla al cine y terminó en una historia de estafas y de gente ajena a la cultura. Fue la locura de una persona muy criticable moralmente.

Ahora en cambio la directora es una chica que tiene películas estupendas. Tengo confianza en ella y nos vemos muy seguido.

¿Le da consejos sobre los personajes o sobre la historia?

Yo dejo que ella haga su película. Si me pregunta algo por supuesto la ayudo, pero sin entrometerme.

He leído que usted sólo le puso una condición: que el niño que interprete a Julius sea orejón.

(Ríe) No, no. Yo no he dicho eso. Ella puede hacer lo que quiera. Ya buscará al niño por su lado. Yo vi hace poco el teaser (video corto que no necesariamente contiene elementos de la película) y había un niño que salía con unas pistolas. Estaba muy bien logrado.

¿Y participará usted de alguna manera en la grabación?

Sólo si me lo pide. Ese es su trabajo. Yo no me meto. La verdad, más que respuestas, yo tengo preguntas.

¿Y cómo qué preguntas tiene?

Bueno, por ejemplo, me llamó la atención que el actor que interpretará a Juan Lucas, el padrastro de Julius, sea argentino. Yo la verdad no me lo imagino diciendo “che” y “vos”. Ese es un problema técnico que habrá que resolver (ríe).

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