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Abrams acaba campaña con promesa de pelear por futuras elecciones en Georgia

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EFE

Por casi 55.000 votos de un total de poco menos de 4 millones, la candidata demócrata Stacey Abrams no alcanzó el sueño de erigirse en la primera gobernadora estatal afroamericana del país, tras poner fin hoy a su carrera hacia la Gobernación de Georgia.

En una rueda de prensa ofrecida poco después de que las autoridades electorales estatales difundieran los resultados de las pasadas elecciones intermedias, celebradas el 6 de noviembre, Abrams prometió pelear, incluso con demandas de por medio, para proteger los futuros procesos electorales y vista la “mala gestión” del de hace diez días.

La demócrata acusó a su oponente, el republicano Brian Kemp, de privar de su derecho al voto a los residentes de este estado desde su cargo de Secretario de Estado y al que renunció recién después de los comicios.

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Durante la campaña, Kemp hizo caso omiso de las críticas de Abrams y de organizaciones civiles por su doble rol como candidato a la gobernación y secretario de Estado, que es quien supervisa el proceso electoral.

“Bajo el mando del ahora exsecretario de Estado, la democracia falló a Georgia”, dijo Abrams, en una alocución en la que se negó a conceder el triunfo a Kemp, “porque la concesión significa reconocer que una acción es correcta, verdadera o apropiada”.

“No nos equivoquemos, las acciones del exsecretario de Estado fueron deliberadas e intencionadas. Seis años de acciones sistemáticas para quitar el derecho al voto, eliminar inversión e incompetencia tienen los resultados deseados”, aseveró la demócrata.

De acuerdo con las últimas cifras divulgadas por la Secretaría de Estado, que tenía hasta hoy para certificar todos los votos emitidos, Brian Kemp obtuvo el 50.2 % de los votos, lo que representa una ventaja de 54.801 boletas por encima de Abrams, que se hizo con el 48,8 %.

La cifra lograda por Kemp lo colocó por encima del mínimo del 50 % más un voto necesario para evitar una segunda vuelta.

Conocidos los últimos resultados, Abrams entendió que ya no tenías más recursos legales y reconoció que el republicano será el próximo gobernador estatal, elección que continúa la dominación que este partido preserva en el Capitolio estatal desde 1998.

Una desafiante Abrams, que fue respaldada por el expresidente Barack Obama y la popular presentadora de televisión Oprah Winfrey, anunció que “en los próximos días” interpondrá una demanda federal contra el estado de Georgia “por el mal manejo de esta elección y para proteger las elecciones futuras”.

Por su parte, Kemp, un empresario de 55 años y que en la campaña contó con el apoyo del presidente, Donald Trump, expresó en un comunicado su deseo de acabar con las divisiones en el estado.

“La elección ya terminó y los residentes de Georgia están listos para movernos hacia adelante. No podemos seguir fijándonos más en las políticas divisorias del pasado, debemos enfocar en el futuro prometedor y brillante de Georgia”, indicó el republicano, quien dos días después de las elecciones se autoproclamó ganador de la gobernación.

La contienda se había visto envuelta en una serie de acciones legales y denuncias de supresión del voto, especialmente provenientes de la campaña demócrata.

Esta semana, un juez federal ordenó que se contaran todas las boletas de voto ausente aunque tuviesen la fecha de nacimiento incorrecta, medida que los republicanos no recibieron con agrado.

Kemp fue objeto de críticas por depurar el padrón electoral, según él para dar integridad al proceso, pero que según la demócrata afectó de manera desproporcionada a votantes afroamericanos, hispanos y asiáticos.

El jueves, la oficina de campaña de Abrams señaló que estaba considerando un movimiento legal para poner en duda los resultados, a raíz de “irregularidades” y en base a una ley estatal, que podrían haber llevado a un nuevo proceso electoral, pero finalmente la idea se descartó.

El estrecho margen entre Abrams y Kemp es visto como un reflejo de los cambios en Georgia, un estado de tradición republicana y donde Trump logró en 2016 una victoria por cinco puntos porcentuales, pero que en los últimos años ha visto crecer su electorado demócrata y sin duda será un escenario clave en las elecciones de 2020.

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