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Una antigua civilización peruana podría haber extirpado el corazón de 140 niños durante un enorme sacrificio

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Un grupo de antropólogos hallaron evidencia de un masivo ritual que involucró la muerte de más de 140 niños, tres adultos y al menos 200 llamas jóvenes, en la costa norte del Perú.

El sitio arqueológico, conocido como Huanchaquito-Las Llamas, representa uno de los mayores casos de sacrificio masivo de niños visto en todo el continente americano.

Gabriel Prieto, profesor de arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo que comenzó a excavar en Huanchaquito-Las Llamas en 2011, afirmó que el descubrimiento los sorprendió a él y a sus colegas. “En Perú estamos familiarizados con los huesos humanos, pero en este caso en particular había tantos esqueletos, y todos eran niños”, narró. “Era asombroso”.

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Las víctimas tenían edades comprendidas entre los seis y los 14 años, y parecen haber sido asesinadas en un evento bien planificado y coreografiado, durante una única jornada letal. Sus huesos momificados se encontraban cuidadosamente dispuestos, con sus cabezas apuntando hacia el océano y sus pies hacia a las montañas. Muchos de sus restos fueron encontrados con los huesos de una o dos llamas jóvenes que yacían sobre ellos.

Los pequeños, tanto varones como mujeres, parecen haber sido asesinados de la misma manera, con un solo corte horizontal a través del esternón.

Como si esto no fuera lo suficientemente espantoso, los investigadores señalan que muchas de las cajas torácicas de los niños parecen haber sido arrancadas del cuerpo. Esto sugiere que sus corazones fueron removidos poco después de la muerte. “No podemos probarlo, pero ciertamente en el mundo maya se describía la importancia de tomar un corazón que aún latía”, explicó John Verano, antropólogo de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, y uno de los líderes de la investigación, que se publicó el miércoles en PLOS One.

Según la datación por carbono 14 de los esqueletos excavados, el sacrificio tuvo lugar alrededor del 1450, cuando el complejo y jerárquico imperio chimú gobernaba la región. El imperio floreció desde el siglo XI hasta el XV. En su apogeo se extendía a lo largo de más de 600 millas de costa, desde la frontera actual de Perú y Ecuador, hasta la moderna ciudad de Lima.

Los chimúes supervisaban una sociedad agrícola que dependía de una red sofisticada de canales hidráulicos para regar los campos. La ciudad capital, Chan Chan, ubicada a pocas millas de donde ahora se encuentra la ciudad de Trujillo, incluía palacios y jardines, plazas y templos. Fue uno de los asentamientos urbanos más grandes del continente. El sitio de Huanchaquito-Las Llamas se encuentra a unas dos millas al norte de Chan Chan, a menos de un cuarto de milla del océano. Fue descubierto en 2011, cuando los residentes notaron huesos de humanos y llamas en las dunas de arena erosionadas, a lo largo de las nuevas carreteras que se estaban construyendo en el área.

Prieto presionó al Ministerio de Cultura de Perú para que realizara una excavación de emergencia antes de que se perdiera más material arqueológico, y su solicitud fue rápidamente concedida. Más tarde, él y Verano pudieron obtener fondos adicionales, incluso de la National Geographic Society, para volver al sitio en 2014 y 2016.

En esa primera temporada de excavación, Prieto y su equipo desenterraron a 43 pequeños y 74 llamas. Casi de inmediato el experto comprendió que no se trataba de un cementerio regular.

Los niños habían sido colocados acostados y de lado, en lugar de sentados, la postura de entierro más tradicional en la cultura chimú. Ninguno de ellos llevaba un collar de cuentas, y no había ofrendas de cerámica enterradas junto a ellos. Algunas de las caras de los niños mayores habían sido teñidas de rojo con una pintura facial hecha de cinabrio, y estaban enterrados con tocados ceremoniales.

“No era típico de los entierros que conocemos”, explicó Verano.

También observaron ese corte efectuado a mano firme a través del esternón, cuerpo tras cuerpo de los pequeños, e incluso en muchas de las llamas.

Los antropólogos han sabido durante décadas que los chimúes ocasionalmente cometían asesinatos en masa. En la década de 1970, los arqueólogos que trabajaban en Chan Chan encontraron restos de cientos de mujeres jóvenes que habían sido sacrificadas para ‘acompañar’ al rey después de su muerte. Los investigadores también encontraron los huesos de 200 víctimas -niños, adultos y ancianos- que fueron ejecutados por guerreros chimúes en algún momento alrededor del 1300.

Pero el descubrimiento de un sacrificio masivo ritual de niños resultó algo nuevo.

Melissa Murphy, antropóloga de la Universidad de Wyoming, que no participó en el nuevo trabajo, consideró que aunque otros investigadores habían encontrado evidencia de sacrificios de niños y asesinatos en masa en la región, la magnitud de este evento y las heridas fatales lo distinguen. “Este hallazgo es único por su dimensión, por la técnica diferente y por los chimúes”, dijo.

Los antropólogos no saben mucho sobre el sistema de creencias de los chimúes. No hay un registro escrito de su religión, y debido a que la mayoría de su arte es simbólico más que representativo, proporciona solo algunos consejos sobre sus prácticas religiosas. Hay algunos tapices que representan asesinatos en masa, pero estos parecen mostrar prisioneros de guerra, no niños.

Aún así, para los autores del informe PLOS One una pista de lo que podría haber precipitado el evento sangriento en Huanchaquito-Las Llamas radica en el sitio mismo.

Los investigadores notaron que los niños y las llamas estaban enterrados en una gruesa capa de lodo que yacía sobre la arena. Esto sugiere que el sacrificio ocurrió después de fuertes lluvias, que causaron inundaciones y aludes en el área. Quizás este sacrificio épico fue diseñado para detener las lluvias.

La costa norte del Perú es generalmente seca y árida, pero en ocasiones la corriente de El Niño arroja fuertes lluvias e inundaciones al área. Ello podría haber causado daños catastróficos al suministro de alimentos de los chimúes.

“Creemos que una lluvia descontrolada estaba destruyendo la economía y la estructura política del reino chimú, y el sacrificio fue su reacción”, explicó Prieto. “Nunca sabremos el verdadero significado de ese sacrificio, pero nuestra interpretación es que sentían que estaban contribuyendo con algo para resolver el problema al renunciar a su recurso más valioso: la vida de sus hijos”.

Haagen Klaus, un antropólogo de la Universidad George Mason, en Fairfax, Virginia, que no estuvo involucrado en la investigación, mostró pocas dudas de que el sacrificio fuera una respuesta a las lluvias. “Cuando llueve en la costa norte de Perú es como si el mundo estuviera de cabeza”, comentó. “Las inundaciones causan la evacuación de personas y la interrupción de los sistemas económicos”.

Su propia investigación sobre el sacrificio ritual sugiere que a menudo se realizaba como una forma de negociar con entidades que, según se creía, tenían poder de controlar los eventos naturales.

“En estas sociedades fueron los ancestros quienes controlaban el agua, y en esta parte del mundo el agua es vida”, prosiguió. “Una ofrenda que apaciguara a los antepasados puede haberse considerado necesaria para devolver el equilibrio al mundo”.

Los investigadores determinaron que todos los niños gozaban de buena salud en el momento de su muerte, y que probablemente provenían de diversas comunidades geográficas y étnicas del imperio chimú.

Al observar otras culturas antiguas que practicaban el sacrificio de niños, como los aztecas, Prieto concluye que los niños probablemente fueron tratados especialmente bien en los meses previos a su muerte. “Sabemos que en México los preparaban durante al menos seis meses, se les daban comidas y comidas especiales, y había ensayos sobre cómo debían comportarse en el evento”, detalló.

Prieto cree que los tres adultos que se encontraron en el sitio -dos mujeres y un hombre- pueden haber sido encargados de cuidar a los pequeños antes del ritual. A diferencia de los niños, sus esternones no habían sido cortados y sus costillas no lucían estiradas. Una de las mujeres parece haber muerto debido a un fuerte golpe en la parte posterior de la cabeza; la otra sufrió un golpe en la parte delantera de la cabeza, pero no está claro si esa fue la causa de su deceso. Los autores notaron que las costillas del hombre sí están rotas, pero que es posible que ello haya ocurrido después de su muerte.

“Creo que estas dos mujeres y el hombre formaban parte de un grupo que cuidaba a los niños y que fueron enterrados con ellos en algún momento”, dijo Prieto. “No dijimos eso en el periódico, pero mi sensación es que estaban tan estrechamente relacionados con los chicos, que los organizadores de la ceremonia decidieron: si ellos mueren, ustedes también”.

Para Verano, todavía hay más trabajo por delante en el sitio. Él, Prieto y sus colaboradores planean hacer un análisis más profundo de los esqueletos, con la esperanza de revelar más información acerca de quiénes eran estos niños, de qué regiones geográficas procedían, qué comían y a qué comunidades étnicas representaban.

Al mismo tiempo, Prieto comenzó a excavar en otro sitio en la cercana Pampa La Cruz, donde ya ha encontrado 132 pequeños y 250 llamas. Es un hallazgo espeluznante que lleva a una conclusión aún más espantosa sobre el asesinato en masa de niños en Huanchaquito-Las Llamas: el hecho sucedió más de una vez.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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