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Rubio: sus raíces cubanas y el futuro de la isla

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En su campaña en pos de la nominación del Partido Republicano a la contienda presidencial, Marco Rubio ha prometido llevar un cambio generacional a Washington. Pero su política hacia Cuba propone volver a congelar las relaciones diplomáticas con la isla, una estrategia que data de medio siglo y que no derrocó al gobierno comunista donde nacieron sus padres.

El senador de Florida no ve ninguna contradicción entre su promesa de que lleguen nuevas ideas a Washington y su llamado a restaurar una política sancionatoria hacia Cuba.

“Eso es porque la gente piensa que somos tercos o porque nos aferramos a políticas viejas”, dijo Rubio, de 44 años, en una entrevista con The Associated Press. “Estoy dispuesto a cambiar las estrategias hacia Cuba, pero tiene que ser por una que dé resultados”.

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En la tradicional lista de cosas por hacer, que los candidatos estadounidenses se comprometen a adelantar en su primer día como inquilinos en la Casa Blanca, revertir el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, política impulsada por el presidente Barack Obama, se encuentra arriba en su lista. Para ello tendría que cerrar la embajada estadounidense, recientemente abierta en La Habana, abrir de nuevo una sección de intereses diplomáticos y restablecer las estrictas restricciones para el accionar del gobierno estadounidense en la isla y para hacer negocios.

El precandidato presidencial republicano, el senador Marco Rubia, de Florida, firma los documentos con los que se le incluirán en las papeletas de las elecciones primarias iniciales que tendrán lugar en Estados Unidos, durante un acto efectuado en la oficina del Secretario de Estado en Concord, New Hampshire.

El precandidato presidencial republicano, el senador Marco Rubia, de Florida, firma los documentos con los que se le incluirán en las papeletas de las elecciones primarias iniciales que tendrán lugar en Estados Unidos, durante un acto efectuado en la oficina del Secretario de Estado en Concord, New Hampshire.

(Jim Cole / AP)

Aún en ese escenario, Rubio dice que hay formas de lograr resultados. Estaría dispuesto, por ejemplo, a permitir que empresas estadounidenses inviertan en telecomunicaciones a cambio de que haya acceso libre y sin restricciones a internet. Puede haber restablecimiento de relaciones diplomáticas con La Habana sólo si el gobierno cubano permite los partidos de oposición y les da libertad de afiliación.

También se declara abierto a modificar la llamada Ley de Ajuste cubano, comúnmente conocida como la política de “pie mojado, pie seco”, que otorga a los cubanos que pisen tierra norteamericana, la residencia permanente luego de un año de estadía. Los que son capturados en alta mar son devueltos a Cuba. Rubio no dice qué política reemplazaría a esta ley, pero afirma que esta estrategia es “difícil de justificar” ahora que los cubano-americanos tienen más posibilidades de viajar a la isla y volver.

“Cuando tienes personas que llegan a Estados Unidos y, al día siguiente de cumplir el año, viajan a Cuba 15 veces al año, 12 veces, 10 veces, 8 veces, no parece que estuvieran huyendo de la opresión”, dijo Rubio. “Y cuando hay otras personas que vienen y nos dicen, ‘¿cuál es la justificación para que gocen de condición especial?’ Ese es un punto muy legítimo que tienen”.

El senador se sentó con la AP en un hotel de Orlando a hablar de Cuba, tanto como un tema de campaña y como un asunto de trascendencia personal.

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Rubio habla sobre Cuba con una ensayada fluidez

No es de extrañar, claro, si se tiene en cuenta que sus vínculos con la isla han sido fundamentales para su ascenso político. En su Miami natal, Rubio forjó alianzas políticas con los ‘kingmakers’ cubano-americanos y llegó a ser presidente de la Cámara de Representantes de Florida. Luego fue senador. En una carrera presidencial donde está ganando impulso, su historia familiar le otorga a su campaña un importante toque emocional.

El resumen principal de esa historia ya es muy conocido. Rara vez Rubio deja pasar un evento sin que mencione la decisión de sus padres de salir de Cuba y lo duro que trabajaron para dar a sus hijos una vida mejor en Estados Unidos. Su padre fue mesero, su madre empleada del servicio doméstico.

“Para ellos, Cuba es un lugar que les trae recuerdos dolorosos, pero también es obvio que era su patria y que sentían amor por ella”, dijo Rubio.

La historia del arribo de la familia Rubio a Estados Unidos ha cambiado. Primero se refería a sí mismo como el hijo de exiliados, palabra que usan quiénes huyeron de la isla después de que Fidel Castro tomara el poder en 1959. Luego de ser interrogado por periodistas, Rubio cambió la cronología de los eventos y dijo que sus padres llegaron en 1956, antes de la revolución castrista.

El padre de Rubio murió en 2010, pero su madre aún vive en Miami. El senador, Jeanette, su esposa colombo-estadounidense, y sus cuatro hijos viven en una casa no muy lejos de donde se crió.

Nunca ha viajado a Cuba, pero dijo que trata de mantener sus tradiciones en beneficio de sus pequeños hijos. Las comidas de casa a menudo incluyen croquetas y otros platos cubanos. La Navidad la celebran la noche del 24 de diciembre e incluye puerco asado, una tradición que muchos cubanos que salieron de la isla han continuado en su nueva patria.

Pero incluso en una ciudad como Miami, donde se siente la cultura cubana, Rubio percibe cómo sus hijos pertenecen más al país en el que viven que a la nación de sus ancestros.

“Estados Unidos tiene una cultura muy poderosa, con valores y tradiciones muy poderosas”, dijo. “Usted puede verlo. Usted puede percibirlo dentro de una generación, más aún si se trata de (comparar) dos generaciones”.

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Para cuando asuma el próximo presidente, ya podría haber vuelos regulares de aerolíneas estadounidenses a Cuba como consecuencia del deshielo entre Washington y La Habana promovido por Obama. Las empresas estadounidenses están ansiosas por invertir en la isla, numerosos estadounidenses quieren visitarla como turistas y los cubanos pueden enviar dinero a sus familiares.

Los políticos a menudo se muestran reticentes a impulsar cambios que privan de derechos a la gente. Pero Rubio afirma que no tiene problema alguno en revertir el acercamiento que iniciaron hace aproximadamente un año Obama y el presidente cubano Raúl Castro, hermano de Fidel, quien hoy tiene 84 años.

También cree que los empresarios estadounidenses que quieren invertir en la isla cambiarán de parecer cuando se den cuenta de lo que implica lidiar con el gobierno de Castro. Las leyes cubanas generalmente prohíben que intereses extranjeros tengan una participación mayoritaria en los negocios de la isla, pero permiten sociedades con el gobierno y han dejado que sean accionistas mayoritarios en algunos ramos de una nueva zona libre.

“Las empresas estadounidenses piensan que quieren invertir en Cuba”, afirmó Rubio. “No tienen idea de cuáles son las condiciones. Las condiciones son que no son dueñas de nada. No puedes ir a Cuba, abrir un negocio y ser su dueño”.

Aplica una teoría parecida al hablar de las encuestas que indican que la mayoría de los estadounidenses apoyan la apertura de Obama hacia Cuba. El grueso de los consultados, sostuvo, “simplemente opina sobre un tema al que realmente no le presta atención. Creo que cuando les expliquen la realidad, esas cifras van a cambiar”.

Cuba ha liberado algunos presos políticos como parte del deshielo y ha adoptado algunas reformas promovidas por la clase empresarial. Rubio considera que se trata de cambios cosméticos y dice que Obama básicamente le ha dado a una mano a los Castro, que les permitirá mantenerse en el poder y tal vez afianzar el sistema con miras al futuro, cuando ellos ya no estén.

Rubio no coincide con casi nada de lo que ha hecho Obama, aunque opina que su apertura diplomática hacia Mianmar, también conocida como Birmania, ha sido un modelo más efectivo para tratar con gobiernos autoritarios. Luego de años de distanciamiento, Estados Unidos restableció relaciones diplomáticas con Mianmar después de que los líderes de ese país adoptaron una serie de radicales reformas económicas y políticas, incluida una transición de un gobierno militar a uno casi enteramente civil.

Este mes Mianmar dio otro paso importante al elegir un gobierno civil por primera vez tras la victoria del partido de la heroína opositora Aung San Suu Kyi.

“No digo que lo que está pasando con Birmania es perfecto”, expresó Rubio. “Pero esa apertura vino con algunos elementos de una apertura democrática que permitió el ingreso a la política de agrupaciones, fuerzas e ideas opositoras”.

“A Cuba no se le pidió nada”, agregó Rubio.

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Para la Casa Blanca y los partidarios de la apertura de Obama hacia Cuba, Rubio vive en el pasado. Cincuenta años de hostilidades no hicieron nada por alejar a los Castro del poder y los funcionarios del gobierno de Obama dicen que nada hace pensar que seguir adhiriéndose a la misma política vaya a dar súbitamente resultados.

Rubio sabe que su línea dura compite con el renovado interés que hay por la isla. A pesar de que se mantienen las restricciones a los viajes, los estadounidenses están yendo a Cuba en cantidades récord para los tiempos modernos. La isla atrae a algunas celebridades y concentra la atención de los medios de prensa.

Rubio dice que él también siente mucha curiosidad por Cuba. Le gusta ver el programa de televisión “Cuban Chrome”, que explora la forma en que la gente se las ingenia para hacer que sigan funcionando automóviles estadounidenses de hace décadas pese a que es muy difícil conseguir repuestos bajo el embargo de Estados Unidos. Le gustaría ir a la isla algún día y ver el cementerio donde están enterrados sus antepasados y las tierras de las que su abuelo le hablaba de niño.

“Es todo muy interesante”, dijo Rubio. “Mi problema es cuando la gente regresa y dice, ‘visité Cuba y es un lugar hermoso, la gente está feliz, el gobierno es muy bueno’. Eso es lo que me preocupa”.

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