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Reaparece el papa emérito Benedicto y agita el debate por abusos del clero

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El ex papa Benedicto XVI recibe a menudo visitantes en su aislada residencia, en los jardines del Vaticano, pero se dice que si estos se quejan del que resultó ser su sucesor (el papa Francisco), siempre encuentra la manera de cambiar de tema.

“Varias personas me han dicho que la respuesta de Benedicto a las críticas sobre Francisco es: ‘Oremos’”, comentó Sandro Magister, un experto del Vaticano en la revista italiana L’Espresso.

Cuando, en 2013, Benedicto se convirtió en el primer papa en 600 años en renunciar, por motivos de salud, prometió permanecer “oculto al mundo” en su nuevo hogar, un antiguo monasterio cerca de una zona boscosa y con vistas a Roma, que comparte con las monjas que cocinan y limpian para él.

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Pero el pasado jueves, el nativo alemán de 91 años de edad publicó un ensayo polémico, en el cual culpó a la revolución sexual de la década de 1960 por la crisis de abusos sexuales dentro de la iglesia. Según él, esos tiempos provocaron una erosión de las reglas y la moralidad en la entidad.

Muchos consideraron que el ensayo socavaba al papa Francisco porque constituye una declaración importante sobre la crisis, a pesar de la promesa de Benedicto de permanecer en las sombras.

También provocó conmoción en la iglesia católica porque Francisco optó por culpar a los sacerdotes que explotan su poder, en lugar de a cualquier colapso moral dentro de la organización. El último es un argumento favorecido por los opositores de Francisco, quienes creen que está contribuyendo a una disminución de los valores morales al mostrar una mayor tolerancia hacia la homosexualidad y presionar para ofrecerle la comunión a los divorciados que se vuelven a casar de forma civil.

“La publicación de esta carta ha sido separatista en efecto, aún sin ser esa su intención”, afirmó Austen Ivereigh, quien escribió una biografía del actual sumo pontífice.

Esto sería todo un revés para Benedicto, quien en 2016 le dijo a un entrevistador que nunca le había gustado decirle a los demás qué hacer. “Tomar decisiones es posiblemente mi punto débil”, aseveró Benedicto, alguien que demostró su inclinación académica cuando anunció al mundo su retiro en latín. “En verdad, soy más un profesor que reflexiona y medita sobre cuestiones espirituales”.

El anuncio de su partida puso fin a un papado de ocho años, en el cual luchó por controlar la burocracia disfuncional del Vaticano. Desde su retiro trabaja en su interpretación de Mozart al piano, lee el diario del Vaticano y atiende su huerto.

En 2016, el papa Francisco reconoció saber que los conservadores -enojados por su estilo de papado, que prioriza la misericordia antes del dogma- se habían quejado ante Benedicto, pero afirmó que su predecesor “los echó”.

El actual líder de la iglesia describió a Benedicto como un “abuelo sabio”, que “cuida mi espalda” con sus oraciones.

Sin embargo, tres años después, el nuevo ensayo lo muestra menos como un abuelo bondadoso y más como uno cascarrabias, todavía furioso por los años 1960.

Benedicto describe una serie de cambios perturbadores que vio en su Alemania natal en ese momento, incluido el aumento de la educación sexual en las escuelas y las prendas provocativas, que podrían provocar “agresión” entre los jóvenes. También afirma que la revolución sexual fue una bola de nieve que llevó a la aceptación de la pedofilia. “Parte de la fisonomía de la revolución del´68 fue que la pedofilia también fue diagnosticada como permitida y apropiada”, escribió. La “disolución de la autoridad de enseñanza moral de la iglesia le siguió rápidamente”, expresó.

“El extenso colapso de la siguiente generación de sacerdotes” fue el resultado, argumentó. “¿Por qué la pedofilia alcanzó tales proporciones? En última instancia, la razón es la ausencia de Dios”.

Endilgar la culpa por la pedofilia sacerdotal a la filosofía hippie, o flower power, está en marcado contraste con la creencia de Francisco de que los sacerdotes predadores son impulsados por la tentación de explotar cruelmente el poder que ejercen sobre los jóvenes vulnerables, que confían en ellos, combinado con una sensación de impunidad -un fenómeno que él llama “clericalismo”.

En el ensayo, Benedicto critica el sistema legal de la iglesia por hacer que las condenas de los delincuentes sean “casi imposibles” de llevar a cabo, quizá en un intento de explicar la falta de castigo a muchos abusadores durante su tiempo como papa y en la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, antes de asumir el liderazgo de la iglesia católica, en 2005.

Pero como objetivo principal parece mostrar cómo una entidad sin una dirección moral se ha convertido en “una especie de aparato político”, donde “la Eucaristía se devalúa a un mero gesto ceremonial”.

Este aparente golpe al papado de Francisco fue música para los oídos de los conservadores católicos. “Benedicto ve que la iglesia está perdiendo su capacidad de distinguir lo bueno de lo malo y está advirtiendo a Francisco”, indicó Sandro Magister. “Se había mantenido en silencio hasta ahora, pero se ha cansado y se decidió a hablar”.

El conservador arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, consideró que el ensayo contenía “momentos de perspicacia y genio, que caen como la lluvia en un desierto”.

A pesar de la promesa de permanecer “oculto al mundo”, ha habido señales de que Benedicto no está listo para desaparecer por completo, desde su sorprendente decisión -en 2013- de continuar vistiendo de blanco papal y llamarse a sí mismo “papa emérito”, en lugar de “obispo emérito de Roma”.

En 2016, dio una entrevista centrada en la misericordia de Dios, justo cuando Francisco celebraba un año dedicado al concepto de la misericordia.

Un año más tarde, los enemigos de Francisco aplaudieron cuando Benedicto comparó a la iglesia con un barco “casi lleno hasta el límite” en un mensaje que pronunció en el funeral del cardenal alemán Joachim Meisner, uno de los cuatro cardenales que desafiaron públicamente a Francisco por suavizar las reglas de la comunión.

El prefecto de la casa pontificia, el arzobispo Georg Gänswein, quien también es el veterano secretario personal de Benedicto, dejó a muchos boquiabiertos cuando declaró, en 2016, que si bien Francisco podría ser papa, había “un ministerio de facto ampliado, con un miembro activo y un miembro contemplativo”, en referencia a Benedicto.

Un experto del Vaticano sugirió que Gänswein había participado en la publicación del ensayo. “El es conocido por sus inclinaciones muy conservadoras”, afirmó Massimo Faggioli, profesor de teología histórica en la Universidad de Villanova. “Hay una corte paralela en el Vaticano que está fuera de control”.

Para el autor Ivereigh, Benedicto podría haber sido persuadido por partidarios conservadores para dar a conocer el ensayo. “La prueba es que fue enviado a publicaciones de derecha”, dijo, y agregó: “Existe la idea de que Benedicto es fácil de manipular. Sería típico de él sucumbir a la presión”.

Marco Tosatti, experto conservador del Vaticano, respondió que no había nada grave en la publicación del ensayo y remarcó que Benedicto afirma en su introducción que lo preparó como contribución a la cumbre de los obispos sobre el abuso sexual, que tuvo lugar en el Vaticano en febrero último.

“La verdadera pregunta es, ¿debería haberse entregado a los obispos en la cumbre y, de ser así, por qué no se les entregó? Además, Benedicto nos dice que Francisco estuvo de acuerdo con publicar el ensayo, y creo que ambos comparten la misma opinión sobre la década de 1960”, consideró. “Las únicas personas que están nerviosas por este documento son los liberales que rodean a Francisco”, agregó.

Kington es corresponsal especial.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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