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Carnaval de Veracruz, identidad de un pueblo con raíces españolas y africanas

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EFE

Los espectadores siguen emocionados los pasos y la música de las comparsas que, sin perder el ritmo, avanzan sobre el malecón del puerto de Veracruz, en uno de los carnavales más alegres de México.

Con un sol inclemente que ubica al termómetro en los 34 grados centígrados, el estruendo de los sonidos locales se funde con el bullicio de los espectadores en esta ciudad del oriente de México que conmemora los 500 años de la llegada de los españoles y su fundación como primer ayuntamiento de América en tierra firme.

Con el lento paso de los carros alegóricos por el malecón del puerto turístico, asentado en Golfo de México, los grupos de comparsas hacen sentir a los asistentes que son parte de estas fiestas que se viven entre el son jarocho -natural de Veracruz- y las batucadas.

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Cerca de un millón y medio de visitantes disfrutan esta fiesta que se alarga durante una semana y representa el paso previo a la Cuaresma.

El carnaval de Veracruz de los 500 años llegó este domingo a su máximo esplendor.

Con dos desfiles de carros alegóricos y un multitudinario contingente conformado por 4.000 hombres y mujeres esculturales, el carnaval es la identidad de los veracruzanos, con profundas raíces españolas y africanas.

Las raíces africanas provienen de los esclavos traídos a la Nueva España.

La sonrisa imborrable de principio a fin de quienes desfilan, el acento jarocho distintivo en cada frase y el color bronce en las pieles de sus participantes llaman la atención de miles de turistas.

Al frente del desfile está la actual reina del carnaval, Ilse I, montada en una de los 35 carros alegóricos, vehículos decorados con la temática de los 500 años de fundación de la ciudad, y elemento metálicos, luces y brillo.

En 1925 se celebró por primera vez la fiesta que hoy en día es la más representativa de la ciudad y puerto de Veracruz.

El carnaval tuvo como primera reina a Lucha Raigadas, y fue una iniciativa de comerciantes y familias reconocidas de la época que buscaban dar un poco de alegría a la ciudadanía.

En estas tierras desembarcó en 1519 el conquistador español Hernán Cortés con sus once embarcaciones que zarparon desde la isla de Cuba con 518 soldados, 110 marineros, 16 jinetes, 32 ballesteros, 13 escopeteros, 10 cañones y cuatro falconetes.

Los historiadores aseguran que Cortés desembarcó en la zona de San Juan de Ulúa y en La Villa Rica, ambos lugares en las costas del Golfo de México.

En Veracruz, hoy se celebra una de sus mayores festividades y lo hacen rindiendo tributo a España, una nación que los convirtió en lo que son: un pueblo trabajador, honesto y dicharachero.

De todos los rincones de Veracruz, como La Antigua, donde se ubica una de las llamadas casas de Hernán Cortes y la primera ermita de América, llegan miles de personas para bailar, cantar y tomar cerveza hasta olvidar las penas.

Paradójicamente, en una región como la de Veracruz sumida en una oleada de violencia que dura ya más de una década.

“Es olvidarme de nuestros problemas. Hoy me libero”, grita uno de esos jarochos que deambula con el torso descubierto, sudando a mares una bebida alcohólica que se esfuma como el agua en su garganta.

Los visitantes también dejaron sus moradas de regiones montañosas, como Xalapa, Coatepec y Xico, por donde Cortés trazó su ruta hacia el centro del país, para participar en las fiestas carnestolendas que se alarga más de dos kilómetros de longitud, conformando una gran fiesta.

Los visitantes también acuden a lugares tan típicos como el barrio de la Huaca, que resguarda un pedazo del Veracruz de antaño formado por una amalgama de diversas razas y culturas que ahora son una sola.

Sobreviven 85 fachadas de casitas multicolores distribuidas en ocho manzanas y 28 patios de vecindad después de 300 años de haber sido levantado el barrio por esclavos africanos liberados.

La Huaca fue fundada justamente extramuros como un sitio en donde tenían cabida marginados, pescadores, cargadores del puerto, prostitutas, inmigrantes desfavorecidos, militares, desertores e indígenas.

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