Anuncio

100 sueños por cumplir: ‘Me impresionó ver cómo se junta el cielo con el mar’

Share

La mujer cierra los ojos. No sabemos exactamente qué edad tiene. Probablemente 75 o un poco más. Pero su rostro se transforma por un instante y se convierte en el de una niña y con una sonrisa que le ilumina la cara, trata de describir el momento en el que conoció el mar.

“El ruido de las olas estrellándose en la playa, pero sobre todo el olor”, dice la mujer emocionada, todavía con esa sonrisa en el rostro. “Lo que más me impresionó fue ver cómo se junta con el cielo, como si no tuviera fin”.

A Christian Solís el mar le trae buenos recuerdos. Tenía 7 años cuando junto a sus padres y a su hermana lo descubrió por primera vez. “Fue una experiencia que todavía no alcanzo a describir”, dice mientras escarba en su memoria. “Es una sensación que todos debemos tener la oportunidad de vivir”.

Anuncio

Con eso en mente, Solís junto con un grupo de colaboradores y amigos se ha dado a la tarea de asegurarse que al menos 100 personas tengan la experiencia de conocer el mar.

Para ello han creado el proyecto “100 sueños por cumplir”, cuyo objetivo es llevar desde la región de La Laguna hasta Mazatlán a 50 niños y 50 ancianos de bajos recursos para que disfruten por primera vez en su vida de la experiencia de conocer el mar.

“Para alguien que tiene recursos o que vive cerca del mar, este proyecto puede no parecer trascendente”, dice Solís. “Pero en una región como La Laguna (que comprende parte de los estados de Coahuila y Durango), y donde el mar se encuentra a por lo menos 8 horas distancia, la posibilidad de sentir las olas del mar, el aire tibio y la arena, es una experiencia que muchos no tienen, y que ni siquiera sueñan con la posibilidad de tener”.

Es el caso de Jesús Antonio Ramírez Regalado. Vive en el ejido Solís de Matamoros, Coahuila. Nació el 14 junio de 1998 en estado cuadripléjico. Tiene 21 años y pasa la mayor parte de su tiempo atado a una silla de ruedas.

El simple hecho de su condición es de por sí difícil, a eso “agréguele las dificultades económicas”, dice la señora Tencha, tía de Jesús Antonio. “Su papá murió hace seis años y su mamá trabaja limpiando casas en Torreón, así que se va a las 6:00 de la mañana en el primer camión y regresa en el último a las 7:00 de la noche”.

Para Jesús Antonio, la posibilidad de ir al mar era algo que ni siquiera pensaba. Se conformaba con lo que le platicaban o veía en la televisión. “Dicen que es muy grande y que tiene un olor fuerte”, explica mientras se tapa la cara para evitar el viento frío que recorre al Ejido Solís. “Ahora mismo me comería un caldo de pescado calientito”, dice en medio de una risa que contagia a todos.

Ese antojo, por trivial que parezca, significa mucho para una persona como él, que frecuentemente tiene que irse a la cama con el estómago vacío. “Hay veces que no hay nada que comer, y pues ni modo”, dice su tía Tencha.

“Su silla de ruedas no será un impedimento para que disfrute de esa experiencia maravillosa”, dice convencido Christian Solís.

Cadenas de favores

Aunque el objetivo es simple: llevar a un grupo de 100 personas a que conozca el mar, la logística que requiere es enorme. “Estamos creando toda una cadena de ayuda, de pequeños favores en la que participan negocios pequeños, hoteles, restaurantes, médicos, transportistas, artistas”, dice Solís, quien tiene amplios conocimientos en el desarrollo de proyectos de mercadotecnia y ha puesto su experiencia al servicio de esta causa.

En esta cadena cada quien aporta de acuerdo a sus conocimientos o posibilidades.

Santiago Chaparro, por ejemplo, es un especialista en video y producción y trabaja con una de las grandes compañías de medios de México. El ha aportado sus conocimientos para grabar y producir los videos que serán testimonio de esta experiencia. “Soy un enamorado de la vida y por eso estoy aquí”, dice Chaparro.

Como los demás integrantes del proyecto Agustín Castillo también quiere dejar un recuerdo imborrable de esta visita. “A cada uno de los participantes le vamos a entregar un obsequio para que lo tenga como un recuerdo de esta ocasión”.

El obsequio consiste de una cajita pintada con colores marinos y adornadas con motivos del mar. “En los lados hay peces, estrellas de mar, plantas, sol y en el interior va a haber un puño de arena y algunas conchitas y caracoles. En el interior de la tapa estará su nombre”, dice Castillo.

“Me parece un proyecto profundamente humano y como sé lo que significa el estar cerca del mar, quiero apoyar este idea”, dice Castillo, quien hace tres años llegó a Mazatlán y decidió quedarse.

Castillo, quien es propietario de una galería de arte, también va a donar una de sus obras para que sea rifada y ayude a recaudar fondos para llevar a cabo el proyecto. “Hay muchos costos y los recursos tienen que salir de algún lado”.

Como no hay dinero gubernamental ni de ninguna organización, ‘100 sueños por cumplir’, depende de la colaboración de personas o de empresas que estén dispuestas a apadrinar a uno o más niños o ancianos para que puedan cumplir este sueño.

Quienes califican para el viaje

La idea es darle la oportunidad a alguien que enfrente circunstancias difíciles en su vida, ya sea por razones familiares, de salud, por abandono, por carencia de recursos o por su edad. “El proceso de selección de las personas es una de las partes más importantes del proyecto, porque queremos asegurarnos que sean personas que realmente lo necesitan”, dice Solís.

El proyecto se encuentra en la etapa de identificación de las personas que van a participar, por lo que en los siguientes días se darán a conocer a través de la página de Facebook (100 sueños por cumplir) los perfiles de los elegidos.

Mucho más que un viaje

“Hemos decidido que para que esta experiencia sea realmente inolvidable, haremos cuatro grupos de 25 personas, los cuales saldrán con un día de diferencia”, dice Solís.

El recorrido, en sí mismo, es ya una experiencia por los hermosos paisajes de la Sierra Madre Occidental. Una vez en Mazatlán, los invitados recibirán la atención de diferentes hoteles y restaurantes que se han unido al esfuerzo y harán un recorrido por la ciudad, además de otras actividades recreativas.

“Queremos que niños y ancianos convivan, que hagan actividades juntos, que se acompañen en este momento de sus vidas”, dice Solís mientras explica los criterios para seleccionar a las personas que van a realizar el viaje.

Aunque para los beneficiarios del viaje será una experiencia que marcará sus vidas, también lo será para los pequeños empresarios, profesionistas y público en general, que aportarán algo positivo en las vidas de personas que lo necesitan.

Transparencia ante todo

Este proyecto ha sido acogido por mucha gente, primero en la región de La Laguna, pero se ha extendido con gran rapidez hacia la Ciudad de México, Guadalajara, Saltillo y Monterrey y recientemente a Los Ángeles. “Hay mucha gente participando y aportando sus conocimientos”, dice Solís. “Hay camarógrafos, productores, médicos, empresarios, individuos comunes y corrientes que desean dar sin esperar nada a cambio”.

Pero esta confianza no puede ser defraudada, y eso lo tiene absolutamente claro Solís, quien ha puesto especial énfasis en que todos los movimientos económicos sean transparentes y estén a la vista de todos. “Sólo así podremos ganarnos la confianza del público y seguir haciendo esta labor”.

Para mayores informes, o para patrocinar a alguna persona para que pueda hacer el viaje, pueden ir a la página de Facebook: 100 sueños por cumplir

Anuncio