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El coquí, pequeña rana autóctona de Puerto Rico, intenta recuperarse tras María

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EFE

La comunidad de coquíes, pequeña rana autóctona y símbolo de Puerto Rico, busca recuperarse tras la devastación sufrida en estos ecosistemas por el huracán María y donde residen miles de estos anfibios.

Según dijo hoy a Efe la herpetóloga y profesora de Biología en la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras (San Juan), Patricia Burrowes, tenían 356 coquíes marcados en un trecho de 300 metros cuadrados en el bosque de El Yunque, “no hemos re-capturando ninguno de ellos después de María”.

“Mi impresión es que han disminuido, pero también es que nos cuesta mucho encontrarlos, porque la estructura del bosque ha cambiado mucho”, admitió Burrowes, quien realiza muestreos mensuales a 661 metros de altura en El Yunque, bosque que se extiende a cinco municipios de la zona noreste de la isla.

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La investigadora mencionó que los coquíes que han encontrado son “nuevos”, es decir que la población ha cambiado porque los vientos probablemente desplazaron los animales.

“Lo que sí ha disminuido drásticamente, y nos preocupa, es que hemos calculado una disminución de un 60 % en el número de juveniles”, dijo.

Explicó que para esta época del año es cuando más se reproducen los coquíes, y eso es lo que no está ocurriendo, probablemente porque ha desaparecido toda la vegetación del dosel del bosque y todas las bromelias y demás estructuras vegetativas que ellos utilizaban para aparearse y anidar.

Otras de las 17 especies de coquíes que aún se encuentran en o cerca de su area de trabajo en El Yunque son el coquí de las antillas, coquí de las hierbas, coquí martillito, coquí caoba o de Richmond, coquí de Hedrick y el coquí de la montaña.

Por su parte, el herpetólogo y profesor de la UPR en Humacao (este), Neftalí Ríos, afirmó a Efe que la población de coquíes ha ido mermando desde la sequía que ocurrió en el 2015 y produjo una reducción del 60 % en los coquíes juveniles por la falta de humedad y condiciones más frescas, pero se agravó con María.

“Once meses más tarde, todavía esas condiciones no se han repuesto por completo y tomará mucho tiempo”, dijo Ríos, quien trabaja hace cuatro años específicamente en la Sierra de Cayey, al centro, a casi mil metros de altura.

Ríos indicó que “cuando no hay este tipo de transformación grande”, como la deforestación y defoliación, la densidad de la cantidad de coquíes se estima entre 3.000 y 5.000 por hectáreas.

“Si extrapolas el efecto del huracán y que aún estamos evaluando, tenemos que esperar a que vuelva una temporada de reproducción”, adelantó.

El también profesor de la UPR-RP y herpetólogo Rafael Joglar, agregó a Efe que junto con estudiantes subgraduados y del programa graduado, trabajan “intensivamente” en la recuperación del coquí común, específicamente en El Yunque y en el Bosque Carite, éste último ubicado entre varios municipios del centro y sur de la isla.

Precisó, no obstante, que la comunidad de coquíes residentes en el Bosque Enano en El Yunque, como el coquí grillo y el coquí duende, han mermado desde la década del 1990, pero con el paso del huracán María, se afectaron más.

Igualmente se afectaron los coquíes habitantes en Carite, como el coquí de la montaña, cuya población ha disminuido grandemente desde el paso del huracán Georges en 1998, y el coquí caoba.

“Hemos visto una disminución masiva del coquí de la montaña en los pasados 30 años. Y ahora con el huracán, pues las impactó severamente”, sostuvo.

Ante ello, el experto, junto con sus alumnos, investigan cuáles especies podrían estar en peligro de extinción, al mencionar que en la década de 1970 se extinguió el coquí parmeado, en la década del 1980 el coquí dorado y en la de 1990 el coquí eneida.

Asimismo, Alejandro Ríos, herpetólogo de la Universidad del Turabo en Barceloneta (norte), resaltó a Efe que “en general, después de María, lo que he visto es que la distribución de especies generalistas, se ha ido esparciendo a lugares donde estas no se encontraban en altas densidades”.

“Las que se han desplazado son especies que viven en las áreas perturbadas. Y tanto la humedad relativa del aire, como la temperatura de ese área de bosque, van a cambiar y esas especies aprovechan y se mueven a esas zonas más altas perturbadas por el huracán donde la temperatura del área después del disturbio será más caliente”, explicó.

“Hay que hacer estudios a largo plazo para saber cómo van estas poblaciones. Tardarán años a que lleguen a su punto más óptimo”, admitió.

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