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Tu voz: dejen de predicar la narrativa del inmigrante heroico

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Tengo familiares que son inmigrantes de México, Croacia y Canadá.

Un buen amigo mío vino a los Estados Unidos desde México cuando era niño, se graduó de una de las mejores universidades públicas.

Las experiencias de estos individuos tienen algo en común: son inmigrantes que no han hecho nada extraordinario o heroico. Son inmigrantes que simplemente han trabajado, recibido educación, participado en sus comunidades y criado familias.

Es la narración exacta del inmigrante heroico o extraordinario, esos inmigrantes que merecen respeto o estatus legal debido a un logro titánico, son abundantes en nuestra sociedad y, a menudo aparecen en los medios de comunicación. ¿Por qué el solo hecho de ser un inmigrante y tener éxito es heroico?

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En los últimos meses, ha habido una serie de anuncios de televisión de la cerveza mexicana Modelo destacando la idea del ‘inmigrante modelo’. El anuncio presenta a un méxicoamericano de primera generación, Eddie Jiménez, quien es un piloto de helicópteros de rescate que recibe una medalla por su heroísmo.

Este anuncio es parte de la campaña de publicidad pro inmigrante más amplia de la cervecería Modelo, que presenta historias de inmigrantes que, algunos dirían, merecen estar en este país.

Vimos esta narrativa desarrollarse en el extranjero, en Francia, cuando un inmigrante maliense escaló un edificio para rescatar a un niño en París. Por esta valiente acción, le prometieron la ciudadanía francesa.

Pero en un país que ahora está dominado por políticas de separación familiar, familias que quizás nunca sean reunificadas y donde el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) deporta agresivamente a miles, esta descripción de quiénes son los inmigrantes es inadecuada.

Cuando las personas, especialmente las que abogan por los inmigrantes y los refugiados, caen en la predicación de la narrativa de los inmigrantes heroicos; es ciertamente comprensible por qué lo hacen.

Porque parece completamente natural esforzarnos para ensalzar las virtudes y los increíbles logros individuales de los inmigrantes y refugiados cuando el presidente de los Estados Unidos se refiere a ellos como personas que “infestan” al país, un sello distintivo del lenguaje de la supremacía blanca.

Así que ya no es suficiente señalar que los inmigrantes indocumentados cometen crímenes a un ritmo menor que los ciudadanos y que los refugiados contribuyen con miles de millones de dólares a la economía.

Es hora de romper los límites de la narrativa de los inmigrantes heroicos para contrarrestar eficazmente la agenda antiinmigrante de Donald Trump, y abogar por una visión positiva de los valores de la inmigración.

Trump y sus aliados, a diferencia de algunos republicanos del pasado, ya no distinguen entre inmigrantes buenos y malos, e incluso entre inmigrantes legales e indocumentados.

La agenda de inmigración hostil de la administración se dirige ahora a la inmigración legal, en particular el fin de la llamada “migración en cadena” o la inmigración basada en la reunificación familiar. También han propuesto poner fin al programa de lotería de visas y han limitado las visas H1B1 para trabajadores altamente calificados.

Con una administración y un partido político comprometidos con una importante reducción de la inmigración legal, no es prudente esperar que la figura de los inmigrantes heroicos cambie la mentalidad de los partidarios de Trump sobre la política de inmigración, aunque de todos modos eso no hubiera sido fructífero.

El ex presidente Barack Obama estaba interesado en hacer distinciones entre los inmigrantes buenos, trabajadores y respetuosos de la ley y los inmigrantes que rompen las leyes, distinguiendo entre personas altamente calificadas y poco calificadas.

Estas distinciones formaron la base del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), que protegía a los “buenos” inmigrantes traídos aquí cuando eran niños, pero mantenía a millones de otros inmigrantes indocumentados en la sombra.

Aunque ciertamente tenía una retórica más positiva hacia la inmigración y una política de inmigración menos cruel que Trump, Obama, no obstante, presidió una cantidad récord de deportaciones, la creación de centros de detención de inmigrantes y una mayor militarización de la frontera entre Estados Unidos y México.

La administración pasada sentó el precedente de lo que la administración actual solo ha empeorado. El gobierno de Obama y otros demócratas no han articulado por completo una visión positiva y duradera de la inmigración, una visión que rechazó la narrativa ideal de los inmigrantes.

En este momento, los partidarios pro inmigración y pro inmigrantes deben presionar constantemente por una visión que defienda el respeto y la dignidad de todos los inmigrantes, independientemente de sus habilidades o conocimientos.

Hacerlo implicará dejar de clasificar a los inmigrantes según el valor que aportan a la economía. Los inmigrantes altamente calificados que trabajan en las compañías de tecnología de Silicon Valley no son intrínsecamente mejores inmigrantes que los trabajadores migrantes “poco calificados” que recogen las fresas.

Las historias de inmigrantes aceptados en las escuelas de la Ivy League y lanzando nuevas empresas exitosas no deberían considerarse más inspiradoras que las de los inmigrantes que trabajan en empleos con salario mínimo y luchan contra la inseguridad económica.

Muchos migrantes y refugiados que llegan a Estados Unidos huyendo de la pobreza extrema y el crimen en Centroamérica o en zonas de guerra en Medio Oriente y África, probablemente no se enriquecerán ni se convertirán en el CEO de Uber.

Impulsar interminablemente la narrativa de que Estados Unidos debería aceptar a los inmigrantes altamente calificados primero y a todos los demás en un segundo distante, simplemente envalentonará las voces antiinmigrantes que argumentan que los migrantes y refugiados desesperados serán un lastre para el sistema y no pueden ser bienvenidos.

A menudo pienso en la difícil situación de los inmigrantes indocumentados con discapacidad y en cuántos enfrentan la deportación y ser rechazados en la frontera simplemente porque los oficiales de inmigración asumen que no pueden contribuir a la sociedad y la economía.

En medio de la constante deshumanización y degradación de los inmigrantes y refugiados, se necesita más un marco moral que enfatice la humanidad de los inmigrantes y las comunidades de inmigrantes.

Celebremos al inmigrante que se convierte en astronauta o sirve en el ejército, así como a los que recolectan verduras, limpian habitaciones de hotel o trabajan en restaurantes y fábricas.

Dan Escalona es escritor, pensador y optimista ocasional en este mundo aleatorio, caótico y estúpido. Se graduó de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign con una maestría en Periodismo. Puedes seguirlo en Twitter @danescalona77

Si quiere leer esta historia en inglés, haga clic aquí.

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