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Trump y Obama, la llegada a la Casa Blanca con un Congreso a favor

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El presidente electo, Donald Trump, llegará el viernes a la Casa Blanca con un Congreso en manos de su partido, como le ocurrió a su predecesor, el todavía mandatario Barack Obama, quien, sin embargo, sufrió después el declive del control demócrata en el Capitolio.

El magnate, que a lo largo de la campaña electoral no granjeó demasiados afectos en los pasillos del Legislativo, aterrizará en la mansión presidencial con un Congreso republicano, ya que, en contra de todo pronóstico, los conservadores lograron mantener su mayoría en el Senado en las elecciones legislativas del pasado noviembre.

Aunque en el periodo de campaña pocos congresistas se alinearon con la candidatura de Trump, los republicanos han dado un giro de 180 grados tras su sorpresiva victoria sobre la demócrata Hillary Clinton, y aunque puede encontrar aún algún escollo en su bancada, las últimas acciones republicanas en el Congreso demuestran que los congresistas están dispuestos a apoyarle desde el Legislativo.

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Al igual que Trump, Obama tomó posesión del cargo en 2009 con un Capitolio bajo el poder de su partido, lo que le permitió poner en marcha el que hasta ahora ha sido el mayor y más importante símbolo de su legado, la reforma de salud conocida como Obamacare.

Con el paso de los años, y las elecciones legislativas que en el país tienen lugar cada dos años, los demócratas perdieron primero el control de la Cámara Baja, y en 2014 el de la Cámara Alta, lo que ha supuesto unos duros dos últimos años de legislatura para Obama, debido al bloqueo sistemático de sus propuestas en el Congreso se convirtió casi en parte del paisaje.

Uno de los ejemplos más claros, ha sido la reforma migratoria integral que un joven Obama prometió en su campaña de 2008, y que no pudo consumar mientras los demócratas tenían el control legislativo, en favor del Obamacare.

El texto migratorio, que llegó a contar con un impulso bipartidista en el Senado en 2013, y hasta fue aprobado en esa Cámara, nunca fue sometido a votación por la Cámara de Representantes, entonces ya en manos republicanas, a sabiendas de que probablemente hubiera prosperado y con ella Obama se hubiera anotado otra victoria.

A lo largo de sus dos mandatos, los republicanos propusieron medidas para derogar la reforma sanitaria en cerca de un centenar de ocasiones, propuestas más simbólicas que realistas, ya que Obama podría vetarlas con sus poderes presidenciales.

Sin embargo, esos intentos pasados, ahora pueden hacerse realidad con la llegada de Trump a la Presidencia.

Los legisladores republicanos, con los ánimos y la connivencia del magnate en su periodo de transición, han acelerado el camino en las últimas semanas para que uno de los primeros logros del multimillonario desde la Casa Blanca sea precisamente acabar con el bastión más valioso del legado de Obama en política nacional.

La semana pasada, el Congreso aprobó una resolución presupuestaria en la que añadieron herramientas para comenzar a desmantelar el Obamacare, aunque aún se desconocen sus planes para reemplazar el sistema de seguros de salud impulsado por Obama.

La mayoría republicana en las dos cámaras también puede evitar que el Congreso establezca un Comité Especial bicameral para investigar la posible injerencia rusa en los comicios presidenciales de noviembre, algo que reclaman los demócratas dados los informes revelados por la inteligencia estadounidense.

El Gobierno de Vladimir Putin estuvo presuntamente detrás de los ataques informáticos que sufrió el Comité Nacional Demócrata (DNC, en inglés) y la campaña de Clinton, así como de las posteriores filtraciones de información que afectaron de manera directa en los resultados electorales.

Trump quiere evitar que se siga indagando en lo ocurrido y poniendo en duda la legitimidad de su victoria, por lo que poder zafarse de las investigaciones de un comité de tal nivel le evitaría bastantes dolores de cabeza.

Así pues, el polémico mandatario electo llega a la Casa Blanca con al menos dos años de Legislativo teóricamente a favor, una situación que le puede dar carta blanca salvo que sus políticas incomoden demasiado a los viejos congresistas conservadores.

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