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Las clases de miles de estudiantes interrumpidas por la huelga de maestros en Los Ángeles

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En una ciudad empapada de lluvia, los estudiantes se agolpaban en los auditorios de las escuelas, hablaban sobre los adultos que los estaban dirigiendo, veían “Black Panther” y jugaban a “Minecraft”.

Desde San Pedro hasta El Sereno y Reseda, el poco personal apiñó a los estudiantes para tratar de supervisarlos mientras los maestros de Los Ángeles se declaraban en huelga por primera vez en los últimos 30 años.

La huelga de 31,000 miembros del sindicato de maestros resultó ser la interrupción masiva que cientos de miles de estudiantes y sus familias habían temido. La gran mayoría de los padres y tutores del distrito son de bajos ingresos, y muchos tuvieron que elegir entre faltar al trabajo para cuidar a sus hijos o enviarlos a la escuela. Mientras las escuelas permanecían abiertas, los pocos adultos presentes lucharon para mantener ocupados a los estudiantes.

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Solo la baja asistencia evitó un escenario aún más caótico en el que los adultos se encargaban de cientos de estudiantes. Al final del día, el distrito reportó que solamente cerca de un tercio de sus estudiantes se habían presentado.

Dentro del auditorio de Sherman Oaks Center for Enriched Studies en Tarzana, el subdirector William Crockett pidió orden a un grupo de estudiantes de preparatoria.

Les dio instrucciones: apaguen la conexión Wi-Fi de todos sus dispositivos personales.

Se les entregaron computadoras portátiles Chromebook para que hicieran sus lecciones en línea.

“La última regla es muy simple”, dijo Crockett. “No sean tontos”.

Las negociaciones entre United Teachers Los Angeles y el segundo distrito escolar más grande del país se interrumpieron el 11 de enero, después de más de 20 meses sin que se resolvieran las demandas de los maestros que piden clases más pequeñas, mejores salarios y más apoyo personal.

Durante una conferencia de prensa el superintendente Austin Beutner pidió el fin de la huelga y dijo que el distrito sigue “comprometido a resolver las negociaciones del contrato tan pronto como sea posible”. Reiteró que el distrito simplemente no tiene el dinero para satisfacer las demandas de los maestros e instó al sindicato a volver a la mesa de negociaciones.

El UTLA no cedió, diciendo que la última oferta para reducir el tamaño de la clase solo garantizaba una mejor dotación de personal solo por un año.

“Seamos claros, los educadores no quieren hacer huelga”, declaró el presidente del sindicato Alex Caputo-Pearl a una multitud de partidarios durante una conferencia de prensa matutina en John Marshall High School en Los Feliz.

“No queremos que nuestros estudiantes pierdan tiempo. No queremos tener menos dinero para el pago del coche o menos dinero para los útiles escolares que siempre terminamos comprando nosotros mismos”, recalcó.

El alcalde Eric Garcetti dijo que esperaba que las dos partes volvieran a reunirse a más tardar a principios de la próxima semana. Y agregó que los representantes de alto nivel de ambos lados estaban hablando y sus posiciones se habían acercado.

“Este es el momento de llegar a un acuerdo”, dijo Garcetti. “No hay mucho que separe los dos lados. Ha habido un movimiento hacia lo que los maestros han exigido y lo que el distrito puede pagar”.

Alabó la “causa justa” de los maestros.

También dijo que había hablado con el gobernador Gavin Newsom, quien expresó su voluntad de ayudar.

Newsom, quien dijo que está en contacto con ambas partes, les pidió que llegaran a un acuerdo.

“Insto encarecidamente a todas las partes a que vuelvan a la mesa de negociaciones y encuentren un camino inmediato hacia delante que devuelva a los niños a las aulas y brinde seguridad a los padres”, declaró Newsom.

Antes del amanecer, miles de maestros y otros miembros del sindicato comenzaron a hacer piquetes frente a sus escuelas. Muchos de ellos se unieron a un mitin a media mañana en el centro de Grand Park junto con estudiantes y padres, antes de marchar aproximadamente una milla hasta la sede del distrito escolar. El Departamento de Policía de Los Ángeles calculó que la multitud era de 20,000 personas.

Michael La Mont, de 48 años, que da clases de tercer grado en Hooper Elementary en el sur de Los Ángeles, dijo que la marcha representaba la unidad de los maestros que trabajan por mejores condiciones.

“Estamos marchando por el futuro de la educación pública”, afirmó. “Nadie hace esto por diversión. Extrañamos a nuestros hijos. Está lloviendo. No nos van a pagar”.

Schyler Marvin, de 17 años, dijo que ella y 41 compañeros tomaban clase de laboratorio de química AP en Venice High, y que eran tantos que algunos no tenían lugar y no podían completar todos los laboratorios que se les asignaron. Y el hacinamiento creó condiciones inseguras.

“La gente tropezaba con las cuerdas y hacía volar platos calientes y vasos de precipitados”, dijo Marvin.

Ella y cinco amigos, todos del último año, hicieron piquetes con sus maestros fuera de la escuela y luego llevaron la Línea Expo a la marcha por el centro de la ciudad. Alyssa Berman dijo que la única consejera universitaria de su escuela estaba tan ocupada que “tienes que ir corriendo” a su oficina a la hora del almuerzo o del recreo para poder verla.

Dijeron que sus maestros repartieron tarea por adelantado en caso de que la huelga no terminara rápidamente.

“Amamos a nuestros maestros”, dijo Justin Delgado. “Se merecen más de lo que reciben”.

Incluso con la baja participación, los administradores tuvieron que improvisar formas de involucrar a los que se presentaron.

En Koreatown, la directora Susan Canjura de Los Angeles High School of the Arts planeaba el día sobre la marcha.

Primero llevó a los alumnos de su escuela al auditorio para ver “Black Panther” mientras se apresuraba a pensar qué hacer a continuación. Había esperado trasladarlos a algunas aulas para hacer cursos de computación. Pero los 15 miembros del personal no docente que normalmente estarían disponibles para ayudar también se marcharon, como un gesto de solidaridad con el sindicato de maestros.

Por suerte, aparecieron dos profesores suplentes. Repartieron hojas de trabajo sobre los personajes y los temas de la película, y llevaron a los estudiantes a las aulas.

“Algunos estudiantes se quejaron de que el almuerzo era horrible”, dijo Janet Tovar, administradora jubilada que ayuda en la escuela. “No eran campistas particularmente felices”.

Las películas parecían ser un elemento básico del día en varios campus. En la Escuela de Liderazgo Global Ambassador, fue “Gravity”, sin discusión posterior.

Muchos padres optaron por mantener a sus hijos en casa, sintiendo que de lo contrario simplemente serían almacenados durante el día.

En la oficina de admisiones de Reseda High School, Glenda Baltazar, de 33 años, esperaba a su hijo Diego, de 14. Después de presenciar la escena desordenada en la escuela primaria de su otro hijo, se preocupó por Diego porque la mayoría de los estudiantes de su escuela son mayores que él.

Cuando Diego salió, le dijo a su madre que la escena dentro del auditorio había sido caótica. “No podía salir”, dijo. “Había mochilas por todas partes y los estudiantes gritaban y corrían por todas partes”.

Mari Enyart, de 42 años, pensó que su hija de 7 años se habría sentado en una cafetería con otros estudiantes de la escuela Broadway Elementary en Venice, viendo una película o quizás leyendo un libro.

En vez de eso, se metieron en un Starbucks en Gardena, cerca del preescolar de su hermano, lo ayudó a leer una canción infantil japonesa.

“Sentí que era mejor darle clase en casa”, dijo.

Ella sabía que como mamá que se quedaba en casa, tenía suerte de poder hacerlo.

Enyart dijo que apoya la huelga de maestros y sospecha que el distrito tiene el dinero para proveer más personal. Considera que el distrito necesita aulas más pequeñas, más enfermeras y bibliotecarios.

La escuela de su hijo no tiene enfermera ni bibliotecaria, indicó.

Muchos maestros expresaron quejas similares.

Verónica Metz, maestra de primer grado de la escuela primaria 99th Street Elementary en el sur de Los Ángeles, dijo que el enfoque de la huelga es menos sobre el pago y más sobre lo que los estudiantes necesitan. Sus dos hijos asisten a la escuela, donde una enfermera trabaja a tiempo parcial y los padres se ofrecen como voluntarios para mantener la biblioteca abierta.

“Tenemos una enfermera que solo viene aquí los lunes y miércoles. Así que si hay una emergencia, espero que sólo ocurra los lunes y miércoles”, relató.

Tanto ella como docenas de otros maestros y simpatizantes marcharon bajo paraguas a lo largo de Century Boulevard.

Juan Urquieta, un maestro de quinto grado de la misma escuela, dijo que es difícil prestar suficiente atención a los estudiantes cuando el número de alumnos por clase supera los 30, y que los maestros pasan cada vez más tiempo haciendo tareas para las que los consejeros deberían estar allí. Cuando un niño está ausente, le toca a él llamar a casa y averiguar por qué.

“Somos consejeros, somos consejeros de asistencia, somos maestros y tenemos un grupo grande de estudiantes”, dijo. “No hay mucho que podamos hacer para ayudar a nuestros hijos”.

Laleda Hines tenía temor. Se acercó a los maestros en los piquetes para que dejaran que su hija de 11 años tomará el autobús escolar. Luego tuvo que cruzar la línea de piquete para servir comida en Manchester Avenue Elementary.

Hines trabaja en el servicio de alimentos del distrito desde hace un año, y los acontecimientos laborales la pusieron nerviosa por su empleo, aunque ella apoya a los maestros.

Cree que se merecen algo mejor, pero está en conflicto porque el distrito escolar dice que satisfacer sus demandas conduciría a la insolvencia.

“Si el distrito no tiene dinero”, dijo, “entonces no hay trabajo para mí”.

Los escritores del Times Joe Mozingo, Alexa Diaz, Melissa Gomez, Suhauna Hussain, Corina Knoll, Jackeline Luna, Sam Omar-Hall, Dorany Pineda, Joel Rubin, Nicole Santa Cruz y Phil Willon contribuyeron a este artículo.

Para leer este artículo en inglés, haga cic aquí.

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