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Nuevos y más ágiles robots ejecutan tareas que antes sólo podían hacer los humanos

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| BLOOMBERG

En un vasto invernadero de la ciudad danesa de Odense, un escuadrón de robots mueve finas macetas de hierbas para su envío sin siquiera hacerles el más mínimo daño. Para los aficionados al cine acostumbrados a ver máquinas humanoides en acción, eso puede no parecerles algo especial - pero en realidad, es una hazaña notable.

Hasta hace poco tiempo, los robots se limitaban a trabajos precisos, pre programados y repetitivos como la fabricación de automóviles. Sin embargo, en el invernadero de Rosborg Food, los dispositivos OnRobot se ajustan sobre la marcha. Una maceta podría estar ligeramente fuera de posición. La siguiente podría ser un poco más pesada.

Los robots que pueden ver, aprender y agarrar diferentes artículos están avanzando rápidamente en las industrias de comercio al por menor, alimentos y bebidas, y bienes de consumo envasados. Mientras que las ventas de robots a las fábricas automotrices estadounidense cayeron un 12% el año pasado, los compras de empresas de alimentos y productos de consumo se dispararon un 48%.

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“La tecnología va tan rápido que en dos o tres años”, dice Johnny Albertsen, director ejecutivo de Rosborg Food Holding, “podremos hacer que el robot haga casi cualquier cosa”.

El número de puestos de trabajo reducidos por la automatización es difícil de calcular, en parte porque una posición perdida puede crear varias otras en nuevas industrias. Pero casi el 40% de los trabajadores de Estados Unidos se encuentran en campos -por ejemplo, el comercio minorista y el servicio de alimentos- que perderán plazas de empleo debido a la mecanización para 2030, según un informe de McKinsey publicado el jueves.

Los robots, además, son necesarios en muchas industrias donde se lucha por encontrar trabajadores. Los puestos vacantes en la categoría que incluye almacenamiento saltaron en abril a su nivel más alto desde al menos 2001, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos.

Albertsen espera que las mejoras en la capacidad de agarre pronto permitan a los robots extraer plantas tiernas de sus contenedores. Planea expandir su equipo con más autómatas, que le devolverán la inversión en unos 18 meses. Una configuración única como la que usa Rosborg cuesta normalmente unos 70.000 dólares, que incluye el androide, la pinza OnRobot en el extremo del brazo del mismo y la instalación.

Las pinzas y la capacidad de “ver” de la máquina son fundamentales. La mayoría de los robots industriales pesados todavía operan a ciegas y deben estar rodeados de jaulas para mantener a los humanos fuera de peligro. Cualquier variación, como el manejo de objetos con diferentes tamaños o texturas, no era posible. Ahora, las pinzas que emulan los pies ‘pegajosos’ de una lagartija, o que utilizan polímeros blandos que se expanden para aplicar la cantidad justa de presión, permiten a los autómatas realizar tareas nuevas y más delicadas.

Las cámaras permiten que los dispositivos vean un objeto. La inteligencia artificial les ayuda a determinar la mejor manera de agarrarla. La IA, a través de la cual una máquina mejora su propio rendimiento, resultará clave para que los robots realicen tareas que son sencillas para los seres humanos pero difíciles para las máquinas, como el doblado de la ropa.

En el centro de cumplimiento de Capacity LLC en Nueva Jersey, los trabajadores habían estado escaneando tediosamente artículos de compañías como Glossier Inc., fabricante de cosméticos, y Stadium Goods LLC, minorista de calzado, y luego colocando cada producto en uno de los 16 cubículos. La tarea ahora se realiza mediante un brazo robótico que termina en tres falanges y una ventosa accionada por aire en el centro.

Capacity, que empaca y envía pedidos de comercio electrónico desde almacenes en Francia, el Reino Unido, Nueva Jersey y California, ha estado probando el sistema desde la puesta en marcha de RightHand Robotics Inc. con sede en Somerville, Massachusetts, y tiene más dispositivos bajo pedido. El retorno de la inversión de dos años o menos, ayuda a aliviar la presión del apretado mercado laboral, dice el director de estrategia de Capacity, Thom Campbell.

“Está funcionando bien”, dice. “Es más lento que un humano, pero no hace pis, no va a almorzar, no sólo trabaja un turno y no cobra horas extras”.

Soft Robotics Inc. con sede en Cambridge, Massachusetts, fabrica pinzas flexibles que pueden agarrar brownies, carne cruda, una caja cuadrada o un paquete de celofán. Esa flexibilidad elimina la necesidad de una codificación complicada o de sensores costosos, dice el CEO Carl Vause.

“Hay una demanda increíblemente alta de automatización”, dice, especialmente para comestibles y manipulación de alimentos. “Estas son aplicaciones que hace dos años, nadie habría considerado”.

Para satisfacer las crecientes necesidades, OnRobot fabrica una pinza que depende de millones de diminutos tallos fibrilares que se adhieren a la superficie de un objeto. La empresa, con sede en Odense, también vende las llamadas herramientas con sensor de par que aplican la presión adecuada para lijar o pulir.

“Es la capacidad de recoger una pieza, de moverla”, dice el CEO Enrico Krog Iversen. “Es la habilidad de tener coordinación mano-ojo, lo que les permite a los robots llevar a cabo las mismas tareas que los humanos”.

Los tallos fibrilares y las ventosas son geniales. Pero algunas tareas, como doblar la ropa, por ejemplo, o cargar un lavavajillas, siguen estando fuera de su alcance.

Podrían pasar 100 años para que coincidan con los diminutos huesos, tendones y terminaciones nerviosas que hacen que la mano humana sea tan versátil, dice Junji Tsuda, presidente del fabricante de robots Yaskawa Electric Corp. con sede en Kitakyushu, Japón.

“¿Cuál sería la mejor pinza para copiar? Bueno, la mano humana”, dice Jesse Hayes, director del grupo de automatización de la empresa Schunk, con sede en Lauffen am Neckar, Alemania. Schunk ha diseñado una herramienta que se ve bien - lo suficientemente hábil como para producir un gesto de “ven aquí” espeluznantemente convincente. Pero a un costo de $50.000 cada uno y sin ser lo suficientemente resistente para propósitos industriales pesados, es usado principalmente por investigadores.

“En general, para agarrar muchos objetos, formas y geometrías diferentes,” dice Hayes, “la mano humana es ideal”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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