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Nota para los demócratas que piensan en una candidatura presidencial: el reloj ya está en marcha

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El reloj de la campaña presidencial puede estar en marcha, pero Bernie Sanders insiste en que ello no lo inquieta.

“Estoy aquí, en el norte de Vermont, y la gente acaba de pasar seis meses antes de una elección; no están muy contentos de sumergirse ya en otra”, aseguró con su modo brusco característico el senador de Vermont, recientemente reelegido, cuando se le preguntó acerca de una posible candidatura presidencial. “Los medios de comunicación han empujado a este país hacia campañas interminables. Todos podemos tomar un respiro profundo”.

Esa actitud despreocupada oculta la intensa presión sobre Sanders y el resto de la horda de posibles candidatos demócratas, para que se muevan rápidamente. En privado, algunos de los asesores del senador le advirtieron que contenerse por más tiempo que unas pocas semanas después del Año Nuevo podría resultar fatal para una apuesta hacia 2020.

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En ningún momento de la historia reciente, los demócratas han avanzado hacia las primarias presidenciales con un campo de candidatos viables tan grande y una perspectiva de posibilidades individuales tan confusa.

La reescritura del presidente Trump de las reglas del compromiso político se ha extendido a la competencia entre sus rivales. Los candidatos que esperan un camino claro podrían quedar apartados antes de dar sus primeros pasos.

“Nadie parece tener un terreno limpio aquí”, aseveró Jim Jordan, quien dirigió en 2004 la campaña presidencial del candidato demócrata John F. Kerry.

“Hay muchos californianos, múltiples neoyorquinos, muchos habitantes de Massachusetts, múltiples afroamericanos, muchísimas mujeres. El pastel se va a dividir rápidamente en pequeñas rebanadas”, señaló.

Construir una campaña es un asunto complicado, advierten Jordan y otros. El grupo de asistentes de primera línea, recaudadores de fondos y activistas bien conectados en los estados de votación temprana, se diseminará muy rápidamente en un año en que más de 20 candidatos notables podrían intervenir de forma práctica.

Ya, además de Sanders, la senadora Kamala Harris, de California; Elizabeth Warren, de Massachusetts; Cory Booker, de Nueva Jersey; Kirsten Gillibrand, de Nueva York y Amy Klobuchar, de Minnesota, han dado pasos hacia una posible candidatura presidencial.

El exvicepresidente Joe Biden ha estado llamando a los agentes experimentados en busca de garantías de que estarán a bordo si él se postula, y que no aceptarán empleos con otros candidatos sin consultar con él primero. Si bien los asesores se negaron a hablar sobre los tiempos de Harris, sus campañas anteriores sugieren que si se suma formalmente a la carrera, algo que parece cada vez más probable, lo hará temprano en lugar de tarde.

El alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, quien visitó estratégicamente los primeros estados de la primaria y contrató a asesores con experiencia en campañas presidenciales, planea tomar una decisión antes de fin de año.

El senador Sherrod Brown, de Ohio, dijo a los medios locales después de su reelección exitosa que reflexionará sobre la posibilidad de una candidatura presidencial con su familia, durante las vacaciones.

Gillibrand prometió hace sólo unas semanas, durante su campaña de reelección, que cumpliría su mandato de seis años en el Senado. Apenas dos días después de la elección se alejó de esa idea y envió una clara señal a los activistas del partido y a los donantes para que no buscaran más allá, cuando le dijo al anfitrión de TV Stephen Colbert que estaba sopesando competir para la Casa Blanca.

Los gobernadores Steve Bullock, de Montana, y John Hickenlooper, de Colorado, han estado promocionando los beneficios de un gobernador occidental como el candidato del partido. Mitch Landrieu, exalcalde de Nueva Orleans, se unió a Garcetti para hablar sobre las ventajas de un alcalde.

Otro exalcalde, Michael Bloomberg, de Nueva York, gastó decenas de millones para ayudar a los demócratas en las elecciones de mitad de mandato. También lo hizo el multimillonario Tom Steyer, quien reside en California.

Julian Castro, el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano de la administración Obama, contempla hacer un anuncio temprano. Otro amigo de Obama, el exgobernador de Massachusetts Deval Patrick, también considera sumarse a la carrera.

La vacilación de cualquiera de las facciones del partido para aliarse en torno a un candidato hasta ahora aumenta el potencial de que una alternativa impensada, como el representante de Texas Beto O’Rourke, se convierta rápidamente en una estrella fugaz, como fue Sanders en 2016.

Y la lista continúa. Los especialistas más informados proyectan una serie de anuncios a principios del invierno.

“Esta es una de estas situaciones inusuales en la política, donde aquel que vacile perderá”, aseguró Jordan.

Los candidatos más serios habrán entrado en la carrera en febrero, un gran cambio desde la última elección presidencial demócrata, cuando nadie comenzó en serio hasta que Hillary Clinton lanzó un video de anuncio, a mediados de abril de 2015. Su campaña avanzó despacio a partir de entonces, con apariciones poco frecuentes y guionadas, que dejaron a muchos votantes deseosos.

En Gonring, Spahn & Associates, una firma consultora de asuntos públicos con sede en Los Ángeles y Washington, que ha asesorado durante mucho tiempo a grandes donantes de Hollywood, incluidos Steven Spielberg y Jeffrey Katzenberg, el teléfono ya suena constantemente. “En las últimas 24 horas, he recibido tres llamadas” de posibles candidatos para 2020, confirmó el presidente de la empresa, Andy Spahn, el 13 de noviembre. “Eso me dice que habrá un movimiento regular durante las próximas seis a ocho semanas”.

La dinámica particular de la carrera de este 2018 ha impulsado el calendario para todos, consideró William Carrick, un veterano estratega demócrata que fue gerente de campaña de Dick Gephardt en 1988 y que actualmente asesora a Garcetti. “Hemos tenido campos completos con múltiples candidatos antes, pero nunca algo así”, dijo. “Es como tres veces más de lo que hemos tenido antes”.

Los votantes por lo general no comprenden todo lo que sucede tras bambalinas o lo difícil que puede ser construir una infraestructura de campaña duradera cuando tantos candidatos atractivos compiten por un grupo relativamente pequeño de talentos comprobados, consideró.

Lealtades de décadas de antigüedad se están poniendo a prueba, a medida que asesores políticos que mantienen relaciones duraderas con múltiples potenciales candidatos son disputados por todos ellos.

Al mismo tiempo, los activistas partidarios anhelan nuevas ideas y sangre. Eso ha hecho que muchos guerreros veteranos de campaña y donantes reconsideren la posibilidad de reagruparse con los candidatos cuyas candidaturas políticas han apoyado durante mucho tiempo.

“La gente va a emitir juicios basados en consideraciones distintas a ‘conozco a esta persona desde hace mucho tiempo’”, remarcó Carrick. “Se habla mucho sobre la necesidad de caras nuevas”.

Por ahora, muchos de los grandes donantes del partido todavía están evaluando el campo. “Sólo voy a esperar y ver”, dijo Susie Tompkins Buell, la filántropa de San Francisco y principal donante demócrata, que aportó más de $15 millones a las campañas de Bill y Hillary Clinton y ayudó a recaudar millones más para ellos.

“Este es un asunto tan serio ahora. No puedes simplemente enamorarte de alguien o trabajar con él porque tienes una relación. Tenemos que mantener la mente abierta y ver qué oportunidades hay. Necesitamos la fluidez para ver quiénes son todos objetivamente, y analizar todas las posibilidades potenciales”.

Las nuevas opciones de recaudación de fondos generadas por populares plataformas en línea como ActBlue y especialistas de medios sociales les dan a los candidatos vías alternativas para construir cofres de guerra, y muchos de ellos se lanzarán a la carrera con grandes botes de efectivo como resultado de su éxito digital.

Pero incluso en esa escena, los candidatos que jueguen con evasivas podrían estar en desventaja frente a quienes jueguen abiertamente para ganar.

No todos los que han pasado por el agotador proceso de una candidatura presidencial adhieren a la idea de que avanzar velozmente es esencial en este ciclo.

El exgobernador de Nuevo México, Bill Richardson, quien montó una fallida candidatura para la primaria demócrata en 2008, se mostró escéptico de que los primeros estados votantes de Iowa y New Hampshire tendrán la influencia que tenían en el pasado, particularmente ahora que California ha trasladado su primaria a principios de marzo.

Los recién llegados a la política presidencial con la esperanza de ser la nueva cara se beneficiarán más si se enfocan en California, Carolina del Sur y posiblemente en Nevada, en un año en que los votantes demócratas consumidos con la destitución de Trump estén particularmente centrados en la elegibilidad. La población votante en esos estados es más diversa, y los dos últimos en particular no están dominados por el ala progresista del partido, por lo cual probablemente son más representativos del electorado general, agregó.

Además, la balanza allí no está inclinada contra los recién llegados en estados como en New Hampshire y Iowa, donde candidatos como Sanders y Warren ya han construido maquinarias de campaña formidables, consideró Richardson.

“Hay un paisaje totalmente nuevo y una nueva forma de pensar”, dijo. “El calendario principal ha cambiado, de modo que no sólo se trata de New Hampshire y Iowa. Esto crea una ventaja para los candidatos menos conocidos, y para los del oeste, y quizás incluso para desconocidos”.

Pero al igual que muchos otros veteranos políticos, Richardson se mostró cauto en cuanto a dar consejos en momentos en que ninguna de las antiguas reglas de la política presidencial parece aplicarse, y las nuevas aún no se han escrito. “Por supuesto, ¿qué sé yo?”, expresó, recordando su cuarto lugar en Iowa y New Hampshire antes de abandonar la carrera de 2008. “Yo perdí”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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