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Venezuela: en la crisis por el liderazgo, los militares podrían tener la ventaja clave 

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El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha sabido por mucho tiempo que en las fuerzas armadas está la clave de su permanencia en el cargo.

Tanto Maduro como su predecesor, Hugo Chávez, hicieron grandes esfuerzos para crear un ejército “a prueba de golpes”, cuya lealtad estuviera garantizada tanto por la codicia como por el miedo. Y aunque han aparecido grietas en los últimos días en esa fachada unificada, al parecer pocas señales externas indican que se desmoronará en el corto plazo.

El sábado 2 de febrero, cuatro oficiales de la Fuerza Aérea —tres generales y una mayor—, anunciaron en las redes sociales su paso al bando del líder opositor Juan Guaidó, quien se declaró presidente interino el 23 de enero pasado, después de afirmar que la reelección de Maduro —efectuada el 20 de mayo pasado— y su presidencia son ilegítimas.

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“En Venezuela, es urgente y necesario rescatar la democracia y restaurar el estado de derecho”, consideró uno de los oficiales renegados, el general Jorge Oropeza Pernalete, en un video publicado el domingo en YouTube. “Pido a otros que repudien a Nicolás Maduro y a aquellos que están con él en el régimen, que han tomado el poder de forma arbitraria y autoritaria”.

Es difícil decir qué tan profundo es el disenso en las filas. Después de declararse presidente, Guaidó inmediatamente pidió a las fuerzas armadas que apoyen un “gobierno de transición” y propuso una ley para ofrecer la amnistía a todos los uniformados que cambien su lealtad a su gobierno.

Maduro respondió con demostraciones de fuerza en varias bases militares y repitió los llamamientos a los oficiales y tropas a mantenerse leales. “Todos los días, las fuerzas armadas deben forjarse en unión, lealtad, disciplina y obediencia”, afirmó Maduro el sábado, en un mitin de simpatizantes. “Si Venezuela quiere futuro, paz y democracia, tenemos que preservar la fortaleza y la unión de las fuerzas armadas nacionales bolivarianas”.

En los 10 días posteriores al anuncio de Guaidó, no se conocen deserciones de alto nivel, más allá de los cuatro antedichos oficiales de la Fuerza Aérea. El 21 de enero, un grupo de tropas de la guardia nacional organizó un motín; allanaron un cuartel en Caracas, la capital venezolana, y tomaron armas y vehículos. Maduro rápidamente sofocó la rebelión y arrestó a 27 guardias.

Cualquier levantamiento tomará tiempo, si es que ocurre, y probablemente se originará en las filas de nivel medio, entre los oficiales y los hombres y mujeres alistados cuyas familias deben lidiar con la dura cotidianidad venezolana, estimó José Machillanda, profesor de la Universidad Simón Bolívar, en Caracas, y exoficial del ejército.

Machillanda señaló que los índices de deserción han aumentado en el ejército y la guardia nacional, ya que muchos soldados, aviadores y marineros se unieron a los más de dos millones de venezolanos que huyeron del país en los últimos años, en medio de un colapso económico. La hiperinflación, la escasez de alimentos y medicamentos y la economía quebrada afectan especialmente a los rangos más bajos, indicó.

Los expertos descartan la posibilidad de deserciones masivas por parte de los altos mandos porque Maduro y Chávez se aseguraron de otorgarles un estatus exaltado, con altos rangos y beneficios, incluidos salarios generosos, apartamentos y séquito.

El ejército venezolano ahora cuenta con más de 3,000 generales y almirantes, detalló Carlos Calatrava, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello. En contraste, el ejército estadounidense, mucho más grande, tiene solo 920 “oficiales de bandera”, según el Servicio de Investigación del Congreso.

“En este momento, las fuerzas se parecen a lo que podríamos llamar un partido político armado, y lo único que mantiene a Maduro en el poder son sus líderes, el alto mando militar”, destacó Calatrava.

Otro factor que impide la rebelión a gran escala es el hecho de que un número desconocido de comandantes se convirtió en cómplice de actividades ilegales. Las autoridades de Estados Unidos creen que muchos están involucrados en el narcotráfico, el lavado de dinero y las transacciones en el mercado negro.

“Una de las razones principales por las que el liderazgo militar apoya a Maduro es que, en una transición hacia la democracia, todos terminarán enjuiciados”, explicó Harold Trinkunas, académico de investigación de Stanford que ha escrito extensamente sobre el ejército venezolano.

Otro factor, según Trinkunas, es que Chávez, quien dirigió el país durante 14 años, hasta su muerte en 2013, incorporó espías entrenados por cubanos al liderazgo militar para monitorear el descontento.

Para Trinkunas, la amenaza más grave para Maduro hasta la fecha fue el plan de golpe de estado “Operación Constitución”, en 2018, que supuestamente involucró a oficiales de todas las ramas del ejército. Aunque el movimiento se frustró, se le permitió “desarrollarse para que Maduro pudiera averiguar cuántos participaban, y luego [realizar] arrestos antes de que el plan pudiera dar resultado”, agregó.

Eventos aislados, como el secuestro, en junio de 2017, de un helicóptero por parte de un investigador de la policía que luego lanzó granadas en la Corte Suprema, y la bomba en un avión no tripulado que explotó en un desfile militar al que Maduro asistió, en agosto último, atestiguan más la dificultad de planear una revuelta a una gran escala que la debilidad de Maduro, consideró Calatrava.

El estado operativo de los militares venezolanos y el espíritu castrense de los uniformados son consideraciones importantes para Estados Unidos, que sopesa una intervención militar, una opción descartada por la mayoría de los analistas, según los cuales podría producir otro atolladero al estilo de Vietnam o Irak.

En una entrevista de CBS-TV, el 4 de febrero, el presidente Trump describió la posibilidad de que EE.UU. pueda intervenir militarmente para apoyar a Guaidó como “una opción”. Su asesor de seguridad nacional, John Bolton, mostró una libreta, durante una presentación noticiosa en enero, en la que estaba escrito: “5,000 soldados a Colombia”. Más tarde, Bolton prometió “graves consecuencias” si Guaidó resultaba dañado, lo cual levanta sospechas de una respuesta militar.

Estados Unidos reconoció rápidamente a Guaidó como el líder legítimo del país después de que se declarara a sí mismo presidente. Guaidó es presidente de la Asamblea Nacional, el cuerpo legislativo que Maduro dejó de lado y reemplazó con su propia legislatura, repleta de sus partidarios.

Si bien el ejército de Venezuela, mal alimentado, mal entrenado y pobremente equipado, no puede competir con el poder militar de Estados Unidos, lo difícil sería la larga transición hacia la democracia, en la que las fuerzas estadounidenses podrían enfrentarse a miles de grupos paramilitares armados que organizan ataques defensivos similares a los que atormentan a las tropas estadounidenses en Afganistán, Irak y Siria.

“La intervención de EE.UU. sería muy arriesgada y una mala idea”, consideró Trinkunas. “No porque fallaría; una invasión estadounidense terminaría rápidamente, en semanas, quizás días. Sino porque Venezuela tiene muchos otros actores armados que preocupan más que los militares”.

Trinkunas se refería a las miles de milicias armadas, móviles e ideológicamente motivadas en tres grupos diferentes, que podrían montar una lucha indefinida. Machillanda, de la Universidad Simón Bolívar, identificó a los tres grupos como Colectivos, Milicias Universitarias y Jóvenes Armados, y dijo que son utilizados por Maduro para reprimir la disidencia y acosar a la oposición, principalmente en los barrios pobres.

“Estos tres grupos paramilitares han creado un factor de desorden extremo dentro del sistema político venezolano”, explicó Machillanda.

Las principales ramas del ejército venezolano —el Ejército, la Fuerza Aérea, la Marina y la Guardia Nacional— suman alrededor de 125,000 efectivos. Maduro también tiene a su disposición entre 500,000 y un millón de miembros de la Milicia Nacional Bolivariana, una rama poco entrenada de guerreros a tiempo parcial, que Chávez estableció en 2011. Durante su discurso, el 2 de febrero, Maduro aseguró que planea expandir el alistamiento dentro del grupo a dos millones de personas para abril.

Maduro también podría contar con el apoyo de grupos guerrilleros de izquierda colombianos, especialmente el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Según los analistas de seguridad, se cree que los rebeldes recibieron refugio —así como apoyo médico y financiero— de parte de Maduro, en la permeable frontera occidental con Colombia, donde se estima hay unos 2,500 efectivos.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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