Anuncio

Tijuana se refuerza conforme las caravanas continúan hacia el norte

Familes in Tijuana preparing to petition for asylum at the San Ysidro Port of Entry on Wednesday check their number on a wait list that is maintained by the migrants themselves.
Familes in Tijuana preparing to petition for asylum at the San Ysidro Port of Entry on Wednesday check their number on a wait list that is maintained by the migrants themselves.
(Eduardo Contreras / San Diego Union-Tribune)
Share
SAN DIEGO UNION-TRIBUNE

A medida que miles de centroamericanos continúan sus viajes hacia el norte a través de México, la perspectiva de su eventual llegada a la frontera de Estados Unidos incrementa las preocupaciones en Tijuana.

La capacidad de los refugios en la ciudad es limitada y varias instalaciones ya están saturadas de mujeres y niños que se preparan para solicitar asilo ante las autoridades de Estados Unidos.

Una lista de espera existente ha aumentado a más de 2,500 personas, y llegar al frente de esa lista puede llevar hasta seis semanas. Los funcionarios de Estados Unidos en el puerto de entrada de San Ysidro pueden procesar 30, o incluso 60, de la lista en un día. Aunque también es posible que algunos días no tomen a ninguno, según los migrantes que esperan ser aceptados para su procesamiento.

Anuncio

Con al menos tres caravanas de migrantes que se dirigían hacia el norte (el tercer grupo de más de mil salvadoreños cruzaron por el río Suchiate desde Guatemala el pasado viernes 2 de noviembre), el problema se ha vuelto cada vez más urgente en la frontera norte del país, lo que llevó a reuniones para desarrollar planes de contingencia de cómo Tijuana y Baja California podrían hacer frente a la presencia de miles de migrantes centroamericanos en la ciudad por un periodo indefinido.

“Nuestra mayor preocupación”

“Ninguna ciudad en el mundo está lista para responder a un grupo de 6 mil a 7 mil personas que llegan todas al mismo tiempo”, señaló César Palencia, jefe de la Oficina de Asuntos Migratorios en el Ayuntamiento de Tijuana. “Esa es nuestra mayor preocupación, que el gobierno federal no haga nada y al final, dependerá de los municipios y el estado, quienes terminarán siendo los que ofrezcan apoyo”.

Las tres caravanas se extendieron por tres estados del sur de México: Chiapas, Oaxaca y Veracruz (además de un grupo ya instalado en la capital del país) sumando un total de más de 6 mil migrantes.

Y todavía sigue habiendo mucha incertidumbre sobre cuándo, dónde y cuántos de esos migrantes en tránsito finalmente llegarán a la frontera de Estados Unidos, y si Tijuana será uno de los destinos. La primavera pasada, una caravana centroamericana creció a 1,500 en el sur de México y terminó con solo 300 en Tijuana, de los cuales aproximadamente 250 solicitaron asilo en el puerto de entrada de San Ysidro.

Muchos de los refugios dispuestos para brindar asistencia a estos nuevos miembros de caravanas, ya están ofreciendo refugio a un flujo existente de centroamericanos y mexicanos que buscan asilo en Estados Unidos, pero también a un número considerable de mexicanos deportados de este país.

Father Pat Murphy, director of the Casa del Migrante, poses for a photo with an image of John Baptist Scalabrini, founder of the Scalabrinian missionaries.
Father Pat Murphy, director of the Casa del Migrante, poses for a photo with an image of John Baptist Scalabrini, founder of the Scalabrinian missionaries.
(Eduardo Contreras / San Diego Union-Tribune)

Multitud haitiana en 2016

Mientras imaginan escenarios con las caravanas actuales, los defensores de los migrantes en la ciudad temen repetir la experiencia de 2016, cuando la ciudad se inundó con miles de haitianos que se dirigieron al puerto internacional con la esperanza de ingresar a Estados Unidos. La repentina e inesperada afluencia no solo superó la capacidad de las autoridades de Estados Unidos para procesar sus solicitudes de asilo, sino que también inundaron los refugios para migrantes de Tijuana y los grupos evangélicos tuvieron que ofrecer sus instalaciones para albergar el desbordamiento.

Si llegan grandes cantidades de centroamericanos, “no tendremos suficiente espacio”, dijo Claudia Portela, coordinadora del Desayunador Padre Chava, un comedor social y un refugio para hombres con 40 camas cerca de la frontera de Estados Unidos. “Cuando llegaron los haitianos, hubo mucha solidaridad, pero también hubo personas que terminaron durmiendo en la calle”, explicó.

“Es como el 2016 otra vez”, dijo el reverendo Patrick Murphy, director de la Casa del Migrante, un refugio de 150 camas para hombres migrantes dirigido por misioneros católicos de la orden Scalabriniana. “Mi mayor temor es que el gobierno federal no responda, que pongan un millón de excusas”.

En Baja California, las autoridades federales, estatales y locales se han estado reuniendo con operadores de refugios en las últimas semanas para elaborar un plan. “Nos reunimos, y eso es bueno, hemos tenido muchas más reuniones que antes de que llegaran los haitianos”, dijo Murphy. “Pero no veo mucha evidencia de que estén superlistos”.

Marcela Celorio, cónsul general de México en San Diego, ha estado siguiendo de cerca los desarrollos como parte de un grupo de funcionarios gubernamentales, representantes de refugios y defensores de los derechos humanos en la frontera.

En comparación con otras ciudades fronterizas en el norte de México, Tijuana tiene una capacidad mucho mayor para ayudar a los migrantes, dijo Celorio. Y entre los tres niveles de gobierno, “existe este compromiso de coordinar y responder de manera efectiva”.

Algunos incluso están viendo beneficios potenciales si un gran número de centroamericanos llegan a la frontera. La creciente industria maquiladora de la ciudad tiene miles de vacantes que podrían llenar, dijo un líder de la industria. Pero para que eso suceda, primero necesitarían que el gobierno federal de México les otorgue el estatus de residente legal y permisos de trabajo.

Las caravanas de los centroamericanos que huyen de la pobreza y la violencia en sus países de origen llegan en un momento delicado en México, mientras Andrés Manuel López Obrador se prepara para asumir la presidencia de México el 1 de diciembre.

El fenómeno se ha convertido en un tema candente en Estados Unidos, justo cuando los votantes participan en las elecciones de mitad de periodo.

Trump y los militares

Mientras buscaba apoyo para los candidatos republicanos, el presidente Donald Trump planteó repetidamente el tema de los migrantes centroamericanos.

Aunque los líderes de las caravanas dicen que su plan es ir a los puertos de entrada y solicitar asilo, lo que no infringiría ninguna ley de Estados Unidos, el presidente envió a miles de militares a la frontera y prometió construir tiendas de campaña para detenerlos mientras esperan las audiencias.

Una declaración enviada por una red de 30 refugios para migrantes y centros de derechos humanos en el norte de México advierte que quienes llegan a ciudades fronterizas no solo tienen que hacer largas esperas para ser revisados en los puertos de entrada hacia Estados Unidos, sino que no cuentan con suficiente espacio para albergar, y tienen instalaciones limitadas para niños. También hace una advertencia sobre dormir en las calles debido a las bajas temperaturas, y sobre la presencia de miembros del crimen organizado y oficiales de policía corruptos que ocasionalmente pueden atacar a los migrantes.

Honduran Dany Rigoberto Alvarado, 35, visits his family at the Centro Madre Assunta, a shelter for women and children in Tijuana, on Wednesday. From left: Elsa Marina Pineda (wife), Manuel Alvarado,11, Josue Alvarado, 8, Brian Alvarado (back), 15, and Dany Alvarado, 13.
Honduran Dany Rigoberto Alvarado, 35, visits his family at the Centro Madre Assunta, a shelter for women and children in Tijuana, on Wednesday. From left: Elsa Marina Pineda (wife), Manuel Alvarado,11, Josue Alvarado, 8, Brian Alvarado (back), 15, and Dany Alvarado, 13.
(Eduardo Contreras / San Diego Union-Tribune)

Pero ni las advertencias de los refugios ni las declaraciones del presidente Trump han disuadido a quienes dicen que están desesperados por un refugio seguro. En una mañana reciente, una docenas de personas se agruparon cerca del puerto de entrada de San Ysidro alrededor de una mujer con un cuaderno gris maltratado que ha sido utilizado por los migrantes durante meses para rastrear quién está al lado de quién para solicitar asilo.

Cuando anunció los números de los que podían ingresar, varios dieron un paso adelante con documentos de identificación para verificar sus lugares en la línea. Un funcionario de inmigración mexicano los condujo hacia el puerto de Estados Unidos. Una pareja, sonriendo porque finalmente era su turno, llevaban una gran bolsa de lona entre ellos, y sus hijos corriendo detrás para mantener el paso en su emoción por entrar.

Tijuana tiene una docena de albergues operados por iglesias y grupos sin fines de lucro que ayudan a los migrantes, y entre ellos no tienen más de 1400 camas, según la oficina de migrantes de la ciudad. Han estado especialmente presionados en los últimos meses para ofrecer espacio a un gran número de mujeres y niños de América Central y el sur de México.

Más del doble de la capacidad

Un refugio, el Centro Madre Assunta, construido para albergar a 42 mujeres y niños, albergaba hace poco a 110. En la Zona Norte de la ciudad, otro refugio, Movimiento Juventud 2000, también superó su capacidad de 100 personas teniendo 160, casi todas madres con hijos, amontonadas en pequeñas carpas ubicadas en el piso de una sala común.

Carmen Zendejas, de 28 años, dijo que el crimen en la ciudad de Tuxpan, Michoacán, hizo que ella y su esposo campesino huyeran con sus tres hijas, de 4 a 11 años.

“Ha habido muchos secuestros en las escuelas, y recibimos llamadas telefónicas de personas que intentan asustarnos y extorsionarnos”, relató un día reciente, todavía con semanas de espera por delante para una entrevista de asilo. Ella dijo que esperaba llegar a Estados Unidos, “para trabajar, criar a nuestros hijos y nada más”.

Fuera del Centro Madre Assunta, Dany Rigoberto Alvarado, un electricista hondureño de 35 años, estaba separado por una cerca con su esposa y cuatro niños.

“Hemos sufrido mucho para llegar hasta acá, tan lejos”, dijo Alvarado, quien comentó que había sido el blanco de los opositores al partido gobernante del país y que los pandilleros habían empezado a presionar a su hijo mayor para que se uniera a ellos y se pusiera sus tatuajes. Teme que sus enemigos puedan alcanzarlo en México, explicó, y no se sentirá seguro hasta que llegue a Estados Unidos.

Dibble y Morrissey escriben para el U-T.

Anuncio