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La arrogancia, el rasgo que más le reprochan los críticos a Barack Obama

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Este viernes habrá cambio de mando en la Casa Blanca y Donald Trump se convertirá oficialmente en el 45º presidente de Estados Unidos.

En un contexto de homenaje y casi podríamos decir nostalgia adelantada por la marcha de Barack Obama, parece arriesgado indagar en los aspectos menos favorecedores de un presidente con indudable carisma y dominio de la oratoria.

Sin embargo, si se le ofrece el micrófono a sus detractores, estos coinciden en señalar la arrogancia como uno de sus principales defectos, algo que según ellos definió su forma de hacer política.

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Argumentan que Obama gobernó durante 8 años sin escuchar a los demás.

De hecho, algunos de sus críticos más fervientes le llaman “emperador Obama”.

Los defensores de Obama opinan que quienes lo tachan de arrogante lo hacen porque es un hombre seguro de sí mismo, inteligente y exitoso.

Según el diccionario Merriam-Webster, la arrogancia es “una actitud de superioridad que se manifiesta en una manera autoritaria o en afirmaciones presuntuosas o asunciones”.

En este contexto, BBC Mundo repasa algunas de las afirmaciones de Obama durante su mandato presidencial.

“La crecida de los océanos será más lenta”

“Este fue el momento en que la crecida de los océanos empezó a ser más lenta y nuestro planeta se empezó a sanar”, proclamó un exultante Obama el 3 de junio de 2008 en St. Paul, Minnesota.

Era parte de su discurso de victoria tras asegurar la nominación del Partido Demócrata para las elecciones de aquel año, que terminó ganando.

Meses antes de aquellas palabras y también como parte del proceso de primarias, en un encuentro con estudiantes en New Hampshire, dijo: “Mi deber esta mañana es ser tan persuasivo como para que una luz entre por esa ventana, un rayo de luz caiga sobre ustedes, experimenten una epifanía y de repente se den cuanta de que tienen que acudir a las urnas y votar por Obama”.

Ambas declaraciones, pronunciadas antes incluso de llegar a la presidencia, con referencias a océanos y epifanías, han sido calificadas repetidamente como un ejemplo de la megalomanía de Obama.

Se pueden considerar licencias orales, pero es una forma de hablar que puede resultar alienante especialmente a quienes ya de por sí sienten recelo hacia su figura.

“Tengo un bolígrafo, tengo un teléfono”

No es una canción, aunque recuerde a uno de los éxitos virales de 2016.

Barack Obama recurrió a su poder ejecutivo para sacar adelante leyes que quedaban bloqueadas en el Congreso.

“No vamos a esperar para ofrecerle a los estadounidenses la ayuda que necesitan. Tengo un bolígrafo y tengo un teléfono”, advirtió el 14 de enero de 2014 al convocar la primera reunión del gabinete de aquel año.

Puedo usar ese bolígrafo para firmar ordenes ejecutivas y adoptar acciones ejecutivas”.

Desde 2010 hasta el final de su presidencia, Obama tuvo que lidiar con una Cámara de Representantes y un Senado de mayoría republicana que se opusieron prácticamente a todas sus propuestas.

“El bipartidismo no es una virtud si no hacemos nada y simplemente dejamos los problemas sin resolver”, expuso Obama en una entrevista con el diario Los Angeles Times en enero de 2015.

“El bipartidismo es una virtud si los dos lados decimos: ‘Mira, tenemos un problema. Podemos estar en desacuerdo sobre cómo resolverlo pero sentémonos y negociemos’.

“Y nunca ha habido un asunto en Washington para el que yo no haya estado dispuesto a quedarme sólo con la mitad o un cuarto de la torta”.

Según su visión, intentó una y otra vez sin éxito dividir la torta pero chocó con una oposición incansable.

Los líderes republicanos aseguran que Obama nunca ofreció la mitad de la torta ni nada similar.

Consideran que no tenía la experiencia legislativa para llegar a acuerdos y que era demasiado distante para involucrarse en el fino arte político de atraer a los legisladores a su terreno.

“Casi sin excepción, el presidente Obama empieza las conversaciones sobre medidas políticas serias explicando por qué todos los demás estamos equivocados”, escribió el senador republicano Mitch McConnell en su autobiografía, publicada en 2016.

Ante este panorama, Obama hizo uso del poder ejecutivo para legislar, entre otras cosas, sobre inmigración, medio ambiente y control de armas.

Paradójicamente, esa forma de gobernar puede terminar por darle alas a su sucesor.

En primer lugar porque son leyes que se pueden derogar con una simple firma, y además, porque sirve de precedente para el nuevo inquilino de la Casa Blanca.

“No son Kobe Bryant”

Las alusiones a la arrogancia de Obama no sólo llegaron del campo republicano.

En diciembre de 2013, el congresista demócrata Dennis Cardoza, de California, lo tachó de arrogante y alienante.

“Sería mejor como profesor de universidad”, escribió el congresista,

“No tiene la actitud de otros presidentes de estar por encima de la ley, sino la de tener razón”.

En cuestiones de política internacional, hubo ocasiones en las que no escuchó a los generales o consejeros militares y desestimó opiniones de sus secretarios de Estado (Hilllary Clinton los primeros años y John Kerry en la etapa final).

En enero de 2014, ante una pregunta sobre el auge del autodenominado Estado Islámico en Siria, grupo al que entonces consideraba una amenaza menor en comparación con al Qaeda, le dijo a The New Yorker: “Si un equipo menor de baloncesto se pone la camiseta de Los Angeles Lakers eso no los convierte en Kobe Bryant”.

Meses después. cuando los militantes de EI amenazaban la capital iraquí, Bagdad, Obama tuvo que reconsiderar esta opinión y enviar tropas a Irak.

“Habría movilizado a una mayoría”

En una reciente entrevista concedida a su exasesor David Axelrod se mostró convencido de que podría haber vencido a Donald Trump.

“Sabe, confío en esta visión porque estoy convencido de que si me hubiera presentado otra vez, habría movilizado a una mayoría del pueblo estadounidense para que me apoyara”.

Sin embargo, sus opositores le responden que no fue capaz de construir una base de apoyo lo suficientemente sólida para el Partido Demócrata.

El partido perdió el control de las cámaras del Congreso durante la presidencia de Obama además de numerosas gobernaciones estatales y cargos locales.

“El lado correcto de la historia”

Terminamos con una de las afirmaciones favoritas de Obama: la de estar en el lado correcto de la historia.

“Compatriotas, estoy seguro de que tendremos éxito en esta misión porque estamos en el lado correcto de la historia”, dijo el mandatario el 7 de diciembre de 2015, pocos días después del tiroteo de San Bernardino, California, que llevó al entonces candidato Donald Trump a pedir la prohibición de entrada para los musulmanes.

Según los estudiosos de las cifras, es una frase que ha utilizado docenas de veces, especialmente durante su segundo mandato.

En opinión de Rich Lowry, editor de la publicación conservadora National Review, “este tipo de retórica separa más que une, porque deja entrever que quienes no están de acuerdo contigo, están en el lado incorrecto de la historia”.

El columnista David Graham escribió en la revista The Atlantic: “La historia no es una fuerza moral en sí misma”.

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