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Pronto los pediatras le recomendarán que sus hijos pasen más tiempo jugando

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Imagine un medicamento que pudiera mejorar la creatividad, el pensamiento crítico y la capacidad de recuperación de un niño.

Imagine que este medicamento fuera fácil de hacer, seguro de tomar y que se pudiera obtener de forma gratuita.

Los principales pediatras de la nación dicen que este compuesto milagroso existe. En un nuevo informe clínico, instan a los médicos a recetarlo generosamente a los menores que tienen bajo su cuidado.
¿Qué es esta maravilla de medicamento? El juego.

“Esto puede parecer anticuado, pero hay habilidades que hay que aprender cuando no se les dice a los niños qué hacer”, dijo el Dr. Michael Yogman, un pediatra de la Facultad de Medicina de Harvard que dirigió la redacción de esta iniciativa. Ya sea que se trate de juegos físicos, al aire libre, sociales o de simulación, los niños obtienen importantes lecciones de la oportunidad de imaginar cosas a medida que crecen, dijo.

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El consejo, emitido por la Academia Estadounidense de Pediatría el 20 de agosto, puede sorprender a algunos padres. Después de pasar años preocupándose sobre qué juguetes comprar, qué aplicaciones descargar y qué programas ver después de la escuela, dejarlos simplemente jugar, o mejor aún, jugar con ellos, podría parecer un paso hacia atrás.

Los pediatras insisten en que no es así. La guía de la academia no incluye recomendaciones específicas para la dosificación del juego. En cambio, les pide a los médicos que aconsejen a los padres que jugar es esencial para un desarrollo saludable de sus bebés antes de que cumplan 2 años. También aboga por la restauración de esta práctica en las escuelas.

“Jugar no es frívolo”, declara el informe de la academia. Alimenta el ingenio de los niños, la cooperación y las habilidades para resolver problemas, todos los cuales son fundamentales para la fuerza de trabajo del siglo XXI. Establece el fundamento neuronal que nos ayuda a “perseguir metas e ignorar las distracciones”.

Cuando los padres participan en el juego con sus hijos, profundiza las relaciones y construye un baluarte contra los efectos tóxicos de todo tipo de estrés, incluida la pobreza, dice la academia.

En opinión de los pediatras, esencialmente todas las habilidades de la vida que se valoran en los adultos se pueden construir jugando.
“La colaboración, la negociación, la resolución de conflictos, la autodefensa, la toma de decisiones, el sentido de control, la creatividad, el liderazgo y el aumento de la actividad física son solo algunas de las habilidades y beneficios que los niños obtienen a través del juego”, escribieron.

El llamado de los pediatras se produce cuando los niños estadounidenses se ven afectados por las crecientes exigencias académicas en la escuela, la incesante invasión de los medios digitales y los padres que cargan sus horarios con actividades organizadas o que están demasiado ocupados o estresados para jugar.

Estas tendencias han tardado en llegar. Entre 1981 y 1997, los estudios detallados de uso del tiempo mostraron que el espacio que los niños pasaron jugando disminuyó en un 25%. Desde la adopción de amplias reformas educativas en 2001, las escuelas públicas han aumentado constantemente el tiempo dedicado a la preparación de exámenes estandarizados. El enfoque en “habilidades y ejercicios” académicos ha reducido profundamente el recreo y otro tiempo para el juego al aire libre.

Para 2009, un estudio sobre las aulas de kínder en Los Ángeles descubrió que los niños de 5 años estaban tan agobiados por los requisitos académicos que tenían un promedio de solo 19 minutos al día de “tiempo libre”, cuando se les permitía jugar libremente con bloques, juguetes u otros niños. Uno de cada cuatro profesores de Los Ángeles informó que no había tiempo para las “actividades libres”.

El aumento de las presiones académicas ha dejado el 30% de las clases de kínder de EE.UU. sin ningún receso. Tales hallazgos llevaron a la Academia Estadounidense de Pediatría a emitir una declaración en 2013 sobre el “papel crucial del recreo en la escuela”.

Los pediatras no son los únicos que lo han notado.

En un informe titulado “Crisis en el jardín de infantes”, un grupo de educadores, profesionales de la salud y defensores de los niños calificó la pérdida del juego en la primera infancia como “una tragedia, tanto para los propios niños como para nuestra nación y el mundo”, niños jóvenes en jardines de infantes basados en actividades recreativas “terminan igual de bien o mejor en lectura y otras habilidades intelectuales, y es más probable que se conviertan en adultos sanos y bien adaptados”, dijo Alliance for Childhood en 2009.

“De centrarse únicamente en las habilidades académicas, como recitar el abecedario, la alfabetización temprana, usar tarjetas didácticas, interactuar con juguetes de computadora y prepararse para los exámenes (que se ha enfatizado demasiado para promover mejores resultados), cultivar la alegría de aprender a través del juego es probablemente la actividad que mejor fomenta el éxito académico a largo plazo”, escribieron Yogman y sus colegas en el informe que aparece en la revista Pediatrics.

Otro factor de preocupación es la creciente proporción de tiempo de los niños frente a las pantallas y dispositivos digitales, incluso entre los niños en edad preescolar.

En 2017, Common Sense Media informó que los niños hasta los 8 años de edad pasaron un promedio de dos horas y 19 minutos frente a pantallas cada día. Eso incluyó un promedio de 42 minutos por día para niños menores de 2 años.

Este incremento del uso digital se asocia con riesgos crecientes de obesidad, falta de sueño, retraso cognitivo, del lenguaje y socioemocional, advirtió la Academia Estadounidense de Pediatría en 2016.

Yogman reconoció que muchos juegos digitales y actividades basadas en la interacción con una pantalla pueden nutrir algunas de las mismas áreas que los niños obtienen a través del juego: resolución de problemas, habilidades y persistencia.

Pero en los niños pequeños a menudo están desplazando a los juegos de fantasía, sin mencionar el tiempo cara a cara con sus compañeros y padres, dijo Yogman.

“Respeto que los padres tengan vidas ocupadas y es fácil entregar un iPhone a un niño”, dijo. “Pero hay un costo asociado a eso. Para los niños pequeños, es demasiado pasivo. Y los niños realmente aprenden mejor cuando participan activamente y tienen la oportunidad de descubrir cosas “.

Además, agregó, “el desarrollo del lenguaje tiene mejores resultados cuando se trata de personas reales y no de pantallas”.

La disminución del juego es un peligro real para aproximadamente 1 de cada 5 niños en Estados Unidos que viven en la pobreza. Estos 14 millones de menores necesitan con mayor urgencia desarrollar la resiliencia que se nutre con el juego.

En cambio, dijo Yogman, se ven desproporcionadamente afectados por algunas de las tendencias que hacen que el juego sea escaso: presiones académicas en las escuelas para mejorar los puntajes en las pruebas, áreas de juego limitadas o inseguras y padres que carecen de tiempo o energía para compartir en el tiempo de juego.

En ciudades de todo el país, un programa llamado ‘Paisajes de aprendizaje’ tiene como objetivo brindar a los niños que viven en zonas urbanas, oportunidades para jugar y aprender en los espacios públicos que recorren todos los días. En una parada de autobús en Filadelfia, en las aceras de San Francisco y en los barrios de Chicago, la iniciativa dirigida por la psicóloga de la Universidad de Temple, Kathy Hirsh-Pasek, ha instalado enormes bloques móviles, tableros de mesa del tamaño de un adulto y luces que invitan a un juego espontáneo de rayuela.

“No somos la única especie que juega”, dijo Hirsh-Pasek, autor de ‘Becoming Brilliant: What Science Tells Us About Raising Successful Children’. “Perros, gatos, monos, ballenas e incluso los pulpos juegan, y cuando tienes algo que prevalece en el reino animal, probablemente tiene un propósito”, agregó.

Yogman también se preocupa por las presiones que quitan el tiempo de juego a los niños más adinerados.

“La idea de que como padres necesitamos programar cada minuto de su tiempo no les está ayudando a los niños”, dijo. Incluso los padres bien intencionados pueden estar “robándoles la oportunidad de tener esa alegría que te da la experiencia del descubrimiento y la curiosidad: la oportunidad de hacer las cosas por sí mismos”.

Jugar es una tarea nada difícil de vender a los niños. Pero el pediatra de UCLA, Carlos Lerner, reconoció que la nueva prescripción de los pediatras puede encontrarse con el escepticismo de los padres, que están ansiosos por recibir consejos sobre cómo brindarles más herramientas a sus hijos para su éxito en el mundo.

Deberían dar la bienvenida a la simplicidad del mensaje, dijo Lerner.
“Es liberador poder ofrecerles este consejo: que pases tiempo con tu hijo y que le dejes jugar es una de las cosas más valiosas que puedes hacer”, dijo. “No tiene que implicar gastar mucho dinero o tiempo, o unirse a un grupo de padres. Es algo que podemos ofrecer, que se puede lograr”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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