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Los árboles podrían reducir el carbono en la atmósfera a niveles no vistos en casi 100 años

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En la eliminación del dióxido de carbono del aire, los árboles son uno de nuestros aliados más fuertes en la lucha contra el cambio climático. Y si plantáramos muchos más en los lugares correctos, estos podrían reducir la cantidad de carbono en la atmósfera a niveles que no se han visto en casi 100 años, según los investigadores.

Después de examinar más de 70.000 fotografías satelitales de alta calidad de árboles en todo el planeta, ecologistas concluyeron que la Tierra podría soportar 900 millones de hectáreas adicionales de cobertura arbórea. Esos árboles eliminarían cerca de dos tercios del carbono que se encuentra hoy en la atmósfera como resultado de las actividades humanas, según un estudio publicado en la edición del viernes de la revista Science.

Si bien las iniciativas internacionales han establecido objetivos para la conservación y restauración de los bosques del mundo, los investigadores nunca habían elaborado los detalles -como qué tipo de árboles plantar y dónde colocarlos-, afirmó el líder del estudio, Jean-François Bastin, ecologista del Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Zurich.

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“¿Qué es lo máximo que podemos hacer en el planeta?”, se preguntó Bastin. “¿Cuántos árboles podría soportar el planeta y qué se podría hacer de manera realista?”.

Para responder a estas dudas, Bastin y sus colegas desarrollaron un programa de computadora que calcula cuánta tierra boscosa podría ser restaurada ahora y en un mundo más cálido, en el futuro.

Los miembros del equipo analizaron 78.774 fotos satelitales de una variedad de ecosistemas, desde las exuberantes selvas tropicales del Amazonas hasta el árido Sahel en África, que habían sido protegidos de la influencia humana. Luego contaron cada árbol en cada imagen para evaluar la cobertura actual en ambientes naturales.

Los investigadores combinaron esa información con datos sobre el clima, la temperatura y las condiciones del suelo para cada ecosistema. Luego enseñaron a su programa a sacar conclusiones para determinar cuánta cobertura de árboles podría soportar un área en particular.

El resultado: los árboles actualmente cubren 2.800 millones de hectáreas de tierra, pero tienen el potencial de poblar hasta 4.400 millones (una hectárea son 10.000 metros cuadrados, un poco menos que 2.5 acres).

En este momento, una buena parte de los 1.600 millones de hectáreas adicionales se utilizan para la agricultura o los espacios urbanos. Los investigadores descontaron esas áreas y vieron que la Tierra todavía tiene 900 millones de hectáreas listas para ser restauradas con árboles, un área aproximadamente del tamaño de Brasil.

Según los autores del estudio, cuando los árboles maduren, podrían eliminar 205 gigatoneladas de carbono de la atmósfera. Eso representa cerca de dos tercios de las aproximadamente 300 gigatoneladas de carbono atmosférico que pueden atribuirse a las acciones humanas, explicaron.

Bastin ofreció otra forma de verlo: si esos árboles adicionales se sembraran en poco tiempo y alcanzaran su máximo potencial, la cantidad de carbono en la atmósfera descendería a niveles no vistos desde la década de 1920.

Entonces, ¿dónde están estos 900 millones de hectáreas? Más de la mitad de ellas se encuentran en sólo seis países: Rusia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Brasil y China.

La restauración de árboles se volverá una cuestión difícil precisamente en el trabajo con los países, advirtió Matthew Hansen, un científico de la Universidad de Maryland que no participó en el estudio. Los gobiernos con poblaciones en crecimiento podrían necesitar parte de esas tierras disponibles para ciudades en expansión, o como espacios extra para la agricultura, de modo que la escasez de alimentos no sea un problema.

“La restauración tendrá que lidiar con las cuestiones del terreno”, consideró. “¿Dónde están los gobiernos fuertes con mandatos y motivaciones para hacer la restauración? ¿Dónde están los que son hostiles en esta cuestión?”.

Los autores del estudio repitieron su análisis para el año 2050, asumiendo que las tendencias actuales continuarían. En ese escenario, los árboles no podrían proporcionar tanta ayuda como lo harían hoy.

Las áreas que ahora son más frías podrían volverse hospitalarias para más árboles. Sin embargo, esas ganancias serían más que compensadas por la pérdida de árboles en lugares que tienen bosques densos en la actualidad.

“Si observamos toda la cantidad de árboles que podríamos ganar o perder, vemos que corremos el riesgo de mermar más de lo que podríamos conseguir”, dijo Bastin.

Para los investigadores que se especializan en restauración de bosques, el estudio demuestra que no hay tiempo que perder. Bastin y sus colegas “muestran claramente que tenemos un plazo limitado para restaurar la cubierta arbórea global”, escribieron Robin Chazdon, de la Universidad de Connecticut, y Pedro Brancalion, de la Universidad de São Paulo, Brasil, en un ensayo que acompaña el estudio. “Necesitamos actuar de manera rápida, inteligente y global”.

Los expertos añadieron que no todos los árboles son iguales. Plantar uno en un área donde no crecería naturalmente puede causar problemas para el ecosistema en general y para aquellos que viven cerca.

“Los tipos de árboles, el cómo y dónde se cultivan determinan cómo y a qué personas benefician”, escribieron Chazdon y Brancalion, quienes no participaron en el estudio. “En algunos contextos, aumentar la cobertura de árboles puede elevar el riesgo de incendio, disminuir los suministros de agua y causar daños a los cultivos por la vida silvestre”.

Para Karl-Heinz Erb, un ecologista social de la Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida, de Viena, que tampoco participó en la investigación, la equidad económica debería influir en las decisiones sobre dónde plantar árboles. Por ejemplo, convertir la tierra utilizada por los animales de pastoreo en bosques afectaría de manera desproporcionada a las personas más pobres, dijo.

Incluso si los árboles se plantan de la manera más consciente posible, no será suficiente para mantener los gases de efecto invernadero bajo control, agregó Bastin.

“La restauración es un arma muy fuerte para combatir el cambio climático”, expresó. “Pero tiene que ir de la mano de otras acciones, como cambiar la forma en que vivimos en el planeta”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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