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Barreneche, el colombiano que acabó en un hospital cuando buscaba la gloria

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EFE

Hernán Barreneche quería pasar a la historia del deporte colombiano como el primero en disputar un maratón en Juegos Olímpicos, los de 1968 en México, pero su ilusión acabó en un hospital con tres costillas rotas y otras heridas que, 50 años después, aún le duelen.

En realidad, no pudo dar ni una zancada. Nunca llegó a la línea de partida por culpa de un accidente automovilístico que aún recuerda como “si fuera hoy”, manifestó en una entrevista con Efe.

“El día de la competencia me alisté con tres horas de anticipación porque quería evitar cualquier contratiempo”, dijo el fondista nacido hace 79 años en la ciudad cafetalera de Pereira.

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El derecho a participar en los Juegos Olímpicos lo obtuvo gracias al triunfo en un campeonato celebrado meses antes en Bogotá, ciudad situada a 2.640 metros sobre el nivel del mar. El resultado le hacía confiar en un feliz desenlace en la capital mexicana, temida por su altitud de 2.250 metros.

Para encarar el maratón, que partía del Zócalo y terminaba en el Estadio Olímpico, los atletas fueron transportados en autobuses proporcionados por la organización.

Él estaba esperando su turno para abordar un vehículo cuando apareció el jefe de la delegación de Colombia en esos Olímpicos, Humberto Chica Pinzón, quien tenía a su disposición un automóvil de la organización con el que podía movilizarse con rapidez por la ciudad.

Barreneche, su entrenador Carlos Ávila, Chica y el conductor partieron convencidos de que llegarían más rápido y tranquilos para esperar la partida de la carrera.

No fue así.

A unos 300 metros del punto de partida el conductor tomó una avenida por donde deberían pasar los atletas pero con tan mala suerte que poco antes un policía de tránsito, por destrabar un atasco que se había formado como consecuencia del cierre de las vías, abrió el paso a unos vehículos.

“Hasta ahí llegó todo”, recordó Barreneche Ríos, quien en la actualidad ejerce como catedrático de Tecnología Mecánica en la Universidad Tecnológica de Pereira, en donde además obtuvo una licenciatura en Educación, Español y Audiovisuales.

“Alcancé a gritar: ?Cuidado!”, dijo.

Del vehículo salió herido junto con el conductor. Con menos consecuencias, pero “maltratado”, resultó Chica Pinzón.

“Perdí el conocimiento y cuando desperté estaba en una camilla en la sala de urgencias de un hospital. Miré el reloj que estaba en esa sala y como todavía faltaba como una hora para que la prueba comenzara intenté levantarme para ir a correr pero los médicos no me dejaron”, relató.

Un doctor le dijo que tenía que esperar a los resultados de otros exámenes para determinar su estado: tenía tres costillas fracturadas y el muslo derecho desgarrado.

Al final de la tarde el etíope Mamo Woldes se impuso en la distancia de los 42 kilómetros y 195 metros. El japonés Kenji Kimihara terminó en el segundo puesto y el neocelandés Mike Ryan se quedó con la medalla de bronce.

En la meta situada en el Estadio Olímpico aguardaba un nutrido grupo de la delegación colombiana sin saber lo que había ocurrido.

“Ellos esperaban a que yo apareciera. En el reporte de los 10 kilómetros no me nombraron. En el de los 20 tampoco, y al final, menos. Nadie sabía del accidente, así que pensaron que me había retirado”, dijo.

La falta de noticias llevó a un periodista colombiano, ya fallecido, a dar por segura la versión de la retirada en algún momento de la carrera, e informarlo en esos términos al país.

El dolor y la frustración por su fallida experiencia se mezcla con la nostalgia y algunas risas del hombre que con 79 años “bien vividos” destacó al colgarse en el oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1962 en Jamaica y el bronce en los Juegos Panamericanos de Cali en 1971.

Cuatro años después de la ‘frustración olímpica’ de México’68, el atletismo le dio otra oportunidad, en los Juegos Olímpicos de Múnich’72. Ocupó el puesto 29, a más de diez minutos del estadounidense Frank Shorter, quien se llevó el oro.

Su vínculo con el atletismo no se ha roto, a pesar del paso del tiempo, porque, según él, hace parte de su vida.

Tanto, que dice no tener planes de “jubilarse” del deporte.

Por eso, para celebrar su cumpleaños 79, en compañía de varios fondistas, dio igual número de vueltas a la pista atlética que lleva su nombre, ‘Hernán Barreneche’, en su natal Pereira.

Es como un ritual que cumple a pie, jamás en automóvil, hace tres años cuando llega el 25 de julio.

Ovidio Castro Medina

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