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Bernie Sanders, una revolución política que no puede terminar

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El bipartidismo estadounidense da muestras de agotamiento. Millones de personas ya no se identifican con demócratas ni con republicanos; conscientes no sólo de que las cosas no marchan bien dentro y fuera del país, sino de que mucho es lo que se deteriora aceleradamente, sin que el descontento encuentre aún un cauce sostenido de transformación más allá de la coyuntura electoral que, de manera indiscutible, ha tenido en la figura del senador Sanders una luz de esperanza en el camino, a pesar de la embestida calumniosa que se esforzó por presentar a Sanders como político radical.

Un artículo publicado esta semana en la revista del New York Times, describe a la contrincante del senador Sanders, la exsecretaria de Estado de Hillary Clinton, como alguien de línea super dura (hyper-hawkish), fuertemente arraigada en la concepción mítica del llamado excepcionalismo estadounidense.

Según el artículo, la beligerancia extrema de Clinton, la coloca por encima incluso de Donald Trump y Ted Cruz en cuanto al apetito de uso de la fuerza militar.

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Otra publicación del New York Times, en la que brinda su apoyo a la candidatura de Hillary Clinton, detalla cómo siendo secretaria de Estado, Clinton presionó al presidente Barack Obama para que tomara acciones militares más agresivas en conflictos diversos, incluyendo Irak, Afganistán, Siria y Rusia, entre otros.

Justo por exactamente lo contrario, es que ha entusiasmado tanto la campaña de Bernie Sanders, porque su mensaje se distancia claramente de lo que los otros candidatos ofrecen para el futuro de Estados Unidos y del mundo. Sería un verdadero desperdicio que tantas ilusiones reunidas en torno a la figura de Sanders, quedaran en el vació, ante la eventual consolidación de la candidatura de Clinton en el Partido Demócrata o sintiendo que, ante la amenaza real de que llegue a la Casa Blanca alguien con las características de un impresentable Donald Trump, no tengan más opción que darle su apoyo a Clinton con tantas ambigüedades, contradicciones, dobles discursos y hasta mentiras como ha demostrado exhibir Hillary Clinton.

Con el pretexto de cerrar filas y de preservar la unidad del Partido Demócrata ante una dura batalla, como todo parecería indicar, contra Donald Trump en la trinchera del Partido Republicano en las elecciones de noviembre, no debiera cometerse el error de tirar a la basura la gran movilización política, de manera contundente entre los jóvenes, lograda en torno al mensaje coherente, certero y urgente del senador Sanders para revertir el deterioro económico, social y político-cultural de los Estados Unidos.

Una de las mejores razones que el senador Bernie Sanders tiene para continuar en la batalla, es la necesidad apremiante de construir en Estados Unidos una alternativa política al agotamiento del “establishment” bipartidista, cuyas acciones bélicas, vinculadas a la globalización de la dictadura del mercado o neoliberalismo económico, le están saliendo demasiado caras a la humanidad entera.

Según Diana Johnstone, autora del libro sobre Hillary Clinton, “La reina del caos”, quien se hizo conocida en Europa por sus críticas a la política occidental durante las guerra de los Balcanes, los medios estadounidenses han centrado su atención durante las elecciones primarias, en Donald Trump. Pero en su opinión, Clinton pudiera resultar incluso aún más peligrosa que el propio magnate, al apoyar medidas que “aumentarían el riesgo” de una confrontación militar con Rusia. En esa misma línea, observadores rigurosos y serios como el australiano John Pilger y el estadounidense Ralph Nader, han llegado a expresar temores de que Hillary Clinton nos conduzca de hecho hacia una Tercera Guerra Mundial.

Durante sus debates, el senador Sanders le reclamó a Clinton en reiteradas ocasiones, haber votado a favor de la guerra de Irak, mientras como secretaria de Estado, trabajó con “neoconservadores” adoptando esencialmente una política neoconservadora, utilizando el poder de Estados Unidos para rediseñar el mundo. En ese sentido, Hillary Clinton es responsable directa, como lo es también Barack Obama, del caos imperante en países como Libia y Siria. Sus acciones para derrocar a Gadafi y tratar de hacer lo mismo con Bashar al-Ásad , están directamente vinculadas con la proliferación del terrorismo en la región.

Imposible olvidar las palabras y la risa de Clinton tras el horroroso asesinato de Gadafi, por muy “enemigo” que fuera: “Venimos, vimos y murió”.

Los grandes medios de comunicación le han dedicado mucho más tiempo a Donald Trump tratando de convertir, una vez más a los inmigrantes indocumentados en chivos expiatorios, que a explicarle a sus audiencias quiénes están detrás del vergonzoso financiamiento del llamado Estado Islámico y cómo su amenaza se fortaleció tras las acciones de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en la zona.

Por el bien de Estados Unidos y del mundo, la gran respuesta de una buena parte del pueblo estadounidense al mensaje del senador Bernie Sanders, debe no sólo servir de contrapeso y vigilancia moral ante las futuras acciones de Clinton como eventual candidata demócrata a la presidencia, sino como la base de un movimiento que haga posible la “revolución política” planteada por este mensajero de 74 años llamado Bernie Sanders.

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