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La caravana es una ‘crisis… al otro lado de este muro’, afirmó La secretaria de Seguridad Nacional

(Sam Hodgson/U-T)
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La secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, contraatacó las afirmaciones de que los migrantes centroamericanos que viajan hacia Estados Unidos como parte de una caravana son mujeres dóciles y niños que huyen de la violencia.

En una playa, cerca de la valla de alambre de púas que divide a EE.UU. y México, el 20 de noviembre, la funcionaria afirmó que quería “dejar las cosas claras”, y que la mayoría de los miles de miembros de caravanas son hombres adultos o adolescentes que abandonan sus países de origen por razones económicas o para reunirse con parientes que viven en EE.UU.

“Querer un empleo no es causa de asilo según la ley de EE.UU.”, aseveró Nielsen a los periodistas en el Border Field State Park, en Imperial Beach. “Querer reunirse con su familia no causa de asilo para la ley de este país. Querer vivir en Estados Unidos no es causa de asilo según la ley”.

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También detalló que más de 500 criminales, incluyendo comprobados miembros de pandillas, han sido identificados en la caravana, aunque no detalló cómo se había reconocido a los presuntos delincuentes.

“Quiero ser clara”, agregó, “la caravana no le da a nadie un derecho especial para ingresar a este país. Sus integrantes aguardarán en la parte posterior de la fila de quienes ya están esperando para ser documentados en nuestros puertos de entrada”.

Los comentarios de Nielsen tuvieron lugar después de que la funcionaria vislumbrara el alambre de púas que las cuadrillas recientemente colocaron alrededor de la valla metálica que divide Imperial Beach y Tijuana, el mismo sitio donde, una semana atrás, los primeros miembros de la caravana que llegaron se reunieron para celebrar, algunos de los cuales treparon audazmente triunfantes.

Guiada por Rodney Scott, agente jefe de la Patrulla Fronteriza para el sector de San Diego, Nielsen caminó a lo largo de la cerca mientras los espectadores se reunían a ambos lados del límite.

Apenas una hora antes, cuando los periodistas esperaban la llegada de la funcionaria, un hombre nadó desde México hasta Estados Unidos, pero fue detenido y trasladado a una estación para ser procesado, dijeron las autoridades. No estaba claro si el sujeto era miembro de la caravana.

La mordaz evaluación de los migrantes por parte de la secretaria es una réplica a las críticas de que la administración Trump está extremando la amenaza que estos plantean y exagerando al desplegar tropas para ayudar a las autoridades fronterizas.

Nielsen afirmó que hay más de 6,200 inmigrantes “acampados” en Tijuana y más de 3,000 miembros de caravanas en Mexicali, 110 millas al este. Junto con otros grupos que aún viajan por México, los funcionarios esperan que lleguen a la frontera hasta 10,000 inmigrantes, precisó.

Ese número difiere categóricamente de la información provista por el Consulado de México: 2,610 en Tijuana, 2,995 en Mexicali y 2,600 aproximadamente en ruta, más al sur del país. Los funcionarios de Tijuana confirmaron que la mayoría de los migrantes que se encuentran en la ciudad son varones adultos.

“La crisis es real, y está justo al otro lado de este muro”, declaró Nielsen a los periodistas. También afirmó que, con base a las “tendencias históricas, la información y los informes periodísticos”, los funcionarios anticipan que la mayoría de los miembros de las caravanas harán “pedidos de asilo frívolos o infundados”.

Sólo un 9% de los migrantes de los llamados países del Triángulo Norte de América Central (Guatemala, Honduras y El Salvador) fueron considerados elegibles para asilo por jueces federales de inmigración en 2017, precisó la funcionaria.

“Para alimentar la narrativa comprensiva que seguimos viendo en los medios de comunicación de EE.UU., sabemos que los organizadores de la caravana han llevado a mujeres, niños y otros al frente, con la esperanza de que la policía no se involucre”, declaró Nielsen.

La secretaria culpó por la afluencia de migrantes —que describió como una “crisis sin precedentes”— a lo que calificó como lagunas creadas por leyes federales “mal redactadas” y una sentencia “profundamente defectuosa” por parte del Noveno Circuito de Apelaciones de Estados Unidos, que prohíbe la detención y deportación inmediatas de menores y familias.

También reconoció estar “profundamente decepcionada y preocupada” por el fallo de emergencia de un juez federal, el lunes 19 de noviembre, contra el intento del presidente Trump de negar a los migrantes que cruzan la frontera ilegalmente la posibilidad de pedir asilo.

El gobierno planea apelar esa orden, adelantó Nielsen, pero mientras tanto la administración planea adherirse a la decisión. “Nuestras débiles leyes de inmigración han alentado a las caravanas a tratar de infringir las normas de inmigración”, dijo, y pidió al Congreso que acabe con las lagunas.

Mientras tanto, las tropas continúan trabajando a lo largo de la frontera sudoeste, con especial énfasis en California, para fortalecer la cerca y evitar cruces no autorizados.

De los 5,600 soldados, aproximadamente 1,300 están en California; la mayoría de ellos son infantes de marina provenientes de Camp Pendleton, Miramar y Twentynine Palms.

Nielsen rechazó las versiones de que las tropas podrían retirarse anticipadamente, alegando que había hablado con el secretario de Defensa, James N. Mattis.

“No tengo dudas de que continuarán asociándose con nosotros en esta misión hasta que se resuelva”, destacó el martes. La fecha de finalización del operativo militar el 15 de diciembre, se había fijado previamente.

El Comando Norte de Estados Unidos indicó también el martes: “Podemos trasladar algunas fuerzas a otras áreas de la frontera, para misiones de apoyo de ingeniería en California y otras zonas. No se ha determinado un plazo específico para su redistribución”.

A lo largo de la valla fronteriza, el aumento de las operaciones era inconfundible.

Cerca de las cabinas de inspección en el Puerto de Entrada de San Ysidro, aproximadamente dos docenas de oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), con equipos antidisturbios, se alineaban para un simulacro de control de masas. Los oficiales fueron trasladados desde el sur de Texas en la última semana para reforzar el personal, afirmó CBP.

Se unieron así a 250 agentes de la Patrulla Fronteriza que llegaron el 20 de noviembre desde la frontera norte del país para complementar el personal.

Entre casi todos los carriles de vehículos en la aproximación a EE.UU., se dispusieron barreras de concreto con tres niveles alambre de púas —trabajo de las tropas visitantes—. En caso de que los carriles deban cerrarse rápidamente, las barreras pueden reubicarse con montacargas militares para bloquear el tránsito.

Eso fue exactamente lo que sucedió el lunes 19 temprano, cuando las autoridades fronterizas recibieron información de que un grupo de migrantes se estaba congregando cerca de los carriles de vehículos para ingresar velozmente a EE.UU. Los militares respondieron con rapidez alrededor de las 3 A.M. y cerraron la mayoría de los carriles, lo cual provocó grandes retrasos para los viajeros. La potencial corrida hacia la frontera finalmente no ocurrió.

Mientras tanto, el martes, en el Puerto de Entrada de Otay Mesa, los ingenieros de la Marina se ocupaban del tedioso trabajo de coronar la cerca fronteriza con rollo tras rollo de alambre de púas, más diseñado para enganchar la ropa que para mutilar. Estos son los infantes de marina que cavan zanjas, limpian campos y construyen perímetros para establecer bases de operaciones avanzadas que sus compañeros militares pueden habitar de forma segura.

La tarea comienza midiendo y cortando estacas de metal, luego soldando dos de ellas en una especie de cruz, que a su vez se suelda a la parte superior de la cerca fronteriza, agregando aproximadamente tres pies de altura a la ya nueva valla de 18 pies que se erige a lo largo de la frontera de San Diego.

Luego, otras tropas vienen detrás de los soldadores, elevados en plataformas; ellos enredan alambre sobre las estacas en una especie de pila piramidal: dos filas a cada lado de la cerca y una en la parte superior, unidas también con alambre de púas.

Otras secciones de la cerca fronteriza de 14 millas, en San Diego, requieren más trabajo, ya sea debido a los parches causados por la construcción constante o al vallado más bajo y desgastado.

La policía militar de la patrulla del ejército se encontraba cerca, como protección armada en caso de que los infantes de marina encontraran problemas mientras trabajaban. Los agentes fueron trasladados desde la Base Conjunta Lewis-McChord, en el estado de Washington, y Fort Bliss, Texas.

Las unidades trabajan en turnos dictados por la luz solar, excepto por el cierre de emergencia que ocurrió antes del amanecer, el 19 de noviembre.

Aunque muchos de estos infantes de marina viven lo suficientemente cerca —ya sea en o fuera de la base— para regresar a casa cada noche, actualmente acampan juntos como un verdadero grupo de trabajo especial por aire y tierra de la Marina. También hay unidades de logística que brindan servicios de duchas y comidas calientes, y los helicópteros militares están en espera para transportar personal según sea necesario.

“Se trata de esa mentalidad. Para poder hacer esto, hay que enfocarse en esta misión”, remarcó el sargento de artillería de Marina Edward Guevara, un portavoz militar con sede en Camp Pendleton. Ir a casa a los cuarteles, o a las obligaciones familiares cada noche, sería una distracción, aseguró. “Es esencialmente lo mismo que ocurriría si estuvieran desplegados en otro lugar”.

La ubicación del campamento base no se ha dado a conocer, pero se encuentra cerca de la frontera para poder brindar una respuesta rápida, de ser necesario.

También el martes, la Patrulla Fronteriza en El Centro se reunió con miembros del Consulado de Honduras —que se está instalando apresuradamente al sur de la frontera— para familiarizarlos con el proceso si uno de sus ciudadanos es arrestado bajo sospecha de cruzar la frontera ilegalmente.

“Apreciamos su visita”, tuiteó Aduanas y Protección Fronteriza.

Hernández y Davis escriben para el San Diego Union-Tribune.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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