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Prevenir el cáncer de mama ahora es más fácil: ¿Probarán más mujeres estos medicamentos?

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El cáncer de mama afectará a una de cada ocho mujeres en su vida. Pero aquellas que enfrentan un mayor riesgo de contraerlo pueden mejorar sus posibilidades con tres medicamentos recetados, según un nuevo informe.

Si 1,000 mujeres tomaran uno de los tres medicamentos durante aproximadamente cinco años, se podrían prevenir entre siete y 18 casos de cáncer de mama, y posiblemente más. Pero cada uno de los remedios —dos originalmente utilizados para tratar el cáncer de mama y un tercero que previene la osteoporosis, una enfermedad que adelgaza los huesos— conlleva la posibilidad de efectos secundarios graves, como coágulos de sangre y una mayor probabilidad de cáncer uterino o endometrial.

Esta ambivalencia llevó a un panel de expertos en salud preventiva a sugerir que los médicos discutan estos medicamentos de manera rutinaria con aquellas mujeres que tienen un riesgo elevado de padecer cáncer de mama.

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Para aquellas con riesgo promedio, los daños de las drogas superan claramente los beneficios, destacó el panel.

El borrador de la recomendación fue publicado por el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE.UU., que aceptará los comentarios del público sobre la propuesta hasta el 11 de febrero.

Las nuevas recomendaciones amplían el kit de herramientas médicas que se pueden usar para prevenir el cáncer de mama. Por primera vez, el grupo agregó una clase de sustancias llamadas inhibidores de la aromatasa a la línea de prevención. Estos medicamentos incluyen anastrozol (conocido comercialmente como Arimidex), exemestano (Aromasin) y letrozol (Femara).

Para las mujeres postmenopáusicas, un ciclo de cinco años de inhibidores de la aromatasa parece ofrecer una prevención más potente contra el cáncer de mama que los dos medicamentos largamente conocidos que tienen tales efectos: tamoxifeno (vendido como Nolvadex y Soltamox) y raloxifeno (Evista). En los estudios, las mujeres que tomaban inhibidores de la aromatasa tenían más probabilidades de experimentar sofocos y dolor en los huesos y los músculos, en comparación con quienes tomaron un placebo. Pero los signos preliminares no mostraron un aumento significativo en el riesgo de coágulos de sangre.

“Siempre es bueno tener más opciones”, afirmó la doctora Carol M. Mangione, especialista en medicina interna de la UCLA, quien presidió las deliberaciones del panel.

El cáncer de mama es el cáncer no cutáneo más común y la segunda causa de muerte por esa enfermedad en las mujeres. En 2018, alrededor del 30% de los casos nuevos de ese mal en mujeres fueron cánceres de mama, un total de 266,120 pacientes. Cuando un tumor maligno recién descubierto se limita al seno, al menos el 90% de las mujeres viven durante al menos cinco años. Si se ha diseminado a órganos distantes, el pronóstico puede ser mucho más sombrío.

Las nuevas recomendaciones resaltan un misterio permanente: ¿por qué no toman estas drogas más mujeres con antecedentes de la enfermedad en madres o hermanas —o quienes tengan un registro personal de hallazgos anormales en una mamografía—? Hay pruebas claras de que pueden prevenir el cáncer de mama, una enfermedad muy temida, y con razón. Pero muy pocas mujeres los utilizan para prevenir una primera aparición del mal.

Según los estudios, no más de tres de cada 10 médicos de atención primaria han recetado estos medicamentos para la prevención del cáncer de mama. Se cree que solo el 16% de las mujeres que podrían beneficiarse de ellas las utilizan. Incluso quienes están bien informadas sobre sus beneficios y riesgos, aparentemente se enfocan más en sus desventajas y muestran poco interés en tomarlas, consideró el panel.

Para las mujeres sanas y que han atravesado las molestias de la menopausia, los efectos secundarios pueden ser desagradables e incluso peligrosos, sin duda. Quienes tomaron tamoxifeno y raloxifeno tuvieron tasas más altas de coágulos de sangre, cáncer de endometrio, cataratas y sofocos. El dolor óseo y muscular y los sofocos son efectos secundarios comunes de los inhibidores de la aromatasa, y pueden aumentar levemente el riesgo de una mujer de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral, aunque la evidencia de esto es contradictoria.

Pero para aquellas cuyas probabilidades de desarrollar cáncer de mama dentro de cinco años son elevadas, los beneficios preventivos de estos medicamentos probablemente hayan sido subestimados, explicó Mangione. Esto se debe a que la mayoría de quienes participaron en los estudios para probar las sustancias tenían un riesgo promedio de desarrollar el mal. Si las drogas se probaran solo en personas con mayor riesgo, se cree que su eficacia sería más pronunciada, afirmó.

Un beneficio más del tamoxifeno y el raloxifeno: se encontró que ambos reducen el riesgo de una mujer de sufrir fracturas vertebrales. “Para cualquiera que esté saludable y se cuide, tomar un medicamento durante cinco años da qué pensar”, dijo Mangione. “Lo importante es comprender el propio perfil de riesgo y los posibles daños y beneficios, y mantener esa conversación. Siempre será una elección personal el tomar uno de estos medicamentos”.

Según Mangione, en los cinco años transcurridos desde que el grupo de trabajo declaró por primera vez que el tamoxifeno y el raloxifeno merecen ser considerados como preventivos del cáncer de mama, parece que ni médicos ni pacientes han recibido el mensaje.

“Uno de los objetivos de esta nueva recomendación, y con la inclusión de otra clase de drogas, es la esperanza de que esto genere conciencia de que vale la pena hablar con su médico al respecto”, prosiguió. Eso es especialmente cierto para las mujeres mayores, con una madre o hermana que tuvo cáncer de seno; para las mujeres de 45 años o más cuya madre o hermana tuvo la enfermedad en ambos senos, y para aquellas que fueron diagnosticadas antes de los 50 años, agregó.

Al redactar sus recomendaciones, el grupo reconoció que hay poblaciones especiales de mujeres para quienes la combinación de daños y beneficios potenciales es menos comprendida. Para aquellas que tienen una variante de alto riesgo del gen BRCA 1 o BRCA 2, los beneficios de prevención de estos medicamentos no están claros. Lo mismo ocurre con las mujeres afroamericanas, a quienes se les diagnostica cáncer de mama a tasas similares que las mujeres blancas, pero tienen más probabilidades de morir a causa de la enfermedad.

Lo que está claro es que estos medicamentos reducen las tasas de cáncer de mama con receptor de estrógeno (RE) positivo, y no la forma más rara de RE negativo de la enfermedad. El tamoxifeno y el raloxifeno lo hacen bloqueando la proliferación de células epiteliales sensibles al estrógeno, donde se puede desarrollar el cáncer de mama. Los inhibidores de la aromatasa disminuyen la cantidad de estrógeno disponible para unirse a esas células epiteliales, en parte impidiendo la conversión del andrógeno en estrógeno.

El tamoxifeno y el raloxifeno pueden usarse para tratar tanto a mujeres premenopáusicas como posmenopáusicas. Ambos han sido aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para reducir la injerencia del cáncer de mama y están disponibles como medicamentos genéricos.

Los inhibidores de la aromatasa se deben usar solo en mujeres posmenopáusicas y se venden en formas genéricas. Pero la FDA no ha evaluado ni aprobado la comercialización de estas drogas para la prevención del cáncer de mama. Es poco probable que ello se le solicite a la agencia, ya que ningún laboratorio se beneficiaría sustancialmente de un medicamento que actualmente está disponible como genérico.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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