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El tirador de la escuela en Parkland tiene el perfil típico de los asesinos en masa estudiados por el FBI

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Dos años antes de que el tirador de Parkland concretara su ataque asesino, le advirtió a la gente -al menos cuatro veces- lo que planeaba hacer.

Nikolas Cruz publicó repetidas amenazas en las redes sociales, a la vista de todos. Al menos tres de ellas fueron denunciadas a las autoridades, que no hicieron nada para detenerlo. Al menos otra publicación en internet no fue reportada.

“El hombre hizo todo menos sacar un anuncio en el periódico [diciendo]: ‘Voy a matar a alguien’”, afirmó el senador Lindsey Graham (R-Carolina del Sur) mientras el Comité Judicial del Senado examinaba cómo se manejó su caso.

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Las advertencias descaradas de Cruz fueron exactamente lo que uno esperaría de un asesino en masa en la era de internet, al igual que otros comportamientos previos al ataque, según un nuevo estudio del FBI.

El estudio analizó la conducta anterior a los ataques de 63 tiradores activos que mataron a varias personas entre 2000 y 2013. Más de la mitad le había comunicado a alguien, en línea o en persona, que tenían la intención de dañar. Cuanto más joven era el perpetrador, más probable era que participara en lo que los expertos llaman “filtración”.

Cruz, de 19 años, también siguió el manual del asesino de otras maneras: pasó una cantidad considerable de tiempo planeando el crimen, compró legalmente el rifle AR-15 que utilizaría, grabó una serie de videos de teléfonos celulares que intentaban explicar sus agravios, tuvo un morboso interés en el tiroteo en la escuela Columbine, y experimentó una serie de dificultades personales en el año antes de atacar.

Los asesinatos en masa como el de Cruz van en aumento.

En 2017, 30 tiroteos masivos tuvieron lugar en Estados Unidos, la mayor cantidad registrada durante un año, afirmó el FBI. A mediados de 2018, tales disparos ya incluyeron el ataque de Parkland, que dejó 17 personas muertas; el tiroteo en Santa Fe High School en Texas, que mató a 10; y el tiroteo de cinco empleados del periódico en Annapolis, Maryland, el jueves 28 de junio.

Ese pistolero tampoco ocultó sus intenciones. En un alegato legal de 2014, Jarrod Ramos escribió que había “jurado que le gustaría matar” a un columnista que, según dijo, lo había difamado.

La percepción generalizada de que los tiradores en masa son en su mayoría personas mentalmente enfermas, que cavilan en silencio y dan pocas señales de advertencia, es incorrecta y podría obstaculizar los esfuerzos para identificar a los atacantes antes de matar, expuso Andre Simons, el agente a cargo de la Unidad de Análisis de Conducta del FBI, y coautor del estudio.

“Ellos no gritan”, dijo Simons a los expertos de la ley, en una cumbre nacional de seguridad escolar que la agencia organizó a finales de junio en Washington.

La nueva investigación muestra que solo uno de cada cuatro de los tiradores en masa en el estudio alguna vez había sido diagnosticado con una enfermedad mental. Cruz no parece haber sido diagnosticado con ninguna condición mental severa o psicótica, aunque los registros estatales indican que fue tratado por depresión, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y discapacidad emocional conductual. Su madre le había dicho a los oficiales que tenía un trastorno obsesivo compulsivo, problemas de ira, ansiedad y autismo.

Más del 75% de los tiradores estudiados pasaron una semana o más planeando sus ataques. Algunos demoraron meses, incluso dos años. Aunque no está claro cuánto pasó Cruz planeando su ataque, compró el arma de fuego que usó un año antes de la masacre. Y la evidencia publicada el viernes mostró que envió un mensaje privado a un joven amigo, en 2017, diciendo que planeaba matar a personas en un parque en 2020.

Aún se está estudiando por qué tantos tiradores en masa eligen comentar sus planes en línea, pero los expertos dicen que muchos de los delincuentes potenciales pueden estar “viviendo de forma silenciosa en la vida real”, aunque con frecuencia interactúan “más vívidamente en línea”.

Las inquietantes proclamas de Cruz en las redes sociales duraron al menos dos años atrás.

Por ejemplo, en febrero de 2016, poco después de que Cruz comenzara a asistir a Marjory Stoneman Douglas High School a tiempo completo, el hijo de un vecino informó a la Oficina del Sheriff de Broward, que el joven había publicado en su cuenta de Instagram que “planeaba atacar una escuela”. En mayo de 2017, nueve meses antes del ataque a Marjory Stoneman Douglas, alguien llamado Nikolas Cruz publicó un comentario en un video documental titulado “Texas University Clock-tower Sniper 1966”, sobre un tiroteo de masas que dejó 14 muertos y 31 heridos. “Voy a [hacer] lo que él hizo”, escribió la persona.

Altos funcionarios del FBI en D.C. han reconocido públicamente que cometieron un error al manejar las dos pistas que recibieron sobre Cruz en los cinco meses anteriores a la masacre.

Las acciones de Cruz y Ramos no fueron incluidas en el estudio del FBI. Pero el tirador de Parkland, al igual que el 30% de los tiradores masivos estudiados, dejó lo que los expertos llaman una “prueba legada”, una comunicación preparada por adelantado por el delincuente para reclamar el crédito y ofrecer motivos.

Cruz grabó tres videos en su teléfono celular, que fueron descubiertos después de su arresto. Al menos uno de ellos fue grabado el día del ataque. Los otros parecen haber sido hechos de antemano. “Mi nombre es Nik, y voy a ser el próximo tirador escolar de 2018”, dice en el primero. “Mi objetivo es al menos [atacar a] 20 personas. Odio a todos y a todo... Me cansé de que me digan qué hacer y cuándo hacerlo”, agregó.

Un gran número de tiradores estudiados compartían un sentido de victimización y no manejaban bien la adversidad. Simons, el experto en comportamiento del FBI, afirmó que muchos de los tiradores alimentaban una queja -real o percibida- que parecía haber influido en su motivación. Aunque los agravios podrían no tener sentido para otros, resultan “narcisistas y profundos” para el individuo, consideró.

Todos menos una pequeña parte de los tiradores del estudio compraron sus armas legalmente, como Cruz. Solo cinco de ellos (8%), robaron o compraron sus armas de fuego ilegalmente. Cruz adquirió su AR-15 legalmente cuando tenía 18 años, dijeron los investigadores.

El estudio también disipó el mito de que solo los solitarios o aquellos en los márgenes de la sociedad atacan. La mayoría de los tiradores vivían con otras personas o tenían interacciones significativas en la vida real o en línea. Cruz pasó los últimos meses antes de ser arrestado viviendo con la familia de un amigo de la escuela, en Parkland.

Los líderes del FBI, aunque reconocen sus fallas, esperan que los hallazgos de la investigación disipen los mitos comunes y ayuden a los investigadores y al público en general a identificar e informar sobre posibles tiradores en el futuro, antes de que ataquen.

Muchas personas dudan o son reacias a informar tales sospechas acerca de un miembro de la familia, amigo o compañero, dijeron, pero ello podría hacer una gran diferencia para evitar la violencia y ayudar a esa persona.

Aunque los expertos de la ley estudian cuidadosamente los tiroteos masivos, Simons remarcó: “Sé que hay delincuentes que lo hacen aún más meticulosamente”.

“Al menos una persona notó un comportamiento preocupante en la vida de cada tirador activo”, indicó Simons a los asistentes a la cumbre de seguridad, el miércoles. “Sospechamos que hay individuos que están planeando sus ataques en este mismo momento”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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