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La última vez que un presidente admitió que grabó conversaciones en secreto, tuvo que renunciar

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Podríamos decir que fue de gran interés para Ken Hughes, historiador presidencial del Centro Miller de la universidad de Virginia, el viernes por la mañana al ver lo que decía el actual presidente en su plataforma de Twitter.

“¡James Comey espero que no haya 'grabaciones' de nuestras conversaciones que empiecen a filtrarse a la prensa!" tuiteó Donald Trump, emitiendo una inusual advertencia pública al recién despedido director del FBI a medida que se publican más noticias entre la relación contenciosa de ambos. El tuit de Trump sugirió, por supuesto, que el presidente grababa en privado sus conversaciones.

"Lo primero que me pregunté es si se dio cuenta de que, si tiene grabaciones de sus conversaciones con Comey, son evidencia en cualquier investigación sobre si el despido del director equivale a obstrucción de la justicia", dijo Hughes en una entrevista con Los Angeles Times.

"Si es así", agregó, "son pruebas relacionadas con una investigación criminal y por lo tanto pueden ser citadas, ya sea por el Congreso, o por un fiscal, o un fiscal especial si uno es nombrado, y Trump tiene que presentarlas, así como sucedió en 1974, con el fallo de la Corte Suprema".

Si alguien lo sabe es Hughes, quien es uno de los principales expertos de la nación en lo que se refiere a grabaciones secretas que el presidente Nixon grabó en la Oficina Oval, cintas que finalmente terminaron con su presidencia.

"Nixon se enteró en una de las peores formas de que tener grabaciones de sus conversaciones puede ser contraproducente", dijo Hughes.

Los demócratas en el Congreso, conscientes de los paralelos -y planteando dudas sobre si Trump despidió al director del FBI para evitar se investigue los posibles vínculos de su administración con Rusia- se han precipitado de inmediato, exigiendo que tales cintas de Trump sean entregadas al Congreso. Durante una rueda de prensa el viernes, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, negó repetidamente que Trump esté grabando secretamente sus conversaciones y dijo a los periodistas: "El presidente no tiene nada más que añadir en eso".

La existencia de las cintas secretas de Nixon fue revelada durante la investigación sobre el robo de las oficinas demócratas de Watergate en 1972, que había sido dirigida por los ayudantes de Nixon. Un fiscal especial citó las cintas, y cuando Nixon lo objetó, la Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó que el presidente no podía reclamar "privilegio ejecutivo" para mantener las cintas en secreto.

Las cintas, una vez entregadas, demostraron que Nixon había obstruido la investigación cuando surgió el problema de Watergate. Fue entonces cuando el expresidente Nixon decidió renunciar a enfrentar el proceso de renuncia.

En estos tiempos, la ley es aún menos favorable para que un presidente mantenga grabaciones en secreto.

“La ley era muy diferente en ese entonces", dijo Luke Nichter, profesor asociado de historia en la universidad Texas A & M, quien publicó dos libros sobre las cintas de Nixon y cuyo teléfono estaba sonando el viernes en todo momento. "[En ese tiempo] las cintas eran su récord personal. Hoy, si el presidente envía un tuit, es técnicamente un registro público".

Esto se debe a una "avalancha" de nuevas leyes de registros públicos que el Congreso aprobó para aumentar la transparencia ejecutiva después de los escándalos de la presidencia de Nixon, incluyendo la Ley de Registros Presidenciales y una enmienda a la Ley Federal de Registros.

Luego llegó el impacto cultural.

"Cuando las cintas de Nixon se hicieron públicas, lo que más sorprendió a la gente fue la diferencia entre lo que Nixon dijo en público y lo que Nixon dijo en privado", dijo Nichter, quien preguntó si las cintas de Trump revelarían lo mismo - si hay una diferencia entre El Trump público y privado. "Si lo grabó, podríamos finalmente saber la respuesta a esa pregunta".

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