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Uno de cada cuatro californianos vive en una zona de “alto riesgo” de incendios forestales

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En el lago Big Bear, las autoridades se preocupan por la posibilidad de un incendio forestal que recorra la ciudad balnearia y atrape a decenas de miles de personas.

En las Montañas de Santa Mónica, las autoridades organizaron una evacuación simulada en Mandeville Canyon, donde la policía se ha dado cuenta que son demasiado lentos para rescatar a los residentes en caso de un desastre provocado por un incendio forestal.

Y en el espeso bosque de las montañas de San Jacinto, un residente de Idyllwild lamenta que su pueblo “parezca el lugar soñado de un pirómano”.

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Tras la temporada de incendios forestales más mortífera y destructiva de la historia del estado, las autoridades de todo California están cada vez más preocupadas por lo que muchos temen que sea otro periodo similar.

Los expertos en incendios y los climatólogos advierten que las fuertes lluvias de los últimos meses produjeron un exceso de vegetación, que durante el caluroso verano se convertirá en combustible para iniciar quemazones. Al mismo tiempo, el número de víctimas mortales del fuego forestal de Camp y Woolsey del otoño pasado - y el de Tubbs del año anterior - ha puesto de relieve la vulnerabilidad de las comunidades en todo el estado.

En una reunión reciente con los directores de emergencias, el gobernador Gavin Newsom instó a los bomberos a “prepararse para lo peor”.

“Ya no aguantamos más”, dijo Newsom en la reunión. “El estado no puede volver a vivir algo como lo del 2017 y 2018... no podemos soportarlo más”.

Después de que el incendio Camp causara la muerte de 85 personas en la ciudad de Paradise y sus alrededores - y revelara deficiencias flagrantes en los planes de evacuación municipales - el Departamento de Bosques y Protección contra Incendios de California llevó a cabo una evaluación que reveló que unos 11 millones de residentes, o sea, 1 de cada 4 californianos, vivían en zonas consideradas de “alto riesgo” de fuegos forestales.

“Hay mucha gente en los suburbios del sur de California, y en el Área de la Bahía, que nunca se considerarían a sí mismos como parte de ese’1 de cada 4 californianos que viven en una zona de riesgo de incendio’, pero en realidad lo están”, dijo Wade Crowfoot, director de la Agencia de Recursos Naturales de California.

Gigantes dormidos

Cuando se trata del riesgo de fuegos forestales en el sur de California, Richard Minnich, un ecologista de incendios en UC Riverside, dijo que está más preocupado por las comunidades que no se han quemado desde el siglo XIX: Big Bear Lake y Lake Arrowhead en las montañas orientales de San Bernardino, y la aislada comunidad de Idyllwild, que está a poco más de una milla de altura.

Estas áreas, dijo, tienen cientos de matorrales por acre con troncos de más de 4 pulgadas de diámetro y coníferas jóvenes y arbustos, dijo; un bosque sano y seguro tiene alrededor de 13 árboles de este tipo por acre.

En el caso de un incendio, la vegetación de abajo crearía una “escalera de combustible” que enviaría llamas hacia la parte alta, desencadenando un fuego masivo.

En Idyllwild, las autoridades han estado dando la voz de alarma durante años sobre la acumulación de árboles y arbustos secos.

“Mi ciudad sería el sueño de cualquier pirómano”, dijo el residente Mark Yardas.

Gestión de riesgos

A pesar de la urgencia con la que las autoridades locales y estatales están llevando a cabo los preparativos contra incendios este año, sus métodos para reducir los riesgos no son nada nuevo.

“Cerca de las carreteras, probablemente haremos una combinación de trabajo manual y máquinas”, dijo John Melvin, jefe de protección y mejora de recursos de Cal Fire. “Son métodos probados. Lo que estamos haciendo es aumentar el ritmo y la escala, y tenemos más recursos para hacerlo”.

De hecho, las tropas de la Guardia Nacional que el presidente Trump solicitó para trabajar en la frontera, están ahora trabajando en labores para prevenir el fuego, dijo Melvin.

Pero un creciente coro de defensores del medio ambiente y algunos ex funcionarios de bomberos están instando al estado a que cambie su estrategia de incendios forestales a una que “comience desde el hogar hacia afuera”. Eso significa usar en las casas materiales para techos y rejillas de ventilación a prueba de fuego y podar la vegetación dentro de un radio de 100 pies de las residencias, entre otras cosas.

La estrategia actual del estado - que se basa principalmente en la alteración de los bosques - es costosa desde el punto de vista financiero y ambiental, sostienen. Tampoco ha podido evitar muertes y pérdidas masivas de bienes en casos extremos de incendios provocados por el viento, como los de Camp y Tubbs, que en conjunto causaron la muerte de más de 100 personas.

“Los estudios demuestran que la principal causa de la destrucción de viviendas no es el resultado de los incendios forestales de alta intensidad”, dijo Chad Hanson, residente y ecologista de Big Bear Lake. “En su lugar, el fuego en las casas se debe a las ‘lluvias’ de chispas encendidas que caen sobre materiales inflamables o sobre la vegetación cercana. Después de eso, una casa prende a otra y otra”.

Durante una reciente caminata por una sombreada calle en Sugarloaf -un vecindario densamente poblado cuyas calles están dispuestas en forma de cuadrícula- Hanson hizo un gesto hacia un grupo de casas.

“Dondequiera que mires, hay montones de ramas de pino secas en los deteriorados techos”, dijo Hanson.

Entiendo el consuelo que sienten algunas personas cuando dicen: ‘El Servicio Forestal planea podar los bosques de los alrededores’”. Entonces, estaremos bien”, dijo. “Pero están equivocados”.

A menos de una cuadra de distancia, Amanda Mayer, de 38 años de edad, estaba caminando bajo las ramas de un roble de 30 pies de altura sobre la terraza y el techo de una casa estilo victoriano de madera que comparte con su familia.

“Todos saben que este árbol está demasiado cerca de la casa”, dijo. “Pero esta es una comunidad bastante pobre. Muchos de nosotros tenemos que trabajar en dos empleos para sobrevivir. Así que, la idea de pagarle a alguien toneladas de dinero para que lo pode no es una de mis prioridades en este momento”.

Poco tiempo de respuesta

Recientemente en Mandeville Canyon, los oficiales de policía de Los Ángeles se movieron de casa en casa como parte de un elaborado simulacro de evacuación.

Como parte de un guión, los agentes dijeron a los residentes que se había producido un incendio en las cercanías, en medio de vientos de 25 a 35 mph con ráfagas de hasta 40 mph. Las personas tenían dos horas para irse antes de que una lluvia de brasas, y luego las llamas, llegaran.

Pero mientras los oficiales subían por el cañón, el fuego les impidió llegar a los vecinos del norte. Como resultado, los de primera respuesta se apresuraron a transformar su simulacro de evacuación en una misión de rescate simulada.

Entre los residentes que asistieron al simulacro se encontraba Maureen Levinson.

Aunque vive en Bel-Air, dijo que se sintió obligada a asistir al evento después de ver imágenes del incendio de Woolsey, que arrasó los condados de Ventura y Los Ángeles y devastó Malibú. A ella y a sus vecinos se les rompió el corazón cuando vieron un video de casas en llamas pero no vieron camiones de bomberos cerca.

La lección fue clara, dijo ella.

“Si estamos en un incendio, en algún momento nos van a abandonar”, dijo Levinson.

Planes de evacuación

En el corazón de las Montañas de San Bernardino, donde los suburbios se encuentran con la naturaleza, muchos han construido casas en medio del bosque y la maleza, a pesar del riesgo de incendios forestales.

El jefe de bomberos de Big Bear Lake, Jeffrey Willis, conoce el peligro que representan los vientos secos y de alta velocidad que soplan desde el desierto cada otoño y que transforman los pinos de 100 pies de altura de la ciudad en combustible.

“Puedes planear todo lo que quieras, pero un plan sólo es bueno hasta que algo no funcione”, dijo Willis. “Entonces tienes que idear sobre la marcha”.

El lago Arrowhead, que alberga a 12.000 residentes permanentes, no se ha quemado desde 1879. Sin embargo, cada vez que los bomberos apagan una pequeña hoguera, eso significa que la maleza y la madera no quemadas están lista para alimentar futuros incendios.

Jason Brooks, un ingeniero del Departamento de Bomberos del Condado de San Bernardino, dijo: “Si cada propietario en Lake Arrowhead creara un espacio defendible alrededor de sus casas, no quedaría ningún árbol para admirar”.

En esta área de gran altitud y alto riesgo de incendio, un plan de evacuación financiado por el condado exige la supervisión y control de vehículos en una serie de segmentos, en los que sólo las personas de las zonas más amenazadas salen primero a “una velocidad deseada de 25 millas por hora”.

Esto se debe a que, según el Estudio de Capacidad Vial de Emergencia de la Región de las Montañas, si toda la comunidad de Big Bear Lake, por ejemplo, “fuera evacuada en un mismo momento, las carreteras estarían sobrecargadas y el tráfico no fluiría”.

“Existe la posibilidad de pérdidas catastróficas”, advierte el estudio, “a medida que miles de personas se trasladan a las comunidades de la cima de la montaña”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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