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“El templo del tiempo”, arte para curar el dolor de la tragedia de Parkland

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EFE

El escultor californiano David Best trabaja contrarreloj para que su instalación “El templo del tiempo”, de 35 pies de altura, pueda servir como lugar de reflexión en el primer aniversario del tiroteo que acabó con la vida de 17 personas en una escuela secundaria de Parkland (Florida).

Como otras obras de Best, este templo sin dios ni religión está hecho de restos de las planchas de madera reciclada que se usan en diversas industrias y acabará siendo pasto de las llamas.

Desde fines de enero Best trabaja con ayuda de su propio equipo y de voluntarios en un terreno junto a lo que fue el Ayuntamiento de Coral Springs , a 3,5 millas de la escuela Marjory Stoneman Douglas, tristemente famosa por el tiroteo del 14 de febrero de 2018.

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Ese día Nikolas Cruz, un conflictivo exalumno que tenía entonces 18 años, se dirigió en un taxi Uber a su antiguo liceo, entró en uno de los edificios y mató a 17 personas, 14 de ellas estudiantes, con disparos de un fusil semiautomático que había comprado legalmente.

En una entrevista con Efe, el escultor de 73 años responde afirmativamente cuando se le pregunta si cree que el arte puede ayudar a curar heridas del alma, pero aclara que él no es “un sanador”.

“Eso lo hace el tiempo”, señala para explicar el nombre escogido para su instalación artística, que espera que sirva de ayuda y de esperanza a una comunidad con cicatrices todavía abiertas.

Best tiene sus propias opiniones sobre las armas, pero rehúsa exponerlas porque dice que su papel aquí es ser “neutral”, permitir que los que han perdido a sus seres queridos hagan su duelo y si lo desean compartan su dolor en estos templos de aire oriental.

“El templo del tiempo” es una de las cinco instalaciones de gran formato que forman el proyecto “Inspiring Community Healing After Gun Violence: The Power of Art” (El poder del arte: inspirar una cura para la comunidad después de la violencia de las armas).

La ciudad de Parkland y su vecina Coral Springs recibieron en 2018 una donación de un millón de dólares de parte de la fundación Bloomberg Philanthropies para este proyecto, que está pensado para que la comunidad participe en la construcción de las cinco obras.

El proyecto se inscribe en un programa terapéutico creado por el Museo de Arte de Coral Springs después de la matanza de Parkland.

“Scrollathon”, de los hermanos artistas Steven y William Ladd, que se inaugurará el próximo abril; “The Walk”, de Kate Gilmore; “Peace and Love”, de R&R Studios, formado por Rosario Marquardt y Roberto Behar, y “The Big Picture: Focusing on Resilience”, de Carl Juste, son las otras cuatro instalaciones.

Best construyó su primer templo en el año 2000 para un festival denominado “Burning Man” (Hombre en llamas) que se celebra anualmente en el desierto de Nevada.

Desde entonces ha levantado muchas de estas estructuras temporales, no solo en Estados Unidos, y también las ha visto arder.

Sin embargo, dice que cuando llega el momento de quemarlos le “gustaría ser otra persona”. “Es la parte del proyecto que menos me gusta”, subraya a Efe en una entrevista telefónica desde Coral Springs.

Pero lo sigue haciendo y así ocurrirá en mayo con “El templo del tiempo”, donde quienes lo deseen pueden dejar fotografías, cartas u objetos que pertenecieron a personas importantes en sus vidas que ya no están en la tierra.

El fuego hará que no se conviertan en un “souvenir” (recuerdo) ni acaben a la venta o “en manos de un periodista”, dice con ironía.

A su juicio, esta “epidemia” de violencia con armas de fuego, que no solo afecta a Estados Unidos, tiene que ver con que “no estamos trabajando (atendiendo sus problemas) lo suficiente con la gente”.

Si se hiciera un esfuerzo en construir escuelas, carreteras y otras cosas en favor de un mundo mejor, “la hostilidad sería menor”, asevera.

Sobre los muchos templos que ha levantado con ayuda de voluntarios, en su mayoría en lugares donde han ocurrido desastres naturales, conflictos o tragedias, afirma en su web: “para que la gente pueda sentirse segura, y sentir y expresar emociones profundas y por tanto sanar, deben ser bellos y delicados y a la vez ser fuertes para dar un respaldo reconfortante” a los que los visitan.

En sus declaraciones a Efe, Best dice que el mundo está lleno de templos que son demasiado perfectos para gente que se considera imperfecta y por eso se siente “excluida” en su interior.

Por eso los suyos no son “catedrales”, dice Best, quien también cree que “los arquitectos no deben ser más importantes que la gente que hay dentro de sus edificios”.

Con 73 años Best no se considera un “artista moderno”, dice con humor. Le gusta el arte contemporáneo y si hubiera podido habría sido “minimalista”, pero su arte es “lo opuesto a minimalista”.

También es un artista que ha optado porque sus obras “no tengan precio”. No lo tienen, “porque no se venden”, concluye.

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