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Cómo una experiencia con hongos alucinógenos ayudó a despenalizar las plantas psicodélicas en una ciudad

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Carlos Plazola se encerró en un dormitorio mientras su primo hacía guardia. Allí, durante cinco horas, experimentó con hongos mágicos, mordisqueándolos y bebiendo su té. Ingirió cinco gramos, una cantidad vertiginosa que los conocedores llaman “dosis heroica”.

Fue la primera vez que Plazola usaba los hongos, que contienen psilocibina, un alucinógeno natural, y comenzó a tener epifanías, una después de la otra, como relámpagos.

“Hice conexiones que nunca había hecho, en términos de comprender lo que somos, qué es el cosmos, por qué estamos aquí, a dónde vamos”, detalló Plazola.

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Esa experimentación con hongos -en octubre pasado- de Plazola, el antiguo y bien conectado jefe de gabinete de un ex presidente del Concejo Municipal de Oakland, ayudó a que esa ciudad se convirtiera en la primera de California -y la segunda del país- en despenalizar efectivamente los hongos alucinógenos.

Plazola cofundó un grupo llamado Decriminalize Nature Oakland, que creó la ordenanza e impulsó exitosamente su aprobación.

Las drogas psicodélicas, alguna vez ampliamente ridiculizadas como parte de la contracultura hippie y material surrealista al estilo “Alicia en el País de las Maravillas”, están lejos de ser populares. Pero los esfuerzos para sacarlas de las sombras y llevarlas al ámbito público avanzan a un ritmo tan veloz, que incluso sus partidarios están sorprendidos.

“Miremos las décadas de trabajo que tomó poner la marihuana medicinal en las boletas electorales”, expuso Brad Burge, un portavoz de la Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies, una organización sin fines de lucro con sede en Santa Cruz, que investiga terapias psicodélicas. “Estas son algunas de las primeras medidas de despenalización psicodélica, y están siendo aprobadas”.

En mayo, Denver se convirtió en la primera ciudad de la nación en despenalizar los hongos con psilocibina. Los votantes aprobaron la iniciativa por un margen tan estrecho, que varios medios de comunicación informaron inicialmente que había fracasado.

Fue más fácil en Oakland. El 4 de junio pasado, el Concejo Municipal aprobó su ordenanza por unanimidad, con pocos rechazos. La ciudad incluso dio un paso más allá al despenalizar no sólo los hongos, sino también una variedad de plantas y compuestos psicoactivos, como el peyote, la iboga y la ayahuasca.

La medida, que se aplica sólo a los alucinógenos de origen vegetal y no a las drogas sintéticas -como el LSD y el MDMA-, en realidad no legitima los psicodélicos naturales, que siguen siendo ilegales para las leyes estatales y federales. En cambio, declara que el arresto e investigación de adultos por usar, poseer, cultivar o distribuir alucinógenos vegetales está entre las prioridades más bajas para la policía local, y restringe el uso de fondos de la ciudad para perseguir a los usuarios.

Una iniciativa de California para despenalizar los hongos alucinógenos no llegó a la boleta electoral estatal en 2018, pero un grupo llamado Decriminalize California instaló una oficina de campaña en Hollywood y está intentando nuevamente la misión con miras a 2020.

“Si se logra en California, podría lograrse en EE.UU”, dijo Ryan Munevar, el director de campaña del grupo. “Y si Estados Unidos finalmente cambia de parecer, el resto del mundo lo seguirá después… básicamente, cualquier lugar que sea relativamente abierto con la marihuana es un buen candidato”.

La resolución de Oakland define los psicodélicos como “todo el espectro de plantas, hongos y materiales naturales que merecen respeto desde la perspectiva de lo individual y lo colectivo, que pueden inspirar el bienestar personal y espiritual, el estado psicológico y físico y restablecer la relación inalienable y directa de los humanos con la naturaleza”.

La misión de Plazola se vio favorecida por haber sido durante largo tiempo asistente del ex presidente del Concejo Municipal, Ignacio De La Fuente, y estar familiarizado con todos los miembros del cuerpo. El concejal Noel Gallo, quien presentó la medida, dijo que “lo conoce desde hace mucho tiempo”. “Tenía un gran respeto por lo que había logrado. Vinieron a mi oficina con un cirujano, médicos, usuarios, y yo los escuché”.

Gallo ahora refiere las consultas de personas interesadas en despenalizar los psicodélicos a Decriminalize Nature Oakland, donde afirman haberse comunicado con personas en decenas de ciudades.

Un viernes reciente, Plazola caminaba por el pequeño jardín de la sede de Decriminalize Nature Oakland, un ecléctico chalet suizo de los años 1920 y un complejo de estilo Tudor ubicado en un vecindario apodado Pill Hill (cerro de las píldoras), debido a todas las instalaciones médicas afincadas allí.

Plazola, desarrollador de bienes raíces, es copropietario del sitio, que recientemente albergó un dispensario de marihuana. El edificio está siendo renovado para convertirse en vivienda y lo que Plazola llama una “comunidad consciente”, un espacio de trabajo conjunto donde las personas también puedan meditar en sus viajes psicodélicos y aprender sobre las plantas.

El jardín contenía Salvia divinorum, una menta alucinógena, y brugmansia, o Trompetas de Ángel, cuyas flores en forma de campana poseen un efecto psicoactivo que, en dosis altas, puede provocar convulsiones, fiebre y delirio. En la parte delantera del edificio, junto a la acera en la concurrida avenida Telegraph, crecen los cactus de San Pedro, que contienen el alucinógeno mezcalina.

A diferencia de los hongos de psilocibina y el cactus peyote, esas plantas son legales para su compra y cultivo. Para Plazola, todas son sólo plantas.

Su experiencia con hongos, el otoño pasado, fue el resultado de una profunda búsqueda interior. Acababa de cumplir 50 años y tenía una variedad de carreras: en la política, la organización comunitaria, el desarrollo inmobiliario. Sin embargo, estaba “algo aburrido”. Hacía yoga y meditaba a menudo, pero se sentía mentalmente bloqueado. Entonces leyó el bestseller del autor Michael Pollan, “How to Change Your Mind: What the New Science of Psychedelics Teaches Us About Consciousness, Dying, Addiction, Depression, and Transcendence” (Cambiar de opinión: lo que la nueva ciencia de los psicodélicos nos enseña sobre la conciencia, la muerte, la adicción, la depresión y la trascendencia). “Allí pensé: ‘OK, necesito probar los hongos’”, afirmó Plazola, quien ha estado obsesionado con la mortalidad y el infinito desde que tenía siete años, cuando le dijeron que un pariente que acababa de fallecer viviría para siempre en el cielo. A partir de entonces siempre se vio a sí mismo como “una persona extraña... que vivía con un pie en la tumba”.

Los hongos, comentó, le ayudaron a dar sentido a todo eso. Se dio cuenta de que era “adicto al miedo”. Después, su esposa le dijo que actuaba de manera más compasiva; sus hijos decían: “Papá parece un amigo”.

Plazola comenzó a organizar reuniones con un pequeño grupo que tenía experiencia en alucinógenos naturales: un experto en botánica, terapeutas y gente que usa alucinógenos naturales por razones medicinales y espirituales. “Les dije: ‘Solía trabajar en política; si quieren que se apruebe algo, estaré encantado de ayudarles”, relató.

El grupo, que se convirtió en Decriminalize Nature Oakland, se refirió a las plantas como “enteógenas” -en lugar de alucinógenas o psicodélicas- en la ordenanza, porque esas palabras tienen un estigma, dicen. Así como también, remarcaron, el término “hongos alucinógenos o mágicos”.

“Estaba muy enojado y decepcionado porque nuestra resolución fue aprobada por unanimidad en Oakland, pero casi todos los titulares de noticias hablaban de “hongos mágicos y alucinógenos”, aseveró Gary Kono, cirujano dental retirado y uno de los cofundadores del grupo. “Esas palabras hacen que la audiencia piense en un propósito recreativo, cuando “enteógeno” significa ponerse en contacto con el espíritu interior, o tener una experiencia con Dios”.

Kono fue voluntario en un hospital para enfermos terminales durante cinco años y desea que los psicodélicos naturales -que, según demuestran los estudios, pueden aliviar la ansiedad- estén disponibles para los pacientes que se enfrentan a la posibilidad de una muerte inminente.

El concejal Gallo, a quien el grupo se acercó a principios de este año, fue receptivo al tema porque estaba al tanto del daño causado en Oakland en años anteriores, cuando las autoridades arrestaban a personas negras y latinas por cargos de marihuana mucho más que a otros grupos de la población.

Su abuela, una indígena yaqui, era curandera y trataba a sus familiares con plantas nativas que crecían en su patio trasero. “Walgreens no es la única solución”, destacó Gallo. “Cuando voy al médico, lo único que quieren hacer es drogarme”.

La nueva ordenanza podría potencialmente derivar en ventas de plantas enteógenas, consideró el concejal. “El primer paso es despenalizar, y luego el siguiente es ‘De acuerdo, sigamos adelante: ¿Cómo hacemos lo mismo que realizamos con la marihuana? ¿Cómo cultivamos? ¿Cómo vendemos? ¿Cómo recetamos?”.

Un informe de la agenda para el Comité de Seguridad Pública del Ayuntamiento, firmado por Gallo, cita la oposición de Decriminalize Nature Oakland a la venta de las plantas. El informe sugiere que, para mejorar el acceso, la ciudad podría tener colectivos que “proporcionen un espacio para tener una experiencia” o “personas que podrían visitar a quienes reciben cuidados paliativos o a aquellos que no pueden salir de su hogar”.

“Realmente tiene una intención elevada”, dijo Plazola. “No se trata del dinero, haciendo todo por él es como llegamos a una espantosa adicción a los opiáceos y a un horrible sistema de salud”.

Los científicos lucharon contra décadas de estigma para investigar las plantas psicodélicas, que han demostrado potencial en el tratamiento de la ansiedad, la depresión, la adicción y otras enfermedades.

En octubre, la FDA otorgó el estado de “avance terapéutico” -destinado a acelerar el desarrollo de medicamentos con gran potencial- a una compañía que realiza pruebas con psilocibina en personas con depresión resistente al tratamiento. Los científicos de la Universidad Johns Hopkins recomendaron recientemente reclasificarlo de un medicamento de la Lista I -sin beneficio médico conocido- a uno de la Lista IV, similar a las pastillas para dormir.

Pero los investigadores instan a la precaución y dicen que los pacientes en ensayos clínicos son monitoreados en entornos seguros y estrechamente controlados.

Charles Grob, un psiquiatra de UCLA que ha estudiado los psicodélicos durante un cuarto de siglo, no quiere que las medidas de despenalización precipitadas descarrilen la investigación sobre el tema. “La gente no debe tomar estos compuestos y vagar por las concurridas calles de la ciudad o conducir”, explicó Grob. “Deben estar en un espacio tranquilo y contenido, idealmente con el monitoreo de alguien que no esté en un estado alterado de conciencia”.

Según Amber Senter, quien realiza actividades de divulgación para Decriminalize Nature Oakland, la educación es un componente clave del trabajo de la entidad. Senter, quien es negra, cofundó la organización Supernova Women, para abogar por las mujeres de color en la industria del cannabis. Ella padece lupus y usa hongos de psilocibina, que la ayudan con la depresión provocada por el dolor. Las personas negras, que son más susceptibles a ciertas enfermedades autoinmunes, podrían beneficiarse enormemente con ellos, explicó. “Siempre se nos ha dicho, ‘son drogas para la gente blanca’ y nosotros no las consumimos”, afirmó. “Eso simplemente no es cierto. Siento que nunca hemos tenido acceso porque en realidad es una planta muy útil. En cambio, sí hemos tenido acceso a cosas peores”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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