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¿Qué hace que la recién inaugurada línea del metro de Nueva York sea la más cara del mundo?

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Nueva York, una ciudad aficionada como pocas a los superlativos, está estrenando la línea de metro más cara del mundo.

Esta semana abrió en Manhattan una nueva sección del venerable sistema de transporte masivo de la metrópolis estadounidense.

El proyecto, conocido como la línea de la Segunda Avenida, tardó décadas en concretarse.

Los medios estadounidenses la han bautizado como la línea de metro que más ha costado en la historia, si se mide la inversión por kilómetro.

“Es el proyecto más caro del que tengo información”, según confirma a BBC Mundo Richard Scheichter, profesor de la Universidad de Yale (EE.UU.) y experto en el estudio de las prácticas de contratación de obras públicas.

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Costó cerca de US$4.400 millones, con un promedio de más de US$1.700 millones por kilómetro.

El enorme precio escandaliza a muchos, dado que es una línea muy corta y sin lujos espectaculares.

Y si bien hacer un proyecto subterráneo en Manhattan nunca será un trabajo sencillo, los costos récord de las obras públicas en esta ciudad parecen apuntar, en opinión de Scheichter, a problemas de gerencia y coordinación entre las distintas entidades gubernamentales de la ciudad, más que a retos técnicos.

Una tendencia

El nuevo proyecto, inaugurado con bombos y platillos en el año nuevo como la primera extensión al metro neoyorquino en décadas, se suma a una inquietante tendencia de costos explosivos en proyectos de transporte en la mayor ciudad estadounidense.

Hace apenas unos meses se completó también la estación de tren urbano del World Trade Center, junto a donde estaban las Torres Gemelas antes de los ataques de 2001.

La estación, diseñada por el famoso y controversial arquitecto español Santiago Calatrava, costó la nada despreciable suma de US$4.000 millones.

Lo que la convierte también en la estación de metro más cara del mundo.

Y la historia de proyectos con presupuestos astronómicos en Nueva York no termina ahí.

Precios récord

La extensión del metro de la Segunda Avenida, que debe comenzar en años próximos, será aún más cara que la inaugurada esta semana, alcanzando un costo de US$2.200 millones por kilómetro.

Y una nueva estación de autobus planeada para Manhattan se perfila como un proyecto que podría llegar a los US$10.000 millones.

“Más que corrupción, estos costos tan elevados revelan falta de liderazgo en las agencias públicas de la ciudad”, le dice a BBC Mundo John Orcutt, de la organización no gubernamental estadounidense TransitCentre, entidad que promueve el desarrollo del transporte público en ese país.

¿Buen negocio?

En la Gran Manzana, hay quienes sienten que el costo de esas obras no se corresponde con lo que los usuarios obtienen, comparado con lo que han invertido otras ciudades.

Según el blog del experto en urbanismo Alon Levy, la línea U55 del metro de Berlin costó US $250 millones por kilómetro mientras que la Línea 14 del metro de Paris tuvo un precio de US$230 millones por kilómetro, cerca de siete veces menos que la de Manhattan.

Las críticas a la estación de metro diseñada por Calatrava han sido más brutales aún.

Para el diario neoyorquino New York Post es “la estación más fea del mundo”, un “mausoleo” que tiró millones de dólares “por el agujero”.

La pregunta que algunos se hacen es si estos problemas de eficiencia en el gasto se limitan a Nueva York o son una característica de Estados Unidos.

Para Richard Scheichter, de la Universidad de Yale, hay un problema nacional, un “costo adicional” que paga Estados Unidos por estos megaproyectos, atribuible entre otras cosas a la falta de rendición de cuentas claras para las entidades públicas a cargo, según le dice a BBC Mundo.

“El gobierno federal ciertamente impone altos costos a muchos proyectos, aunque las particularidades políticas de Nueva York también son parte del problema”, agrega por su parte Orcutt.

El plan de Trump

El presidente electo estadounidense Donald Trump ha prometido acometer un ambicioso programa de obras públicas en todo el país.

¿Se verá comprometido ese esfuerzo por las dificultades de administrar esos megaproyectos en Estados Unidos sin que su costo se dispare?

“La verdad es que no sabemos”, advierte Orcutt a BBC Mundo. “El plan de infraestructura de Trump es una incógnita. No tenemos detalles”.

Por ello se reserva su juicio acerca de la viabilidad de las propuestas del magnate.

Scheichter, por su parte, le dice a BBC Mundo que el plan de infraestructura de Trump podría funcionar como mecanismo de generación de mano de obra, pero “el costo de construir esas obras tendrá un impacto directo en la calidad de infraestructura que tendrá el país”.

Y aclara que “mejorar la administración de esos proyectos es un proceso largo, que toma tiempo”.

“Si estás tratando de hacer muchos proyectos a la vez, es difícil mantener bajos los costos”.

En cualquier caso, la ciudad natal del presidente electo, Nueva York, empieza a disfrutar de su nueva línea de metro, que no necesariamente es la mejor, la más avanzado o la más cómoda, aunque sí la más cara.

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