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Apiturismo, la nueva forma de preservar y conocer a las abejas

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EFE

Adentrarse al mundo de las abejas para conocer su labor, producción y la importancia de su presencia en el planeta es fácil: en Sinanché, una comunidad al oriente de Yucatán, en el Sureste mexicano, una familia promueve el Apiturismo.

El objetivo de la familia es que los visitantes mexicanos y extranjeros interactúen con las abejas Apis Mellíferas o las meliponas de la especie Xunan Cab “para que vivan una experiencia única, pero sobre todo para preservar la especie”, explica a EFE doña Miriam Espinosa Pinzón, quien junto con su esposo Benigno Ramírez Palma, ya fallecido, creó Apiturismo Sinanché.

En el sitio, ubicado a unos 300 metros después del cementerio local, rumbo a las milpas, los visitantes encontrarán cuatro cabañas temáticas manejadas por la familia Ramírez Espinosa.

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En la primera, los visitantes conocerán la historia de Sinanché que tiene una huella indeleble del paso de los españoles: su majestuosa iglesia que es orgullo de la región, las bondades de la comisaría del puerto de San Crisanto y el árbol que da nombre al poblado.

En las otras cabañas, se muestran las herramientas y la forma en que se recolecta la miel, el veneno de abeja, polen y propóleo, así como las propiedades curativas.

También explican las diferencias que hay entre una abeja Apis Miellífera y una Xunan Cap “y los niños quedan fascinados, porque no imaginan a las abejas sin aguijones”.

Lo mejor siempre viene al final: las personas que visitan Apiturismo Sinanché tienen derecho a una cata de miel, convivir con las abejas o crear velas con las ceras “para que se lleven un bonito recuerdo, creado por las manos de los mismos visitantes”.

La interacción con las abejas ha tenido tanto éxito, que periódicamente llegan turistas de Irlanda, España, Estados Unidos y otras partes de México, “muchos han tenido la suerte de ver volar junto a ellos a la abeja reina”.

Doña Miriam no oculta la devoción que siente por la melipona y la abeja europea o abeja melífera, una especie de himenóptero apócrito de la familia Apidae, “porque gracias a la apicultura sacamos adelante a mis hijos”.

Descubrir cómo cuidar las colmenas y que la mejor producción proviene de las flores de los árboles de Dzidzilché, Jabín, Catzín, Chuukpú, Bohón y Tahonal “no fue fácil”.

“Ahora sabemos que las abejas también se alimentan de las flores de plantas medicinales y árboles gigantes que hacen única la miel de la región, muy apreciada en Alemania”, precisa la propietaria de cuatro apiarios con 30, 40 y 50 colmenas de doble caja.

De la especie melipona, su apiario sólo tiene ocho cajas.

Doña Miriam explicó que el proyecto denominado Apiturismo Sinanché surgió como una forma de revalorar la labor y promover el cuidado del himenóptero, “somos apicultores por descendencia y sólo sacábamos miel y la vendíamos a los acopiadores”.

“Un día decidimos hacer algo diferente y envasar nosotros mismos la miel, por eso aprendimos a realizar jarabes, multivitaminas, jabones y velas”, dijo y evoca los viajes a Mérida y a otros sitios del país la promover la producción.

Recuerda que en 2011 se dieron a conocer como una cooperativa familiar, “nos íbamos a la Ciudad de México, Quintana Roo, Campeche y otras ciudades del país con cuadros llenos de abejas, miel y polen”.

En 2013 “aterrizó” el proyecto Apicultura Sinanché gracias al interés de varias personas que nos compraban miel, “querían venir a nuestra comunidad para ver la forma en que practicamos la apicultura”.

En la empresa familiar, su hijo Benigno da las ideas, sus tíos, hijos, sobrinos e hijos políticos participan en los paseos familiares, como guías en las cuatro cabañas.

Las visitas son de lunes a domingo de 10 a 17 horas, “pero a veces recibimos a grupos de turistas extranjeros atraídos por la novedad de convivir e interactuar con la naturaleza y las abejas”.

En el sitio, los visitantes pueden adquirir tres paquetes, los cuales llevan nombres de abejas:

El paquete zángano cuesta 60 pesos y el visitante recorre las cuatro cabañas temáticas acompañado de un guía, con derecho a cata de miel y elaboración de velas.

El obrera asciende a 80 pesos y recorren con guía las cuatro cabañas temáticas, elaboran velas e interactúan con las abejas, “si tienen suerte ven a la abeja reina”.

En tanto, el paquete Reina es de 200 pesos, tiene derecho a todo lo anterior e incluye la comida del día que puede ser relleno negro, relleno blanco, cochinita pibil, sopa de lima “o lo que deseen”, postre y agua natural.

Para interactuar con las abejas, el visitante debe tener un traje completo: velo, guantes y botas antes de ingresar al apiario.

Una vez en el apiario, los integrantes de la familia abren la caja de la colmena, sacan los cuadros para que vean cómo trabajan las obreras, los zánganos y la reina.

Los visitantes disfrutan al ver cómo las abejas almacenan la miel, polen, propóleo y jalea, “es algo bonito y diferente, a la gente le gusta cuando las abejas suben al traje”.

“Cuando termina la interacción te das cuenta que tienen otra visión de la apicultura, no sólo porque aprenden las diferencias en tamaño y posturas del zángano obreras y la reina, sino porque valoran su quehacer en el mundo”, explicó.

Al lugar acuden estudiantes de colegios particulares, la Universidad Autónoma de Yucatán, el Tecnológico de Mérida y Conkal, “aprenden que la humanidad no podría sobrevivir sin abejas, porque son las encargadas de polinizar los árboles y sin su labor no habría frutas, flores ni verduras”.

“Las abejas son inofensivas, sino las atacas no te hacen daño”, finalizó doña Miriam.

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