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Reporte: Abogados de renombre le dan la espalda a Trump

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Varios abogados prominentes que fueron contactados en el último año para representar a Donald Trump rechazaron el ofrecimiento en parte porque no estaban seguros de que cobrarían por sus servicios y también porque el presidente no acepta las recomendaciones que se le hacen, según personas al tanto de esos contactos.

El resultado de esto es que, mientras que los investigadores siguen enfocándose en el círculo íntimo de Trump, incluido su abogado personal, el mandatario se ha quedado con un equipo bastante austero al que le está costando atraer abogados de nombre.

Si bien se han incorporado varios abogados, una y otra vez Trump ha sido rechazado por los letrados de más cartel, cuyo aporte sería fundamental a medida que avanza la investigación del fiscal especial Rober Mueller y se decide si el presidente obstruyó la justicia.

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El que Trump no cuente con los mejores abogados es notable dado que, en circunstancias normales, cualquier letrado sueña con representar a un presidente.

Bill Clinton, por ejemplo, enfrentó la crisis de Whitewater asesorado por juristas de Williams & Connolly, una de las oficinas de abogados más prestigiosas de Washington.

Al menos un abogado contactado que al final de cuentas rechazó el ofrecimiento dejó en claro que una de las condiciones para aceptarlo hubiera sido que Trump no hablase del proceso en las redes sociales, de acuerdo con un abogado al tanto de esos contactos que habló a condición de no ser identificado por tratarse de asuntos confidenciales con un cliente.

En otro caso, una firma grande desistió de defender a “un cliente que cuestiona la esencia de nuestro sistema legal” y “trata a sus abogados como vendedores a los que no les quiere pagar”, según una persona de ese bufete que pidió no ser identificada por estar comentando asuntos confidenciales.

Esta inquietud responde a las numerosas demandas de abogados que Trump y sus empresas han enfrentado.

Un ejemplo: un club de golf de la Florida propiedad de Trump acordó este año una compensación multimillonaria a pagar a ex miembros que dijeron que no les habían devuelto sus depósitos.

“Obviamente esta es una situación inusual porque es muy obvio que al señor Trump le gusta tener abogados incondicionales y los abogados tienen que pensar en su reputación. Estoy seguro de que eso incide en su decisión”, manifestó Bill Jeffress, quien alguna ver integró el equipo de abogados de Richard Nixon.

Según Jeffress, cualquier abogado se pregunta: “¿Tus alegatos van a ser contradichos por tu cliente en un tuit al día siguiente?”.

Al margen de las dudas acerca de la conveniencia de representar a Trump, muchas firmas ya representan a testigos relacionados con la investigación de Mueller y no podrían representar también el mandatario.

El equipo legal de Trump es encabezado por Jay Sekulow, un jurista y comentarista radial conservador con mucha experiencia en asuntos constitucionales, que ha defendido la libertad religiosa en la Corte Suprema.

Estima que la experiencia es fundamental y que el caso contra Trump depende de consideraciones constitucionales más que nada.

Sekulow cuenta con abogados vinculados con el American Center for Law and Justice y se apoya mucho en Ty Cobb, un experimentado jurista que vela por los intereses de la Casa Blanca más que por los de Trump.

El equipo legal de Trump ha cambiado varias veces de estrategia en el último año, en un ambiente de constante convulsión.

Inicialmente fue encabezado por Mark Kasowitz, impetuoso jurista de Nueva York más habituado a lidiar con casos comerciales que penales. Su estrategia fue resistir como fuese la investigación de Mueller, contemplando posibles conflictos de interés que hiciesen que el fiscal fuese marginado.

Pronto fue reemplazado por John Dowd, experimentado defensor de casos penales, que asumió una actitud más conciliadora.

Pero sorprendió el mes pasado cuando emitió un comunicado pidiendo que se suspendiese la investigación de Mueller.

Dowd dejó abruptamente el equipo de Trump después de que el presidente trató de incorporar a Joe diGenova, ex procurador y comentarista televisivo que había pedido el despido del subsecretario de justicia Rod Rosenstein.

La llegada de diGenova, sin embargo, se frustró por un tema de conflicto de interés: Su firma representa a otros testigos en la investigación de Mueller.

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