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Viajé a través de 10 países para obtener asilo en EE.UU. Terminé viviendo el ‘Sueño Mexicano’

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Mi objetivo después de viajar a la frontera México-Estados Unidos era conseguir asilo en Estados Unidos. Cuando eso no funcionó, me di cuenta de que podía construir una vida para mí en Tijuana.

Hace dos años, cuando tenía 23 años, viajé a través de 10 países en autobús, barco y a pie para llegar desde Brasil a la frontera México-Estados Unidos. En ese momento, tenía el mismo objetivo que la mayoría de los migrantes que llegan aquí: llegar a Estados Unidos, en mi caso para reunirme con mi madre y mi hermana en Florida.

Dos años después, sigo aquí en Tijuana. Inesperadamente, estoy prosperando, y soy feliz aquí en México. Tengo un trabajo con una organización de ayuda a los inmigrantes y estoy solicitando mi ingreso a la universidad.

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Cuando empecé mi viaje, parecía posible llegar a Estados Unidos, con la moratoria de la administración Obama sobre la deportación de haitianos a su país de origen. Pero la política cambió cuando me dirigía a la frontera de Estados Unidos. Cuando llegué, la puerta estaba cerrada.

Cuando llegué a Tijuana, no podía esperar para irme. La ciudad parecía ruidosa y caótica, y yo no hablaba ni una palabra de español. Me mudé a un refugio administrado por la iglesia y necesitaba dinero, así que conseguí un trabajo lavando platos en un restaurante, y luego un trabajo en una fábrica de llantas. Solicité a las autoridades mexicanas una visa humanitaria, y luego pude obtener una visa de trabajo de cuatro años.

Dos años más tarde, sigo aquí y me he forjado una vida. Claro, quiero visitar a mi familia en Florida en algún momento, pero mi meta es ser feliz y estable aquí en México. Soy organizador de un grupo que ofrece clases de idiomas y servicios sociales a inmigrantes. Incluso publiqué un libro sobre mis viajes y experiencias.

Sé que la mayoría de las personas que emigran a EE.UU. tienen su mente puesta en el “sueño americano”, pero me he dado cuenta de que también hay un “sueño mexicano”.

Es posible trabajar aquí, estudiar y cultivar el talento. Esas puertas aún están abiertas en México para los inmigrantes ambiciosos, y los costos no son tan altos como en Estados Unidos. Sí, hay violencia, prejuicios y racismo contra los migrantes en México, al igual que en Estados Unidos.

No me malinterpreten, no estoy apoyando la actual política de inmigración del gobierno de Estados Unidos, y México ciertamente no tiene una política de puertas abiertas para todos los inmigrantes. Pero he descubierto que en México hay más de un camino a seguir para los migrantes. Tenemos opciones aquí.

Estados Unidos puede ser el país más rico del mundo, pero eso no significa que la vida sea automáticamente mejor para los migrantes. Muchos estadounidenses no entienden muchas cosas sobre nosotros o sobre cómo es la vida en países que son sus vecinos cercanos.

La mayoría de las personas no quieren dejar sus hogares o familias, pero nosotros sí tenemos que hacerlo por la pobreza y la violencia. Huimos del hambre, de la inseguridad, de la falta total de oportunidades educativas. Los mexicanos, he encontrado, entienden mejor esta desesperación. Nos respeten o no, entienden por qué los centroamericanos y los haitianos han huido de sus países.

La semana pasada, di una charla en uno de los albergues de Tijuana donde cientos de centroamericanos se han hospedado desde que comenzaron a caminar hacia el norte en el otoño. Les expliqué mis razones para hacer una vida aquí en México y el proceso de empezar: solicitar una visa, conseguir una vivienda y encontrar un trabajo.

El consejo que di a mis hermanos y hermanas centroamericanos fue que tuvieran paciencia, pero no paciencia pasiva. Les insté a que siguieran intentando llegar a Estados Unidos si ese era su objetivo, pero no a que esperaran en un refugio indefinidamente. Les sugerí que encontraran trabajo en Tijuana y avanzaran en la vida, y que estuvieran abiertos a hacer una vida en México en lugar de poner todo en espera en pos de una meta que puede ser inalcanzable.

Ser migrante es algo de lo que me siento orgulloso. Mientras algunos nos ven como un problema, necesitamos vernos a nosotros mismos como somos: personas ambiciosas y decididas que dejaron situaciones insoportables en casa en busca de una vida mejor. Tenemos que ser un equipo y apoyarnos mutuamente. Juntos somos más fuertes.

*Ustin Pascal Dubouisson es el autor del libro “Sobrevivientes” y trabaja para la organización no gubernamental Espacio Migrante en Tijuana. Es originario de Puerto Príncipe, Haití.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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