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Una idea para los legisladores: averiguar cómo pagar por una ley de gastos antes de proponerla

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Después de leer algunas de las leyes impulsadas, uno creería que el Capitolio es una tienda de caramelos que reparte golosinas gratis.

Hay un montón de elementos atractivos en exhibición. ¿El costo? Ah, sí; después nos preocuparemos de ello.

Aquí hay una sugerencia para una nueva norma, una idea vieja bastante ridiculizada: que ninguna ley de gastos que no señale con precisión su fuente de dinero pueda avanzar a través de la Legislatura.

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Contamos con ese requisito en los préstamos hipotecarios. También, antes de que un contratista pueda crear una zona de vivienda, se debe identificar la fuente de agua. Sin embargo, con demasiada frecuencia en la Legislatura se trata de comprar ahora y encontrar el dinero después.

Este tema en particular vino a mi mente la semana pasada cuando algunos demócratas de la Asamblea propusieron el programa de apoyo universitario más generoso del país.

El objetivo de éste es eliminar la necesidad de préstamos para casi 400,000 estudiantes de bajos y medianos ingresos en los campus de UC y Cal State. Las subvenciones proporcionarían ayuda a los estudiantes para cubrir su hospedaje, comidas y libros.

En los colegios comunitarios, las becas estudiantiles también se incrementarían. Y ningún estudiante de primer año y de tiempo completo tendría que pagar las cuotas de curso, que son de $47 por unidad.

“Es visionario y audaz”, afirmó el asambleísta Kevin McCarty (D-Sacramento), presidente del Subcomité de Presupuesto de Financiamiento de la Educación. McCarty y el presidente de la Asamblea, Anthony Rendón (D-Paramount) impulsan una ley de becas que ellos llaman “Titulaciones sin deuda”. “Y es algo factible”, añadió.

Sin duda se trata de una opción deseable, pero ¿es fiscalmente factible? El costo anual se ubica en $1,600 millones de dólares, aunque los patrocinadores plantean una introducción gradual de la norma, durante cinco años.

“A primera vista, ¿a quién podría no gustarle?”, se preguntó H.D. Palmer, portavoz del Departamento de Finanzas del gobernador Jerry Brown. “Una educación universitaria libre de deudas es un objetivo loable. Sin embargo, tiene un precio significativo y genera un montón de preguntas”.

Sí, ese tipo de preguntas que molestan y que a menudo no son contestadas directamente en la Legislatura y que se reducen a esto: ¿De dónde sale el dinero? ¿Del aumento de los impuestos, o del recorte de otros programas?

En ocasiones, una propuesta es relativamente pequeña, pero si se acumulan muchas de ellas pueden anular un presupuesto. La semana pasada, por ejemplo, el asambleísta Tony Thurmond (D-Richmond) propuso otorgar $100 millones de dólares a los distritos escolares para que puedan asociarse con contratistas y construir viviendas asequibles para los docentes. Otro concepto loable, sin dudas.

Pero esos $100 millones es la misma cantidad que McCarty y Rendón proponen gastar en los estudiantes de colegios comunitarios.

Hace poco escribí sobre una iniciativa de dos senadores demócratas -Ricardo Lara, de Bell Gardens, y Toni Atkins, de San Diego- quienes buscan promulgar un sistema de salud de pagador único para California.

En mi opinión, se trata de una gran idea, pero tendría una fuerte oposición de los conservadores y las aseguradoras. Más allá de ello, también parece imposible debido a los costos multimillonarios.

El vicegobernador de California, Gavin Newsom, ha acogido la idea y la incorporó a su campaña de 2018 para gobernador. El funcionario quiere elaborar un plan estatal en base a un sistema de salud universal de San Francisco, que instaló cuando era alcalde. Sin embargo, éste requeriría miles de millones de dólares de los gobiernos estatales y federales. Buena suerte con eso.

Nuestros legisladores parecen haber olvidado que apenas unos años atrás, durante la recesión, el gobierno estatal perdía decenas de miles de millones de dólares, y los legisladores fueron forzados a recortar programas de forma despiadada.

Otra recesión está en camino; es inevitable. Entonces, ¿no sería cruel aprobar un programa de salud universal y luego tener que eliminarlo? O decirle a los jóvenes universitarios: “No te preocupes. Vas a estar libre de deudas”, para en poco tiempo lamentarse: “Ya no podemos permitirnos eso. Mejor pide un préstamo importante”.

Antes de que la Legislatura apruebe cualquier programa más grandioso y costoso, debería reunir el valor para hacer algo esencial: reformar el sistema estatal de impuestos para estabilizar el flujo de ingresos. Hasta el momento es extremadamente volátil, y disminuye significativamente durante una recesión.

Los políticos demócratas -Brown principalmente- dependen demasiado de las plusvalías de la gente rica, las cuales se agotan durante los tiempos difíciles. Lo que se necesita urgentemente es ampliar la base imponible del impuesto. También, el impuesto sobre las ventas debería extenderse a los servicios, reduciendo así la tasa. Entonces habría una fuente de ingresos mucho más estable, pero los políticos están paralizados de miedo para hacerlo.

Ahora, además de toda esta incertidumbre financiera, el presidente Trump parece estar molesto con California y amenaza con recortar miles de millones de fondos federales porque el estado se resiste a su iniciativa para deportar a los inmigrantes indocumentados.

La propuesta de presupuesto federal de Trump -que la senadora nacional Dianne Feinstein (D-California) llamó “la más draconiana” que jamás había visto- le robaría a California muchos miles de millones de dólares. No será promulgada como fue propuesta, pero sin duda California perderá muchos ingresos.

Peor aún, si el Congreso controlado por los Republicanos deroga la ley Obamacare, eso dejará a unos millones de californianos sin seguro de salud. La Legislatura se sentirá obligada a hallar miles de millones de dólares para cubrirlos.

Por todo ello, existen mayores prioridades en Sacramento que intentar que los universitarios se gradúen libres de deudas.

“No contamos con el dinero para hacerlo”, McCarty admitió ante mí. “Seré el primero en admitirlo. Pero podríamos presentarlo paulatinamente cuando ese dinero esté disponible”.

Yo comenzaría con los estudiantes de primer año de colegios comunitarios y renunciaría a sus cuotas. Eso vale unos $50 millones; una buena inversión.

En cuanto al resto, hay una elocuente frase en la película de 1996 “Jerry Maguire”, que pronuncia el personaje de Cuba Gooding Jr: “¡Muéstrame el dinero!”.

Traducción: Diana Cervantes

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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