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Cráneo de 210.000 años de antiguedad en Grecia, el signo más temprano de humanos modernos en Europa o Asia

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Hace unos 210.000 años, un ser humano murió en el sur de Grecia, lo que dejó a los científicos con las primeras pruebas de la migración humana fuera de África y los llevó a reconsiderar la historia de cómo nuestra especie se propagó por todo el planeta.

Un nuevo análisis del cráneo de esa persona sugiere que el Homo sapiens dejó su lugar de nacimiento en África unos 16.000 años antes de lo que se pensaba, según un informe publicado el miércoles en la revista Nature.

“Estamos viendo evidencias de dispersiones humanas que no se limitan a un éxodo importante fuera de África, como habíamos pensado en el pasado, sino a múltiples dispersiones”, dijo la líder del estudio Katerina Harvati, paleoantropóloga de la Universidad de Tubinga en Alemania.

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El cráneo fue encontrado hace unos 40 años en la cueva de Apidima en Grecia. El espécimen, apodado Apidima 1, estaba situado frente a frente, a tan sólo 30 centímetros (unas 12 pulgadas) de distancia de un segundo cráneo de aspecto humano conocido como Apidima 2.

Los dos cráneos parciales no estaban cerca de nada que ofreciera a los arqueólogos pistas útiles sobre su origen: ni herramientas de piedra, restos de animales, ni nada.

Con el tiempo, los investigadores determinaron que Apidima 2, el más completo de los dos cráneos, pertenecía a un neandertal.

Pero Apidima 1 no obtuvo un reconocimiento hasta que el Museo de Antropología de la Universidad de Atenas invitó a Harvati a usar su experiencia en imágenes y reconstrucción virtual 3D para dar vida a ambos cráneos.

Los resultados confirmaron que Apidima 2 pertenecía a un neandertal que vivió hace unos 170.000 años.

Apidima 1, sin embargo, tiene características que lo distinguen como un humano moderno. Su propietario vivió unos 40.000 años antes que su vecino de Neandertal, lo que lo convierte en el cráneo humano más antiguo encontrado fuera de África.

Cuando los investigadores retiraron los cráneos de la roca circundante con un cincel y un martillo, también se desprendieron pequeños fragmentos de hueso.

En lugar de tirar estos valiosos fragmentos, los conservaron para determinar la edad de los cráneos utilizando una versión de alta tecnología de la espectrometría de masas.

Esta técnica consiste en disparar un láser a los fragmentos del cráneo para generar partículas diminutas que pueden ser ionizadas. Examinando la masa y la carga de esos iones, los científicos pueden identificar los elementos de los que está hecha su muestra.

Cuando se trata de averiguar la antigüedad de algo, los arqueólogos están interesados en un elemento en particular: el uranio.

La mayoría de los átomos de uranio que se encuentran en la naturaleza son U-238, un isótopo con 92 protones y 146 neutrones. Con el tiempo, los átomos del U-238 pierden cuatro de sus neutrones y se descomponen en otro isótopo conocido como U-234.

Cuando el hueso está enterrado en el suelo, puede absorber el U-238 del medio ambiente. Por lo tanto, al determinar las cantidades relativas de U-238 y U-234, los científicos pueden determinar la edad mínima de los huesos.

Los resultados indicaron que aunque los dos cráneos fueron encontrados tan cerca uno del otro, eran de períodos muy diferentes.

Se estima que la roca que rodea Apidima 1 tiene unos 210.000 años de antiguedad, mientras que la que rodea Apidima 2 sólo tiene 170.000 años.

La mejor explicación, dijo el coautor del estudio Rainer Grün, geoquímico de la Universidad de Griffith en Australia, es que “Apidima 1 provenía de un entorno muy diferente originalmente, antes de ser depositado en ese sitio”.

Para determinar las especies de los cráneos, los investigadores tomaron tomografías computarizadas y usaron las imágenes para generar una reconstrucción virtual tridimensional de cada uno. Luego compararon los cráneos virtuales con una variedad de otros cráneos de especies conocidas.

Las características de Apidima 2 estaban dentro del rango de los especímenes de Neandertal. El cráneo tenía una prominente cresta de la frente, un área más grande debajo de las cuencas de los ojos y, lo que es más distintivo, una protuberancia en la parte posterior que se asemeja al cabello atado en un moño.

Aunque sólo quedaba la parte posterior del cráneo de Apidima 1, era suficiente para que los investigadores hicieran una identificación positiva. Eso se debe a que fue redondeado de una manera que es única para los humanos modernos, dijo Harvati.

Apidima 1 también carecía de las características típicas de los neandertales u otras especies humanas arcaicas, dijo.

La naturaleza incompleta del cráneo de Apidima 1 puede dejar a algunos expertos con dudas sobre su verdadero origen, escribió Eric Delson, paleoantropólogo de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, en un comentario que acompañó al estudio. Si se pudiera extraer ADN o proteínas del fósil, podría conducir a una identificación más convincente, escribió.

Pero Mirjana Roksandic, paleoantropóloga de la Universidad de Winnipeg, dijo que el cráneo ayudará a los científicos en su búsqueda continua para encajar las piezas del rompecabezas de la evolución humana.

“Ahora tenemos evidencia fósil de que podríamos haber tenido humanos modernos de estilo africano en Europa mucho antes de lo que se pensaba”, dijo Roksandic, que no participó en el estudio.

Harvati dijo que ya está contemplando una nueva serie de preguntas.

“¿Qué causó esta dispersión temprana?”, dijo. “¿Hubo algún avance tecnológico que permitiera una intrusión geográfica tan lejana en Europa?”.

El hecho de que estos cráneos fueran encontrados en Grecia podría ser una pista importante, dijo Roksandic.

“El Mediterráneo oriental es el punto de encuentro de los tres continentes”, dijo. Eso significa que es donde “tres poblaciones continentales se encuentran e interactúan”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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