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Si los demócratas buscan nuevas caras jóvenes ¿por qué son tan populares estos septuagenarios blancos?

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Después de las elecciones legislativas, en las que los demócratas eligieron en cifras récord aumentar las candidatas mujeres, minorías y homosexuales y votaron por la diversidad y los jóvenes en cada distrito, la lista de aspirantes presidenciales más emocionantes para los votantes demócratas es algo curiosa.

En la parte superior, varias encuestas indican que hay un hombre blanco septuagenario, sinónimo de la tradición del partido: Joe Biden.

El siguiente es otro hombre blanco de más de 70 años, cuyos problemas para conectarse con los votantes negros perjudicaron su última candidatura presidencial: Bernie Sanders.

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Y justo detrás de ellos, en las primeras encuestas, hay otro funcionario blanco elegido, aunque uno más joven: Beto O’Rourke.

Incluso cuando los sondeos iniciales de votantes son un indicador limitado de hacia dónde se encamina la elección —ya que mide la familiaridad de los nombres de los candidatos tanto como otras cosas—, es difícil pasar por alto la popularidad sostenida de estos hombres blancos heterosexuales.

La sabiduría convencional sostiene que el partido demócrata está buscando rostros más frescos y más diversos. Sin embargo, ser un hombre blanco mayor no es condición para no entrar en el juego.

Biden y Sanders siguen siendo los mejores candidatos, incluso en un partido que ha convertido el privilegio de los blancos en una plataforma central. Eso no debería ser una sorpresa, dicen los científicos políticos: es posible que la realidad de que los candidatos son producto del privilegio blanco les importe menos a los activistas del partido que la eficacia con la que puedan rechazarlos y hacer una cruzada por la justicia racial —y describirse como los votantes mejor posicionados para derrocar al presidente Trump—.

“Un hombre blanco septuagenario puede no ser la primera preferencia de los votantes demócratas, pero si ese es el que emerge como la mejor opción para vencer al presidente Trump, van a votar por él”, afirmó Lynn Vavreck, experta en ciencias políticas de UCLA y autora del libro “Identity Crisis: The 2016 Presidential Election and the Battle for the Meaning of America” (Crisis de identidad: las elecciones presidenciales de 2016 y la batalla por el significado de EE.UU.)

La ansiedad entre algunos funcionarios demócratas de que la nueva cara del partido podría terminar siendo otro hombre de edad y blanco está equivocada, dijo. “Quienes dicen que el candidato debería ser una persona de color o debería ser esto o aquello, están ofreciendo una forma rápida y obscena de pensar acerca de la raza, que en realidad no es tan productiva”, dijo Vavreck.

El color de la piel de un candidato, su género y su edad solo desempeñan un papel periférico en su potencial para reavivar las coaliciones de votantes étnicos y raciales que ayudaron a impulsar a Barack Obama a la victoria, y más recientemente a los demócratas a obtener 40 escaños en el Congreso, consideró la especialista.

Aun así, los vientos en contra son reales en 2020 para los antiguos candidatos blancos en un partido joven, cada vez más ‘no blanco’. Cuando el Wall Street Journal encuestó recientemente a 76 presidentes de condados del partido demócrata en Iowa, casi dos tercios dijeron que buscaban un candidato que no estuviera en su séptima década llegado el caucus y que no se hubiera postulado para presidente antes. Los activistas estaban menos preocupados acerca de si un candidato debía ser hombre o mujer.

Esos resultados no fueron un buen augurio para Biden, Sanders o la bien conocida demócrata que ya formó un comité exploratorio para la elección, la senadora de Massachusetts Elizabeth Warren, cuyo cumpleaños número 70 será este junio.

Otro posible indicador de sentimientos entre los activistas proviene de una encuesta realizada esta semana a 35,000 lectores del blog Daily Kos, que tienden a ser votantes liberales centrados en la búsqueda de un candidato que pueda vencer a Trump. Aunque no es un sondeo aleatorio, da alguna indicación del grado de apoyo entre el tipo de activistas que pueden influir en las primarias.

En contraste con las encuestas más generales, Warren ganó decisivamente entre los lectores de Daily Kos, con un 22%; seguido de O’Rourke, con un 15%, y Biden empató con la senadora Kamala Harris, con un 14%.

La creencia de que los votantes demócratas evitarán a los candidatos blancos, varones, sea cierta o no, ha influido en la cobertura de los candidatos en los medios.

Cuando CNN lanzó sus “rankings de poder” de posibles candidatos, en diciembre, por ejemplo, el experto en datos políticos Harry Enten hizo una evaluación bastante halagadora del senador de Ohio Sherrod Brown, pero señaló que su raza y su género podrían dejarlo afuera.

“Otro hombre blanco”, dijo, señalando la preferencia por la diversidad que los demócratas acababan de expresar a través de la elección de mitad de mandato. “Soy muy sospechoso de eso este año... No estoy seguro de que sea hora de nominar a un hombre blanco”.

Tal charla es un pequeño sobresalto para Cornell Belcher, un estratega que estuvo en el equipo de votación de Obama y ha argumentado durante mucho tiempo que los demócratas deben hacer más para centrarse en las preocupaciones de los votantes negros.

Durante gran parte de su vida, uno de los mayores pasivos que un candidato presidencial podía tener no era ser blanco, indicó Belcher. Aunque se enoja ante la idea de que hombres blancos como Sanders y Biden puedan estar ‘en desventaja’, señala que el campo de juego finalmente está nivelado.

“No creo que haya un calificador o descalificador racial”, afirmó Belcher, quien no está afiliado a ninguno de los posibles candidatos.

“Tienes que ser alguien que pueda decir la verdad al poder sobre los temas de inclusión y diversidad”, agregó. “El candidato que pueda hacer eso, con una visión orientada hacia adelante para el futuro de este país, que se trata de unir a la gente, tendrá buenos resultados en esta primaria, ya sea blanco o negro”.

Biden podría estar particularmente bien posicionado para ese papel, advirtió. “Ser el tipo que la mayoría de los votantes de color e incluso los votantes más jóvenes, ven como alguien que indiscutiblemente apoyó a Barack Obama más que nadie, no hace daño en esta primaria”, expuso.

En una reciente encuesta de Suffolk University/USA Today, más demócratas dijeron que estaban entusiasmados con Biden (un 53%) que con cualquier otro político que esté considerando una candidatura presidencial.

La capacidad del congresista de Texas O’Rourke de atraer a un gran número de millennials y latinos a las urnas al confrontar apasionadamente las políticas de inmigración de Trump, sermonear acerca de la unidad y la esperanza en los actos de campaña y utilizar las redes sociales para movilizar a los activistas convierte a este católico irlandés, de 46 años de edad, en un atractivo líder en pos de la diversidad del partido, señaló Belcher.

“Un candidato blanco podría obtener apoyo adicional si él o ella pueden hablar auténticamente sobre estos temas de discriminación”, señaló Belcher. “Es casi como una contranarrativa. Cuando Beto comenzó a hablar sobre decirle la verdad al poder en cuanto a la discriminación y la caracterización, llamó la atención de muchas personas”.

Sanders demostró a través de su candidatura en 2016, que incluso un candidato en edad de jubilación puede atraer a los votantes jóvenes y captar legiones de nuevas personas al proceso.

El senador de Vermont surgió como la segunda opción más popular en la encuesta de Suffolk, que se dio a conocer el 26 de diciembre. Mantuvo una impresionante calificación de favoritismo del 74% entre los demócratas en una encuesta de la Universidad de Quinnipiac publicada una semana antes, superado solo por Biden.

La mayoría de los analistas no esperan que Biden, Sanders y O’Rourke sigan estando en la cima de las encuestas dentro de un año. Sus fuertes números actuales están condicionados por el hecho de que los votantes tienen muchas más probabilidades de saber quiénes son. Otros candidatos tendrán una amplia oportunidad de mejorar sus perfiles.

En este mismo momento del último ciclo presidencial, el exgobernador de Florida Jeb Bush era votado como el favorito para ganar la nominación del partido republicano, y Trump apenas era registrado como un factor en la carrera. Esas encuestas no dieron indicios de que Sanders aplastaría a Hillary Clinton en New Hampshire y en varios otros estados.

A la carrera están a punto de unirse varios candidatos que aún no son nombres reconocidos en Iowa y New Hampshire, pero lo serán pronto. Entre ellos es probable que estén Harris y Cory Booker, senador por Nueva Jersey, destacados legisladores negros que pueden hablar sobre temas de discriminación e intolerancia a partir de la experiencia personal y los antecedentes familiares, algo que sus homólogos de raza blanca no pueden.

El deseo del partido cada vez más diverso, de ver a personas no blancas al timón —y un calendario de primarias en el que los votantes afroamericanos tendrán una influencia considerable en la elección del candidato—, puede jugar a su favor.

“Se tratará de algo más que simplemente ‘esta persona es negra’”, consideró Andra Gillespie, académica en política afroamericana de la Universidad de Emory. “La gente tiene la impresión de que es así porque vieron cuántos votantes se volcaron a Barack Obama”, dijo. “Pero los negros no estaban en ese carro al principio. No fue hasta que Obama demostró ser un candidato viable [que lo apoyaron]”.

Aun así, indicó Gillespie, no sería bueno para el partido si el círculo de candidatos principales sigue formado exclusivamente por hombres blancos, cuando Iowa tenga su caucus, dentro de un año.

“El partido demócrata debería hacer un examen de conciencia serio si tres hombres blancos todavía están en la cima el próximo enero”, comentó. “Eso sería motivo de preocupación si no emergen candidatos serios de color”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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