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Huyen de los ‘maras’ niñas salvadoreñas

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REYNOSA.- Esa tarde de mayo Karem quedó horrorizada. Por la ventana de su casa vio cómo pandilleros golpeaban y acuchillaban a sus vecinos por no pagar “la cuota” a los maras.

“Ahora sigo yo o mi hermana”, recuerda que dijo, ya que ella también vive de las remesas que mandan sus padres desde Estados Unidos.

La pandilla violenta Mara Salvatrucha exige pagos a personas con familiares en Estados Unidos para no hacerles daño, cuenta Karem, de 15 años de edad.

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“Enfrente de mi casa mataron a dos vecinos porque no quisieron pagar la renta, 80 pesos. Todos los que tenemos familiares en Estados Unidos tenemos que pagar eso para que no nos hagan daño”, reveló.

Ella y su hermana de 12 años vivían hasta el mes pasado en Cabañas Ilobasco, ciudad de El Salvador. El 21 de junio fueron rescatadas de una casa de seguridad de unos “coyotes” en Reynosa.

Las menores huían de la violencia y buscaban llegar a Maryland, donde su padre vive desde el 2001 y su mamá desde el 2003.

No se olvidaron de sus hijas, cada mes les enviaban dinero.

“Vivíamos con mi abuelita y mis familiares, pero ellos ya se habían ido a vivir a Costa Rica por tanta violencia y amenazas, nomás quedaba mi abuelita y nosotras dos”, comentó.

La noche del día que los “maras” acuchillaron a los vecinos, la menor habló por teléfono con su padre y le platicó la forma como los masacraron.

Ante los hechos, el padre de las menores les mandó dinero para enganchar un “guía”, como le llaman a los “coyotes” en El Salvador, para cruzar México.

“Al otro día mi abuelita se fue a Costa Rica, nosotros vendimos cosas y a finales de mayo nos salimos; íbamos a Maryland, allá viven mis papás”, dijo Karem.

Junto con su hermanita ahora viven en el Centro de Apoyo a Menores Fronterizos, un albergue del DIF que atiende niños en situación extremadamente difícil, entre ellos los asegurados o deportados.

Resignada, dice que espera ser deportada a El Salvador, pero con tristeza enfatiza que en su país ya no tiene familiares y que en su paso por México sufrió violencia.

“Mi papá nos dijo que nos viniéramos a Maryland y le hicimos caso, pero nos ha ido muy mal, primero en Tonalá (frontera sur de México) la Policía nos quitó dinero”.

Dice que portaban 800 dólares cada una para el viaje; ella escondió su parte y salvó ese recurso.

“A mi hermana le quitaron todo los policías”.

Batallaron para salir de Chiapas, y caminaron horas hasta encontrar una central camionera.

“Ya veníamos y unos zetas nos bajaron del camión (en Veracruz), nos asaltaron, nos llevaron caminando a un cerro, me quitaron la blusa, pero uno dijo que no, que la orden era el dinero nomás, y nos salvamos, creía que nos iban a matar”, expresa.

Platicó que al llegar a Reynosa fue abordada por sujetos que aseguraban ser el contacto para llevarlas al lado americano por el Río Bravo.

“Nos llevaron a una casa y nos tuvieron encerradas como siete días. Ese día que llegaron los federales ya me habían dicho que me preparara, que en una hora iban a pasar por mí y mi hermana para cruzar el río”, comentó.

No recuerda dónde estaba la casa de seguridad, pero la Sedena reportó la semana pasada dos rescates de indocumentados, uno en la Colonia Satélite y otro en el Waldo’s, de la Colonia Juárez.

“Me trajeron aquí y ya tenemos cinco días. Ya nos dijeron que es muy peligroso, ya me quiero ir, no tenemos para cuándo nos regresen”, expresó en medio de la nostalgia y resignación por no poder ir con sus padres a Maryland.

Esta historia fue publicada hace unos meses, pero se las presentamos una vez más para recordar la problemática que siguen viviendo miles de inmigrantes en su tierra y durante su cruce por México.

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