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Populista, enfrentado la élite y polémico: ¿Donald Trump? No, Andrew Jackson, el séptimo presidente de EE.UU.

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Hay un presidente estadounidense calificado a menudo de populista, que llegó al poder enfrentado a parte de la clase dirigente, diciendo representar a la gente común y prometiendo acabar con la corrupción. ¿Donald Trump? No, Andrew Jackson.

Quien fue el séptimo presidente de Estados Unidos entre 1829 y 1837 ha vuelto al foco de atención en estos días, debido a distintas comparaciones que se formulan entre él y el actual mandatario Trump.

El propio Trump se ha hecho eco de los paralelismos.

El mes pasado, en una cena dos días antes de asumir la presidencia, dijo que sus seguidores creen que “no hubo nada como esto desde Andrew Jackson”.

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Y al instalarse en la Casa Blanca, Trump ordenó colocar un retrato de Jackson en el Despacho Oval.

Sin embargo, donde algunos ven semejanzas entre Jackson y Trump, otros notan grandes diferencias.

¿Historia repetida?

Jackson ganó las elecciones de 1828 tras denunciar que en los comicios previos hubo un “trato corrupto” entre representantes para evitar su victoria y poner a John Quincy Adams en la presidencia, pese a que él había obtenido más votos.

Con pasado como militar antes de entrar a la política, sus críticos llegaron a detestarlo y lo trataron de burro, algo que él encontró agradable y usó simbólicamente (a la postre, ese animal se volvió símbolo del Partido Demócrata).

Así, Jackson fue visto por muchos como alguien del pueblo enfrentado a la intriga de la política tradicional.

Su campaña prometió que, como presidente, Jackson limpiaría el “establo gigante de Augías” en Washington, usando la mitología griega sobre Hércules para referirse a la corrupción política.

Por su lado, en la última campaña estadounidense Trump indicó que podía haber un fraude electoral para impedir su victoria y prometió “drenar el pantano” de Washington.

El actual presidente habló de devolverle el poder al pueblo en su discurso de investidura, que “fue muy jacksoniano”, según dijo su estratega Stephen Bannon al diario The Washington Post.

De hecho, como ocurrió con Jackson, el ascenso político de Trump ha sido señalado con frecuencia como una potencial amenaza a la clase dirigente y al modo tradicional de ejercer el poder en este país.

“Mucha gente en el establishment de Washington estaba temerosa y hostil hacia Andrew Jackson. Y por cierto, mucha gente en el establishment de Washington hoy está temerosa y hostil hacia Donald Trump”, indicó a BBC Mundo Daniel Feller, profesor de historia en la Universidad de Tennessee en Knoxville y director de Los papeles de Andrew Jackson.

El expresidente cuyo rostro aparece en los billetes de 20 dólares fue criticado por el trato que dio a sus propios esclavos y a indios, que obligó a moverse de sus tierras a la fuerza.

Ahora, el recuerdo de Jackson es evocado por quienes notan tendencias autoritarias en Trump.

“Como presidente, Donald Trump es claramente la figura más autoritaria que asciende a la presidencia de EE.UU. en más de un siglo. Puede ser la más autoritaria desde Andrew Jackson, a comienzos del siglo XIX”, dijo recientemente Steven Levitsky, profesor de gobierno en la Universidad de Harvard, a BBC Mundo.

“Comparación absurda”

Pero algunos paralelismos entre Jackson y Trump también pueden ser más un producto de cálculos políticos que de una mirada desinteresada a la historia.

“Es una comparación absurda”, sostuvo Feller. “A Trump le gustaría pensar en sí mismo como Andrew Jackson porque era un presidente muy popular. Pero en términos de políticas, temperamento, carácter o historia personal, no veo ninguna semejanza”.

Por ejemplo, Jackson nació en una familia pobre entre Carolina del Norte y del Sur, tuvo una educación limitada y salió adelante a base de sacrificio personal.

Cuando tenía apenas 13 años, trabajando como mensajero en la guerra de la Independencia de EE.UU., fue detenido y maltratado por las fuerzas británicas.

Comenzó a hacerse conocido como militar en la guerra de 1812 y fue electo para cargos de representante y senador antes de lanzar su candidatura presidencial, por lo que estaba lejos de ser alguien ajeno a la política.

De todos modos, su holgado triunfo electoral en 1828 y su reelección en 1832 alentaron la idea de que alguien criado en la pobreza podía alcanzar la cima del poder en este país.

En cambio, Trump comenzó a amasar su fortuna de bienes raíces en base a un préstamo que le dio su propio padre, que se dedicaba al mismo negocio.

Ganó fama con un programa de televisión y en las elecciones del año pasado fue la primera vez que se postuló a un cargo electivo, como un outsider de la política.

Aunque Jackson creó fama de ser un tipo duro, que mató a un rival en un duelo, los expertos señalan que al llegar a la presidencia actuó más bien con cautela y humildad.

“El tratamiento de Trump a las mujeres le habría ganado el desprecio de Jackson, (…) un caballero completo en todas las relaciones con mujeres”, escribió H. W. Brands, un profesor de historia en la Universidad de Texas en Austin y autor de una biografía sobre el expresidente, hace unos días en el sitio de información Politico.

En política exterior, Jackson buscó entendimientos con otros países y en materia comercial se movió en un sentido contrario al proteccionismo que pregona Trump.

Feller descartó incluso que pueda trazarse una analogía entre el trato que Jackson dio a los indios y el que el actual presidente da a emigrantes musulmanes, cerrándoles las fronteras de Estados Unidos.

“Es cierto que Jackson usó la fuerza para obligar a los indios a que se movieran al oeste del río Misisipi”, dijo. “Pero no los empujó con el tipo de retórica que Trump está usando contra los musulmanes. (…) Decía de los indios que merecían nuestra simpatía, que trataba de protegerlos”.

El experto indicó que aun está por verse si Trump, que ganó la presidencia sin obtener la mayoría de los votos, logra ser una figura genuinamente popular como lo fue Jackson.

A su juicio, hay un consejo que el séptimo presidente de EE.UU. le daría al 45º si lo viera en estos días: “Gana el voto popular antes de llamarte a ti mismo un ídolo popular”.

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