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¿Qué significaría un ingreso básico universal para EE.UU? Un pueblo de California cree tener la respuesta

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Sukhi Samra es joven, sincera y fue criada al borde de la pobreza por una madre que tenía dos empleos donde ganaba el salario mínimo: durante el día en una gasolinera y por las noches en un Subway. Su padre es discapacitado y ella sabe bien lo que $500 adicionales al mes hubieran significado para su familia.

“Pasé gran parte del quinto y sexto grado en las mesas de Subway, para acompañar a mi mamá y pasar un tiempo con ella”, afirma Samra. “Quinientos más al mes hubieran permitido que mi madre pasara un par de horas más en casa, con nosotros, todas las noches”.

Ahora, a los 23 años, Samra es directora de Stockton Economic Empowerment Demonstration, un programa piloto para evaluar un ingreso básico universal. Durante el próximo año y medio, 130 residentes de esta ciudad del Valle Central que tiene problemas económicos obtendrán $500 por mes, sin compromisos -como requisitos de empleo o sobriedad- en un experimento social que es en parte relaciones públicas y también una investigación rigurosa.

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Aunque sus organizadores han prometido transparencia, hasta ahora, gran parte del programa es un secreto muy bien guardado. Las identidades de los destinatarios siguen siendo confidenciales mientras los organizadores planifican una estrategia de medios; los múltiples pedidos de The Times para realizar entrevistas con ellos fueron denegadas.

Aún así, lo que suceda en Stockton es probable que nutra la conversación política nacional en los próximos años. El ingreso básico universal, también llamado ‘ingreso garantizado’, se ha convertido en un tema inesperadamente candente entre los candidatos presidenciales, a medida que la ansiedad económica y la desigualdad en el ingreso siguen afectando a los votantes de ambos lados del espectro político.

El programa piloto también podría generar una guía para implementar futuras políticas de ingresos básicos en otras ciudades o a escala nacional.

“Estamos en un momento en que las grandes ideas son importantes; políticamente, las personas están listas para ellas”, remarcó Natalie Foster, copresidenta de The Economic Security Project, una organización de Silicon Valley que proporcionó $1 millón en fondos iniciales para el programa de un total de $3.1 millones. “Las historias que obtengamos de Stockton pondrán un nombre real y un rostro a cómo se percibe la inseguridad económica y mostrarán qué pasa al tomar una decisión política diferente”.

A pesar de estar en los inicios de la campaña, casi todos los candidatos presidenciales demócratas han sido cuestionados sobre los ingresos básicos y las indemnizaciones -compensaciones que se pagan a los afroamericanos por los efectos generacionales de la esclavitud-.

La senadora Kamala Harris, la favorita de California, coquetea con el límite del ingreso básico universal con una propuesta de “ingresos aceptables”, que apuntaría a las familias trabajadoras que ganan hasta $100.000, con una subvención mensual en efectivo. Pete Buttigieg, el alcalde de una pequeña ciudad universitaria en Indiana, afirmó que el ingreso básico universal es una idea que “vale la pena tomar en serio”. El candidato Andrew Yang lo ha convertido en la pieza central de su carrera política.

El alcalde de Stockton, Michael Tubbs, destacó que ha tenido “mucho contacto” con Harris desde el inicio del programa. Dijo que también ha estado en contacto con Ras Baraka, el alcalde de Newark, N.J., y con Ameya Pawar, concejal en Chicago, ambas ciudades que están explorando sus propios experimentos con ingresos garantizados.

“Estoy muy contento de que otras personas estén promoviendo esto”, aseguró Tubbs. “Tengo la esperanzas de que esto de inicio a una conversación a nivel nacional”.

La idea de un ingreso básico universal ha fluido junto a la noción igualmente controvertida sobre las reparaciones. Estas últimas serían diferentes del ingreso básico porque implicarían un reconocimiento explícito del daño, junto con los pagos del gobierno.

La senadora Elizabeth Warren, de Massachusetts, y el ex representante Beto O’Rourke, de Texas -ambos demócratas que se postulan para la presidencia- prometieron respaldar la legislación formando un comité para estudiar las reparaciones. El senador Cory Booker, de Nueva Jersey, anunció la semana pasada que introduciría una legislación para hacer precisamente eso.

El programa Stockton no implica indemnizaciones, pero también podría proporcionar una idea al respecto. Mientras que la tasa de pobreza general es de alrededor del 22% en Stockton, entre los residentes negros es del 35%.

Dorian Warren, cofundador del Proyecto de Seguridad Económica junto con Foster y un fundador de Facebook, Chris Hughes, calificó los ingresos básicos y las reparaciones como “las dos ideas menos populares” en la política estadounidense. Pero “si expande el sentido de lo que podría ser posible”, expuso, “entonces de manera indirecta podría originar una conversación diferente acerca de las reparaciones, porque ambas son ideas que parecen remotas, alocadas y no muy estadounidenses”.

Los primeros pagos de ingresos básicos universales en Stockton se distribuyeron mediante tarjetas de débito, en febrero pasado. Para fines de abril, Samra espera compartir relatos de los destinatarios -tal vez similares a su propia historia- de un grupo cuidadosamente seleccionado, llamado “narradores de historias del programa”, acerca de cómo gastaron ese dinero sin condiciones.

Los resultados finales de la investigación no estarán disponibles por un par de años, pero al adoptar el inusual enfoque de pedir a los destinatarios que hagan una crónica de sus experiencias para la opinión pública, los patrocinadores esperan demostrar rápidamente lo que puede hacer un ingreso garantizado. Están apostando a que las historias personales sean más impactantes que las estadísticas y los gráficos.

“Tenemos una oportunidad real de repensar cómo hablamos sobre la red de seguridad, sobre lo que significa arreglárselas a nivel económico y queremos aprovechar eso”, destacó Amy Castro Baker, profesora asistente de la Universidad de Pensilvania y una de las investigadoras principales. “Yo diría que la investigación está fundada en lo que nos gustaría que sucediera o no sucediera en el mundo, y eso nos pertenece”.

Según la profesora, la narración de las historias no es “para nada” parte de un estudio de investigación regular. Las experiencias de los 25 narradores podrían incluso no incorporarse al informe final si los datos parecen sesgados, advirtió, y los investigadores no están involucrados en la recolección de anécdotas, agregó.

Samra explicó que los narradores fueron seleccionados en base a una revisión de las entrevistas con los destinatarios, por parte de un panel que ella misma integró, y que incluyó a miembros del Proyecto de Seguridad Económica y otras personas.

Los datos de otros 100 destinatarios, cuyas identidades permanecerán confidenciales, formarán la mayor parte de la investigación. Otros cinco participantes serán suplentes, en caso de que algunos abandonen, señaló Castro Baker. El informe final probablemente estará listo en 2021, detalló, aunque se dará a conocer cierta información este mismo otoño, y de forma continua a través de un “panel” en línea que proporcionará información solicitada por los residentes de Stockton.

Para Tubbs, su apoyo al ingreso básico es tanto personal como político. Aunque el programa piloto se describe a menudo como una iniciativa de la ciudad, en realidad es una colaboración entre Tubbs y socios privados, con la organización Stockton Economic Empowerment Demonstration. Samra trabajó para Tubbs antes de pasar a liderar este proyecto.

Tubbs creció siendo pobre en Stockton y vivió en muchos de los mismos vecindarios donde ahora se está implementando el programa, sitios donde el ingreso promedio de los hogares es inferior a $46.033 -más de $20.000 menos que el promedio estatal- según las cifras del censo. La ciudad fue diezmada por la crisis de vivienda, en 2008 y sigue luchando por recuperarse.

“Sé lo que es tener hambre o ver a tu madre esforzándose. Todos en mi vecindario siempre estaban afuera, jugando, porque sus padres trabajaban. No se quedaban en casa esperando que el gobierno los salvara”, afirmó el alcalde. “Creo que tengo la responsabilidad especial de elevar las políticas y soluciones que puedan abordar estos problemas, pero también cambiar la imagen que tenemos de personas que no son diferentes a las demás pero que trabajan en empleos que no pagan bien”.

Aunque polémico, el apoyo a los ingresos básicos abarca todo el espectro político. Para los de derecha, es una forma de optimizar el sistema de beneficios sociales; para los de izquierda, una manera de abordar la inequidad económica.

Silicon Valley tiene su propio semillero de creyentes, nacido, en parte, de la culpa tecnocrática -o de la previsión, según quién responda la pregunta-. Ellos ven el ingreso básico como una forma de evitar el colapso de la sociedad si los robots que están construyendo y la inteligencia artificial que están codificando finalmente se combinan para asumir la mayor parte de los empleos que ahora realizan los humanos.

Muchos de los trabajadores organizados consideran que ese razonamiento particular es perjudicial para las personas promedio y que podría causar justamente el colapso de la sociedad que los defensores del ingreso básico intentan evitar. “Este concepto de ingreso básico universal es francamente una rendición a una especie de sombría visión dickensiana (que no alcanza las condiciones mínimas de vida o de trabajo) del futuro donde a las personas se les roba la dignidad del trabajo”, expuso Barry Broad, presidente del Panel de Capacitación para el Empleo de California, que apoya la creación y retención de los puestos de trabajo. “Es ingenuo pensar que el ingreso básico universal va a pagar las cuentas. En el mejor de los casos, le dará a las personas un salario de pobreza”.

Steve Smith, portavoz de la Federación Laboral de California, indicó que los sindicatos se muestran escépticos acerca de los motivos reales de programas como el de Stockton. Sumado a eso, considera “perturbador” que los narradores hayan sido evaluados. “Vemos estos experimentos piloto, como el de Stockton, como un mecanismo de relaciones públicas para el concepto del ingreso básico universal, nada más”, aseveró. “Cuando se habla de dar a las personas dinero gratis y luego medir lo que sucede en sus vidas, creo que es de sentido común saber que sus vidas van a mejorar”.

Para Smith y Broad, la atención debería centrarse en la atención médica universal, en hacer que la universidad sea asequible y otros problemas de equidad. “Simplemente creo que podemos hacer algo mejor, mucho mejor”, destacó Broad. “¿Cuál es la responsabilidad de la sociedad para crear vidas productivas?”.

Aunque no brindará una respuesta completa a esa pregunta, el programa de Stockton y sus historias probablemente ayudarán a los estadounidenses a ponerse en el lugar de un receptor de ingresos básicos. “Me conmovió... la cantidad de personas que se sentían aliviadas al recibir los $500 dólares adicionales”, expresó Samra, al recordar las primeras historias de los destinatarios. “Todo esto se remonta a mi madre”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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