Anuncio

Para este equipo masculino transgénero en Brasil, el fútbol es la vía a la autoaceptación

Share

Después de calentar con algunos ejercicios de fútbol tradicionales -regates, pases- un puñado de jugadores del equipo de Meninos Bons de Bola, en Brasil, comenzó a quitarse las camisetas.

Algunos tenían cicatrices en sus pechos. Otros llevaban fajas (binders) fuertemente apretadas contra sus torsos. Para muchos jugadores de este equipo aficionado para hombres transgénero, con sede en San Pablo, el acto aparentemente trivial de quitarse las prendas de entrenamiento en realidad representaba un gran paso hacia la autoaceptación.

“No podía siquiera mirarme al espejo antes”, afirmó Claudio Raphael Galicia Neto, quien, a los 45 años, es el jugador de más edad en el equipo y es conocido cariñosamente como el abuelo. “Ahora me amo y acepto mi cuerpo”.

Anuncio

Varios jugadores aseguraron que el equipo brinda amistad, comprensión y recreación a los miembros de una comunidad que a menudo se enfrenta al ridículo, el rechazo familiar, la discriminación y la violencia.

El grupo comenzó hace casi dos años gracias a uno de sus miembros, Raphael Henrique Martins -más conocido como Dan-, con la ayuda de las redes sociales y el boca a boca, como una manera casual de jugar fútbol y hablar sobre los problemas que enfrentan los hombres transgénero, dijeron.

Tales agrupaciones son difíciles de encontrar en Brasil y en todo el mundo, según personas transgénero y analistas familiarizados con asuntos LGBTQ. Las estadísticas con respecto a las personas transgénero tampoco están disponibles, en parte porque estas pueden no estar identificadas correctamente en los documentos públicos.

La discriminación, ya sea que alguien decida hacer una transición física o no, puede conducir al aislamiento y la falta de acceso a la atención médica, la educación y el empleo, alegó Jody Herman, académica de política pública en el Instituto Williams de la UCLA, que se especializa en temas transgénero. “La conexión con la comunidad ha demostrado que tiene un impacto positivo en la vida de las personas trans, tanto en la salud mental como física”, aseguró.

Brasil tiene el mayor desfile anual de orgullo gay en el mundo y celebró uno de orgullo transgénero en San Pablo este 2018, pero los miembros de la comunidad LGBTQ aún enfrentan un riesgo sustancial de ataques, aseguraron varios jugadores y analistas.

Galicia, quien había estado fuera de la práctica durante aproximadamente un mes, por una lesión relacionada con el fútbol, fue a practicar ese día porque echaba de menos a los otros jugadores. Su familia aceptó su transición a varón después ser identificado como mujer al nacer, pero al principio fue difícil.

Su madre se rió cuando Galicia, a los cinco años de edad, le preguntó cuándo crecería su pene. Después lo ignoró cuando, a los 12 años, dijo que le gustaban las mujeres y que quería ser hombre. “Fue difícil para mi madre”, aseveró. “Ella es de otra generación, donde no se hablaba de este tipo de cosas”.

Un día después de cumplir 18 años, Galicia decidió abandonar su hogar. Terminó desamparado y adicto a las drogas. No volvió a hablar con su madre hasta que cumplió los 25, cuando su tío le suplicó que le avisara que estaba vivo. Fue entonces cuando Galicia regresó a casa y cambió su vida.

Antes de unirse al equipo, no conocía a ningún otro hombre transgénero. “Mis otros amigos simplemente no entendían mucho lo que estaba pasando”, relató. “Estos muchachos son mi familia. Nos reímos, nos peleamos, nos reconciliamos. No tuve eso antes”. La mayoría de los otros 24 hombres en el equipo tampoco lo habían experimentado.

Martins, de 30 años, afirmó que cuando se dio cuenta de que era transgénero, a los 18, se sintió “como un extraterrestre, como que todo eso debía estar en mi cabeza”. El joven comenzó a tomar un esteroide a base de testosterona que, según un amigo le dijo, lo ayudaría con su transición física, con el crecimiento del bello facial y una voz más profunda.

Los efectos secundarios -como mareos y vómitos- lo llevaron a buscar ayuda en línea. Fue entonces cuando descubrió el Centro para la Diversidad de San Pablo, un programa administrado por el gobierno municipal durante los últimos nueve años, que brinda apoyo psicológico y social a los miembros de la comunidad LGBTQ. “Fue allí donde descubrí que las personas podían ser como querían”, afirmó Martins.

Varios años después de reconocerse como transgénero, Martins escapó de una agresión sexual en un taxi. Después de sentarse en el asiento del copiloto, el conductor lo amenazó y le dijo que “le mostraría cómo ser una dama”. Martins pudo darle un codazo y salir del vehículo cuando este se detuvo, en un semáforo.

Después del ataque intentó suicidarse, y se dio cuenta de que necesitaba usar lo que le había ocurrido para ayudar a otros hombres transgénero en la ciudad, y avanzar con su propia transición física. Ahora, como trabajador social en el centro desde hace cuatro años, Martins dice que, incluso allí, encontrar a otros hombres transgénero que entiendan sus luchas fue difícil.

“No había hombres trans [en el centro]”, relató. “Había muchos homosexuales, travestis y mujeres trans, pero ningún hombre trans. Así que tuve que descubrir qué los atraería allí. Fue entonces cuando me di cuenta de que lo que querían era hacer deporte”.

Martins pronto comprendió que los hombres del equipo querían hacer algo más que solo practicar. Empezó a buscar otros equipos o competencias transgénero contra los cuales pudieran jugar, pero no encontró ninguno. Hay un equipo compuesto principalmente por hombres transgénero en Porto Alegre, en el sureño estado brasileño de Rio Grande do Sul, pero Meninos Bons de Bola aún no se ha reunido con ese grupo.

Meninos Bons de Bola está dispuesto a jugar en cualquier equipo o torneo que los acepte. Sueñan con ir a París, en agosto, para la décima edición de los Gay Games. Un evento deportivo y cultural destinado a celebrar todo tipo de diversidad, los Gay Games se han celebrado cada cuatro años desde 1982 y permiten a los participantes inscribirse en su deporte elegido en función de su identidad de género y no de lo que se les asignó al momento del nacimiento.

Se espera que los juegos de este año alberguen a 10,000 participantes, provenientes de más de 80 países, pero la posibilidad de que Meninos Bons de Bola llegue al torneo desaparece lentamente. Sin un patrocinador, los $20,000 que necesitan para trasladar a 10 jugadores allí están demasiado lejos de su alcance.

Al menos por ahora, continuarán jugando cerca de casa.

En 2017 quedaron en tercer lugar en el Campeonato de Diversidad, un torneo de fútbol LGBTQ celebrado en San Pablo. Pero su victoria no estuvo ausente de los insultos que, saben, a menudo son parte del juego.

“Nos llamaron niñas y mujeres”, comentó Martins. “Pero no podemos inclinar la cabeza, porque entonces es cuando perdemos. Eso es lo que me enorgullece tanto de nuestra medalla. Superamos todo eso. Fue nuestra primera lucha contra la transfobia, y ganamos”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio