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Toyota amplía el retiro del mercado de Prius, luego de revelar la falla de hasta 20.000 inversores híbridos

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Cerca de 20.000 propietarios de vehículos Toyota Prius experimentaron fallas en el sistema eléctrico de sus automóviles después de que la compañía los retirara de la venta, en 2014, e intentara remediar un defecto de seguridad modificando el software.

Así lo informó un ejecutivo de Toyota durante su testimonio en un juicio civil que se prolongó por dos meses y tuvo sus argumentos finales este lunes, en el Tribunal Superior del Condado de Orange en Santa Ana. El jurado, integrado por siete hombres y cinco mujeres, comenzó a deliberar el martes.

El caso fue presentado contra Toyota por Roger Hogan, uno de los mayores concesionarios de esa marca en el sur de California, quien alega que después de comenzar a alertar sobre el problema, Toyota tomó represalias contra sus concesionarios en San Juan Capistrano y Claremont.

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Por separado, la semana pasada, Toyota notificó a sus distribuidores en EE.UU que nuevamente ampliaría el retiro del mercado a raíz de la falla en el sistema de energía eléctrica, para incluir modelos Prius hechos en 2018. El retiro cubre 500 vehículos Prius Modelo C, con un problema de fabricación en el convertidor de corriente directa -una parte del sistema de encendido-, que podría causar la pérdida de energía y “aumentar el riesgo de un choque”, según las notificaciones enviadas a los concesionarios. La compañía indicó que aún está considerando cómo remediarlo, pero reemplazará el convertidor de corriente directa, que es distinto del componente afectado en los retiros anteriores, de ser necesario.

La retirada de mercado original cubrió alrededor de 800.000 Prius en EE.UU, de modelos desde 2010 hasta 2014. Toyota inició una segunda retirada en octubre pasado, cuando reconoció que la primera aún dejaba inseguros a los propietarios.

El largo juicio implica una batalla muy inusual por acusaciones de seguridad entre una automotriz y uno de sus principales concesionarios. Hogan fue presidente de la Asociación de Concesionarios de Toyota en el sur de California, y se describe a sí mismo como fiel a esa marca de por vida. Sin embargo, la compañía, durante el juicio, lo retrató como un oponente deshonesto que intentó vengarse de la empresa por sus acciones contra uno de sus hijos.

Toyota negó las acusaciones hechas por Hogan de haber tomado represalias en su contra por las cuestiones de seguridad, y afirmó que su disputa con la compañía data de 2016, cuando la automotriz consideró que su hijo no estaba calificado para actuar como gerente general. Hogan ha disputado esa afirmación.

Para Toyota, el juicio resucita algunos de los mismos problemas de transparencia sobre problemas de seguridad que enfrentó con su falla de aceleración no intencionada, que se conoció en 2009 con el cuádruple accidente fatal que involucró a un oficial fuera de servicio de la Patrulla de Caminos de California y su familia. Después de las audiencias en el Congreso, las investigaciones de los reguladores federales y las batallas judiciales, Toyota se comprometió a responder mejor a las quejas de seguridad y darle más autoridad a sus ingenieros de seguridad con sede en EE.UU.

En el juicio actual se alega que Toyota ha incumplido esas promesas. Todas las decisiones sobre el sistema de energía eléctrica y las resoluciones de retiradas de mercado se tomaron en Japón, según el abogado de Hogan, Amnon Siegel, quien citó el testimonio realizado durante el juicio por los ejecutivos de Toyota. Siegel alegó que la compañía ocultó la gravedad de los problemas del inversor, así como información clave sobre cómo se suponía que el software ayudaría a prevenir riesgos de seguridad.

La automotriz se negó a responder preguntas específicas sobre el testimonio, pero emitió una declaración general: “Toyota está comprometida con la seguridad y protección de sus clientes, y confiamos en que la evidencia dio pruebas de que Toyota actuó de manera adecuada al abordar los problemas de infalibilidad de los vehículos y en sus tratos comerciales con Sr. Hogan. Creemos que las alegaciones del Sr. Hogan carecen de fundamento”.

Los problemas con el sistema de energía eléctrica afectan un componente clave conocido como inversor, que aumenta el voltaje de la batería y se convierte en corriente alterna, similar a lo que sale de un toma de corriente doméstico. Los inversores del Prius sobrecalentaban y freían los transistores internos de alta potencia, lo cual provocaba una pérdida de energía que, en muchos casos, dejó a los propietarios varados a un lado de la carretera.

Toyota intentó solucionar el problema mediante cambios en el software del inversor en los años 2010-2014, aunque nunca reveló cómo éste o sus modificaciones podrían resultar en un sobrecalentamiento menor. La solución no evitó el recalentamiento, y las fallas del inversor continuaron.

Tom Trisdale, vicepresidente de calidad de productos de Toyota Motor Sales USA, el brazo de mercadotecnia de la compañía, declaró el 11 de junio que la empresa había recibido entre 18.000 y 20.000 reclamaciones de garantía por inversores cubiertos por la retirada. Un portavoz de Toyota declinó comentar sobre esa cifra.

En enero, Toyota le indicó a su consultor de ingeniería, Exponent, empleado para ayudar a defender reclamos legales en el pasado, que comience a analizar los inversores, y dio instrucciones a los distribuidores para que envíen todos los inversores fallidos directamente a Exponent, de acuerdo con el testimonio. Hasta marzo último se habían remitido 830 inversores y componentes a Exponent durante un período de 50 días, un promedio de aproximadamente 17 diarios.

La compañía acordó en 2014 reemplazar estos inversores bajo una cobertura de garantía extendida, en caso de falla, pero optó por no reemplazarlos todos con un diseño más nuevo que se lanzó en algún momento de ese mismo año.

Siegel descartó la corrección de software como una estrategia que le ahorró miles de millones de dólares a Toyota, y le dijo al jurado: “Si se le cae su iPhone y se rompe la pantalla, no lo conectará y corregirá el software”.

La compañía originalmente afirmó que la solución de software tenía la intención de prevenir el fallo de los inversores y garantizar la seguridad de los ocupantes del vehículo en caso de desperfecto, al permitir que el automóvil ingresara a un modo emergente que le permitiría moverse a unas 15 mph. Pero Hogan y algunos propietarios de vehículos afirmaron que los inversores fallaban sin llegar a entrar a ese modo de emergencia.

El abogado de Toyota, David L. Schrader, dijo al jurado el lunes en los alegatos finales que no se ha confirmado ni un solo accidente “relacionado con el retiro”. “La retirada ha funcionado”, aseguró en ese sentido.

Hogan presentó una petición de defecto ante la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés) a fines de 2017, alegando que la solución del software no estaba funcionando y que los inversores seguían fallando sin entrar al modo de emergencia. El verano pasado, la NHTSA se reunió con Hogan y con los oficiales de Toyota media docena de veces.

En octubre de 2018, Toyota avanzó con un segundo retiro para solucionar el problema del inversor. En ese momento, el objetivo no era evitar el sobrecalentamiento y la falla de un inversor, sino asegurar que el vehículo no se detuviera por completo, de acuerdo con los datos de información de defectos presentados por la compañía en octubre.

Hogan solicita decenas de millones de dólares en daños y perjuicios, alegando que Toyota cometió un fraude al ocultar los defectos e infringió la buena fe y el trato justo al tomar represalias contra él en sus operaciones comerciales, específicamente al no proporcionarle los modelos de camionetas más buscados y retrasar así sus ventas. Un experto académico analizó los vehículos que Toyota le proporcionó a Hogan y sus ventas, y concluyó que las asignaciones equivalieron a millones de dólares en ganancias perdidas.

La compañía lo disputó, alegando que Hogan no se había ganado el derecho a comercializar esos vehículos, basándose en su récord de ventas. Si Hogan está tan poco contento con Toyota, remarcó Schrader, podría vender sus dos concesionarias por un estimado de $62 millones.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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