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¿Podrá Oprah restaurar el brillo de Beto O’Rourke?

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El manual para preparar un lanzamiento presidencial es bastante sencillo: el candidato se presenta en los estados que albergan las primarias tempranas, muestra una determinación inquebrantable y prueba una visión clara y concisa sobre la cual construir una campaña.

Beto O’Rourke no ha hecho ninguna de esas cosas.

No obstante, la conversación del excongresista de Texas con Oprah Winfrey, el 5 de febrero, se encuentra entre los eventos políticos más esperados de este naciente ciclo presidencial.

También podría servir como reinicio de una posible campaña que fue dañada recientemente, en medio de su desenfrenada ambivalencia. Después de semanas en las que O’Rourke estuvo escondido del enjambre de reporteros y fanáticos que acechan todos sus movimientos, el evento podría determinar si el clamor por él reaparece o se desvanece con mayor rapidez.

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La aparición con Winfrey en el PlayStation Theatre, de Times Square, que se emitirá a fines de este mes, será relativamente breve, ya que la conductora está entrevistando a varias otras figuras en esta ronda de sus “SuperSoul Conversations”, en las cuales el congresista es el único político. No obstante, cada palabra será analizada y reanalizada en busca de señales de los próximos pasos para el larguirucho oriundo de El Paso, cuya campaña no convencional para el Senado, en el otoño, creó un movimiento, incluso cuando no logró destituir al actual senador republicano Ted Cruz.

O’Rourke probó la paciencia de los votantes que están ansiosos por muestras de claridad y convicción por parte de los candidatos, en un momento en que muchos ven la presidencia de Trump como una emergencia nacional.

Mientras ingresaba discretamente a un bar en Ulysses, Kansas; una biblioteca en Puebla, Colorado; una escuela en Taos, Nuevo México, el político recolectaba material para posteos reflexivos más parecidos a “On The Road”, de Jack Kerouac, que a “Road to the White House” (Camino a la Casa Blanca), de C-Span, y algunos votantes comenzaron a perder interés (O’Rourke cayó hasta el quinto lugar en una encuesta en línea realizada entre casi 35,000 lectores del Daily Kos —más que una muestra científica de votantes, un medidor de entusiasmo entre activistas—).

Cuando confesó, en uno de sus mensajes, que había estado “perdido últimamente. Con un bajón intermitente”, no dio la impresión de que hubiera un despliegue presidencial en su mezcla. Tampoco lo logró con la indecisión que expresó sobre cómo abordar la inmigración ilegal, en la única entrevista nacional que hizo en meses.

“Siempre ha sido difícil ser Hamlet en una carrera por la presidencia”, consideró Joe Trippi, un estratega que trabajó en las campañas de varios demócratas importantes. “Casi siempre empeora cuanto más dudas”.

O’Rourke y su pequeño círculo de confidentes no se inmutan. Desafiar las expectativas del viejo orden político es ‘la marca Beto’. Aceptan que este período de autoexploración y, posiblemente, de publicaciones indulgentes en los medios sociales puede confundir a algunos demócratas de la corriente principal. También saben que invita a abusos de parte de críticos como el comentarista conservador George Will, quien calificó a O’Rourke como un “patinador hombre-niño, cuya autofascinación lo llevó a transmitir una cita reciente con su odontólogo”.

Pero los entusiastas de O’Rourke señalan que escuchaban lo mismo de la clase dirigente antes de que él lanzara la cruzada que cambió el panorama político en Texas y desató un frenesí de pequeños donantes que destruyó los registros nacionales de recaudación de fondos.

“Los medios de comunicación están confundidos con Beto y piensan que no es así como hay que postularse para la presidencia”, explicó Michael Soneff, un consultor demócrata en California que ayuda a liderar una de las dos campañas no autorizadas del “Proyecto Beto”.

Las angustiosas reflexiones del político sobre Medium y su renuencia a marcar sus intenciones de antemano reflejan su autenticidad, algo que sus partidarios adoran, afirmó.

“La razón por la que la gente lo ama es porque no es un político convencional; no habla enérgicamente, es honesto acerca de lo que piensa y hace”, admitió Soneff. “Es por eso que le fue tan bien en Texas”.

DraftBeto.org y DraftBeto2020.org están organizando reuniones hogareñas y otros eventos en varios estados. Sus líderes cuentan con una fuerte participación y una impresionante lista de agentes experimentados, además de legisladores que sumaron para ayudar a comandar los esfuerzos de todos los voluntarios.

A medida que el borrador de las campañas trata de sentar las bases para implementar una infraestructura en caso de que O’Rourke se lance, los antiguos congresistas en Washington buscaron el consejo de estrategas de primera categoría —un reconocimiento tácito de que sería difícil dirigir una campaña presidencial completa solo con la intuición de O’Rourke, si es que él decide dar el paso—. Sería un emprendimiento muy diferente a la campaña para el Senado.

Reavivar la emoción que logró O’Rourke en su apuesta por Texas sería complicado. Ya no se postularía contra Cruz, a quien los demócratas desprecian de forma universal. Se enfrentaría a algunas de las figuras más populares del partido Demócrata, incluidas las senadoras Kamala Harris y Elizabeth Warren, y quizás el exvicepresidente Joe Biden. Sería examinado en busca de un registro legislativo ideológicamente desigual, que resultó positivo en las elecciones generales de Texas, pero que en esta elección podría socavar sus perspectivas de formación de coaliciones hacia la izquierda.

Los activistas del partido en New Hampshire (N.H.) y Iowa expresan una intriga continua con O’Rourke, pero también una creciente impaciencia.

“Él es un fenómeno”, aseguró Syl Dupuis, quien fue alcalde de Manchester, N.H., en la década de 1970 y estaba sentado en una mesa con otros políticos locales en St. Anselm College recientemente, cuando Michael R. Bloomberg, el multimillonario exalcalde de Nueva York, dio una charla y probó las aguas para su propia postulación.

O’Rourke “salió de la nada y hace maravillosos discursos. Sientes ganas de levantarte, animarlo y agitar un letrero cuando habla”, afirmó. “Pero creo que vamos a examinar más cuidadosamente qué hay detrás de las señales, detrás de los aplausos, detrás de las palabras, para ver qué puede hacer realmente”.

Otro veterano político que se encontraba cerca, el senador estatal Lou D’Allesandro, también reaccionó moderadamente ante la idea de la postulación de O’Rourke. “Él es un fenómeno popular, y a los jóvenes les gusta el fenómeno popular”, dijo. “Se presenta bien. La duda es la profundidad”.

Sin embargo, un grupo de estudiantes universitarios de Nueva Inglaterra, sentados cerca, estaban ansiosos por ver a O’Rourke. “Me encanta y le doy la bienvenida a la energía fresca que le aporta a esto”, aseguró Trevor Van Niel, un estudiante de ciencias políticas para quien O’Rourke tiene el potencial de emocionar a su generación. “Los problemas de los que todos los candidatos hablan realmente nos van a afectar. Esto es real para nosotros, y sin embargo somos el grupo demográfico menos activo en el panorama político. Cualquier herramienta que pueda involucrar a este grupo es bienvenida””.

Janet Hook, redactora de planta de The Times en Iowa, contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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