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Lucy Jones no sintió el sismo de magnitud 7.1, pero ayudó al mundo a comprenderlo mejor

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La noche del viernes, Lucy Jones no sintió el terremoto.

Ella y su esposo, Egill Hauksson, ambos sismólogos y los dos sintiéndose agotados, caminaban hacia la farmacia en Pasadena, para comprar las medicinas que no habían podido adquirir el día anterior, cuando un terremoto de magnitud 6.4 azotó Ridgecrest, California.

Jones, la más famosa celebridad en L.A durante el fin de semana del feriado, necesitaba un descanso de tanta atención. Había practicado con su viola e intentó todo lo posible para retirarse el maquillaje de las entrevistas televisivas para NBC y ABC que hizo durante el día (su esposo, bromeando, le dijo que la máscara de pestañas corrida la hacía lucir como un jugador de fútbol americano).

Pero durante el paseo, sonó su celular. Era una noticia sobre un segundo terremoto, más fuerte, de magnitud 7.1, pero con una intensidad sísmica lo suficientemente baja como para sentirlo en Pasadena sólo si uno estaba de pie y quieto.

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Los dos apuraron el trayecto de las últimas seis cuadras a su hogar para recoger teléfonos y computadoras, luego saltaron al auto. Quince minutos después de los temblores, llegaron al laboratorio de Caltech.

“No podemos organizar experimentos de terremotos en nuestro tiempo libre. Tenemos que tomar lo que la tierra nos da”, afirmó. “La recopilación de datos era lo primero en mi lista. Los sismólogos del futuro dependen de nosotros”.

Jones, una autoproclamada introvertida cuyos seguidores por Twitter se cuadruplicaron en tres días, es una experta en el potencial sismo de enormes proporciones conocido en inglés como el “Big One”.

Después de dos grandes terremotos y una serie de réplicas desconcertantes, no es simplemente una científica sino, para algunos, casi una adivina, encargada de predecir el futuro de la actividad debajo de la superficie de la Tierra.

Los funcionarios del condado de L.A, los servicios de emergencia y los residentes comunes reconocen que el conocimiento equivale a tener poder. Y nunca se cansan de la información que brinda Jones.

“Los misterios detrás de los terremotos son lo que los hace tan aterradores”, aseguró Janice Hahn, una supervisora del condado de L.A. “Ella siempre parece tener respuestas”.

Jones puede medir qué tan rápido se mueven las fallas, y aproximadamente cuántos terremotos tendremos durante el próximo siglo. Esos cálculos son fáciles, consideró. Pero los datos que la mayoría de los residentes de L.A anhelan -qué esperar en la próxima década- no se conocen; será un subconjunto aleatorio.

“Algunas personas piensan que estos terremotos indican que vendrá uno peor; otros creen que este evento alivió el estrés en la tierra y se evita así el Big One”, dijo. “Pero ambas ideas son simplemente una búsqueda de un patrón en lo que realmente se trata de una distribución aleatoria”.

El epicentro de los eventos de la semana en Ridgecrest estuvo a más de 100 millas de la mayoría de los residentes del condado de L.A. Entonces, lo que ella puede predecir es que, cuando un sismo con una magnitud similar se acerque más a la ciudad, la devastación será mucho más drástica.

“[Si ocurre] un terremoto de este tamaño en Baldwin Hills, la falla de Hollywood, Santa Mónica o Palos Verdes -tengamos en cuenta que tenemos diversas opciones de fallas- no sólo tendremos 20.000 personas cerca. Serán un par de millones”, señaló.

Jones fue el centro de atención en una conferencia de prensa realizada el domingo junto con ocho oradores, en la cual los funcionarios del condado discutieron las mejores prácticas de preparación sísmica. Uno por uno desmintieron consejos obsoletos, como apoyarse en el marco de una puerta o correr hacia afuera, donde los escombros que vuelan desde las casas a menudo son más dañinos.

“Nos hemos vuelto complacientes desde 1994”, afirmó Hahn, quien creció con un casco duro y calzado deportivo debajo de su cama. “Los servicios de emergencia están preparados, no tengo dudas de ello. Lo que me preocupa es que nuestros residentes del condado de L.A no lo estén”.

Pero Jones tuvo una perspectiva diferente. “¿Un bolso pequeño de viaje? ¿A dónde se irá?”, preguntó Jones en una entrevista aparte. “Trabajo con ingenieros estructurales y personal que crea políticas para descubrir cómo mantener las piezas juntas, no para volver a armarlas después de que se rompan”.

Jones fue llamada ‘la Beyoncé de los terremotos’ y ha sido la respuesta a preguntas de la sección “¡Peligro!” en el programa “Jeopardy!”. Pero también es la sismóloga vecina para los residentes de L.A. Durante el estreno del thriller de acción sísmica “San Andreas”, tuiteó comentarios en vivo sobre las fallas, con su precisión científica.

Según Jones, la sismología ha cambiado tanto técnica como culturalmente desde que comenzó a trabajar en ese campo, en la década de 1970. Las mediciones de terremotos que demoraban una semana completa ahora toman menos de 45 minutos. Y más mujeres están investigando, publicando y hablando más al respecto.

“La cultura científica fue impulsada por la masculinidad tóxica. Mientras seguía lo que ocurría con el movimiento #MeToo, recordaba los incómodos comentarios, las bromas que escuchaba durante mi embarazo”, afirmó. “No pensábamos que había otra opción. Las cosas están cambiando”.

Cuando desaparezcan las réplicas del último terremoto, Jones planea continuar su trabajo ayudando al plan del condado para lo impredecible.

“No puedo creer que Lucy Jones no sintiera el terremoto”, indicó Hahn en la conferencia de prensa, bromeando que ella podía sentir cada vez que un rincón de la tierra cambiaba.

“Si ese fuera el caso”, le respondió Jones, “no podría hacer ni ejercicio”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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