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Familias trans de L.A. se quejan del trato insensible en las audiencias judiciales

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La familia Liljestrand entró en el juzgado con confianza, aunque un poco nerviosa. Habían cambiado el nombre de su hija mayor legalmente a Melissa Rose y su designación de género había pasado de hombre a mujer.

Cuando finalmente les llegó el turno de ser escuchados, el juez hizo vaciar la sala del tribunal. Rápidamente, se volvió hacia la chica de 14 años y le preguntó cómo sabía que era una niña. “Convénceme”, dijo el magistrado, según la familia.

Ellos esperaban que la audiencia de mayo fuera rápida y simple. En cambio, Melissa, y sus padres, Eric Liljestrand y Gwen Everman, abandonaron la corte de Stanley Mosk frustrados y traumatizados. Las preguntas del juez, afirmaron, parecían escépticas, incluso críticas, de la transición de Melissa. “La experiencia agotó mi fe en el sistema legal”, aseguró Eric Liljestrand.

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Si bien las batallas sobre la discriminación en el lugar de trabajo y el acceso a sitios públicos -como los baños- generaron un intenso escrutinio público, una faceta de los derechos de las personas transgénero -el tratamiento dentro de los tribunales- está menos documentada. Varias familias se han quejado de que las iniciativas para cambiar los nombres y las designaciones de género se topan con insensibilidad y anticuados estereotipos, y esperan que elevar el perfil del tema redunde en una mejor capacitación de los magistrados.

En el condado de Los Ángeles, más de 4,500 personas presentaron peticiones de cambio de nombre el año pasado, indicó Kelly Vail, vocera de la Corte Superior. No hay datos de cuántos de los registros también incluyeron una petición para cambiar la designación de género de un individuo, afirmó.

Es difícil saber el alcance de las quejas que alegan un comportamiento insensible durante dichas audiencias en toda California. El director de la Comisión de Ejecución Judicial, la agencia estatal que disciplina a los jueces, se negó a confirmar o negar si se habían presentado tales quejas.

Vail destacó que el Consejo Judicial de California -el brazo de la formulación de políticas de los tribunales estatales- ofrece capacitación sobre “equidad y comportamiento judicial en general, con especial atención a las preferencias de género y temas transgénero”. Más allá de eso, dijo, el programa de ética que se espera que los jueces tomen cada tres años cubre el tema, al igual que la capacitación de orientación para los nuevos magistrados.

Una jueza jubilada del condado de Los Ángeles, Reva G. Goetz, señaló que aunque es crítico ser sensible y discreto en el tribunal, los jueces a menudo deben hacer preguntas, incluso incómodas, antes de emitir un fallo, especialmente en casos que involucran a menores.

La familia Liljestrand alega que el juez del Tribunal Superior Edward Moreton cruzó la línea durante la audiencia de Melissa, le preguntó repetidamente cómo sabía que ella era una niña y cómo podía estar segura de que no cambiaría de opinión.

Everman se quejó ante la Comisión de Rendimiento Judicial sobre lo que describió como “una experiencia traumática”. La directora de la comisión, Victoria B. Henley, remarcó que la agencia no comenta cuando se ha presentado una queja contra un juez.

Según la familia, el magistrado le dijo a Melissa, quien ahora tiene 15 años, que lucía y sonaba como un varón; además, mencionó que llevaba ropa de niño. Melissa, vestida con jeans, una camisa de franela y Doc Martens, respondió: “La ropa no tiene género”.

Moreton, quien preside todas las audiencias sobre cambios de nombre y género en el tribunal del centro de la ciudad, consideró que sería inapropiado comentar sobre el caso. No hay transcripción de la audiencia y este artículo está basado en una entrevista con la familia Liljestrand y su queja por escrito.

Inicialmente, las preguntas del juez -¿Qué nombre y pronombre debía usar?- sugerían cierta sensibilidad y consciencia de la comunidad transgénero. Pero luego vino el cuestionamiento sobre cómo sabía que era una niña. Parecía una petición tan extraña e incontestable, que el padre de Melissa recordó haber pensado ‘es como pedirle a alguien que lo convenza de que es diestro’.

En un momento, Melissa comenzó a llorar y se le concedió un breve receso. Sollozando, se cubrió la cara con las manos y se desmayó; golpeó su cabeza contra el estrado del jurado mientras se desplomaba en el suelo. Sus padres entraron en pánico, pero ella estaba decidida a continuar.

Cuando se reanudó la sesión, el juez preguntó si una carta dirigida al tribunal, en donde decía que Melissa había sido sometida a un “tratamiento clínicamente apropiado”, provenía de un “médico verdadero”, relató Everman.

Moreton acordó firmar los documentos, pero primero los agitó en el aire, contó Liljestrand. “Solo un trozo de papel”, recordó que el juez dijo, “no te convierte en una mujer... Ahora vas a tener muchos más problemas que otras personas”. “Fue algo muy inapropiado y mezquino”, aseveró Liljestrand.

Para la senadora Toni Atkins, las preguntas del magistrado resaltan un problema social más amplio. “Francamente, las personas trans y de género no binario siempre han sido objeto de un escrutinio excesivo y tuvieron que demostrar su sexo de maneras en que otros no están obligados a hacerlo”, reflexionó. Atkins, una demócrata de San Diego, introdujo una legislación recientemente aprobada por el gobernador Jerry Brown que aliviana ciertas restricciones en el cambio de documentos de identificación en el estado.

Según la ley actual de California, las personas deben obtener una nota médica para cambiar su género en el certificado de nacimiento.

Para modificar el nombre o -como el caso de Melissa- cambiar el nombre y el marcador de género, se requiere una orden judicial. Los jueces a menudo firman la orden directamente pero a veces requieren que los menores se presenten a una audiencia.

La nueva ley, que comenzará a implementarse a fines del próximo año, elimina la necesidad de comparecer ante el tribunal para que una persona cambie su nombre conforme su identidad de género, siempre que no haya pruebas de que el individuo está tratando de escapar de una deuda o una orden judicial. También crea una designación de género no binaria -ni exclusivamente masculina ni femenina- para documentos oficiales del estado, y anula el requisito de que un médico afirme que un paciente fue sometido a tratamiento para una transición de género.

Jonathan Keller, presidente de California Family Council, un grupo de libertades religiosas con sede en Fresno que se opuso a la legislación, comentó que eliminar el requisito de una nota médica inevitablemente conducirá al abuso. “Tenemos más requisitos para las personas que quieren conducir sin lentes”, expuso. “No sólo estamos tomando por válida la palabra de la gente... Esto [también] abre la caja de Pandora”.

En algunos estados, se requiere una cirugía de reasignación de género para los cambios de nombre y de género, mientras que otros se niegan a emitir nuevos certificados de nacimiento con cambio de género, expuso Shawn Thomas Meerkamper, abogado del Transgender Law Center.

En 2015, un magistrado de Missouri no permitió que un adolescente transgénero cambiara su nombre de Natalie a Nathan, a menos que se sometiera a un examen mental. Un año después, un juez de Georgia se negó a conceder solicitudes de cambio de nombre de dos personas transgénero, diciendo que “confundiría y engañaría” al público y equivaldría a “una suerte de fraude”. Ambas resoluciones fueron apeladas y, finalmente, anuladas.

En una encuesta realizada a más de 27,000 personas transgénero, realizada por el National Center for Transgender Equality en 2015, una cuarta parte de los participantes aseguró haber sido hostigado verbalmente después de mostrar una identificación con un nombre o marcador que no coincidía con su presentación de género, y el 9% aseguró que se les había pedido que se retiraran de algún lugar.

Después de publicar sobre el incidente en un grupo de Facebook para padres de niños transgénero, Everman recibió un mensaje de una mujer, quien le contaba que su hijo había tenido una experiencia similar con el juez Mark Borenstein, que manejaba tales audiencias antes de Moreton.

Esta madre, quien pidió permanecer en el anonimato para proteger la identidad de su hijo de 11 años, afirmó que después de la elección del presidente Trump se preocupó por obtener un pasaporte que reflejara el nombre y la designación de género de su hijo.

El día de la audiencia en la corte, su hijo llevaba una corbata especial, y había aprendido a hacer el nudo para la ocasión. En la sala de audiencias, dijo la madre, Borenstein relató una larga historia sobre su propio hijo, quien de chico jugaba con muñecas y le gustaba ponerse camisetas en la cabeza, fingiendo que era cabello largo.

Según la madre, el juez también le dijo al menor que había aprobado cambios de nombre para personas transgénero que luego cambiaban de opinión. En última instancia, le concedió la solicitud de la familia.

Borenstein se negó a hacer comentarios al respecto, pero Fred Bennett, abogado del Tribunal Superior, informó que el magistrado no podía discutir el caso públicamente ya que involucraba a un menor.

La madre del niño relató que el pequeño salió del tribunal avergonzado. “Decía: ‘Sentí que quería que le pidiese disculpas por ser un varón’”, relató, y agregó que también presentó una queja ante la comisión judicial.

Después de la audiencia de ese día, comentó, su hijo se fue a casa, se quitó la corbata y se durmió.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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