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La economía podrá estar en auge, pero casi la mitad de los estadounidenses no llegan a fin de mes

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Prácticamente bajo cualquier criterio de referencia, la economía de Estados Unidos está funcionando bien. El desempleo está cerca de un mínimo histórico en dos décadas; el mercado de valores es fuerte, las ganancias corporativas están en niveles récord.

Sin embargo, un informe de principios de septiembre revela que casi la mitad de los estadounidenses tienen problemas para pagar las necesidades básicas, como alimentos y vivienda.

El Urban Institute, un grupo de expertos de Washington con tendencia izquierdista, encuestó a más de 7,500 adultos sobre su experiencia para llegar a fin de mes. La organización descubrió que alrededor del 40% de las personas entre 18 y 64 años enfrentaron algún tipo de dificultad en 2017.

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“Es ciertamente sorprendente y desconcertante que muchas personas tengan dificultades para satisfacer sus necesidades básicas”, afirmó Michael Karpman, investigador asociado del Urban Institute y coautor del informe.

“Lo que descubrimos es que mucha gente tiene que dedicar gran parte de sus ingresos a gastos fijos, como alquiler o atención médica”, explicó. “Si les surge un gasto grande e inesperado, simplemente no pueden cubrirlo”.

Las estadísticas se vuelven más problemáticas cuanto más se profundiza. Más del 35% de las familias con al menos un adulto trabajador reportaron dificultades para cumplir al menos una necesidad básica en 2017.

Casi una cuarta parte de los estadounidenses experimentó inseguridad alimentaria; ello quiere decir que no siempre sabían si podrían comer cuando tuvieran hambre.

Un asombroso 18% se enfrentó a problemas con el pago de facturas médicas, y casi un porcentaje igual de grande informó que omitió el tratamiento de una dolencia porque no podían pagarla.

Un poco más del 10% de los estadounidenses no pudo efectuar un pago de renta o hipoteca. El 13% no pudo afrontar una factura de servicios públicos.

Si bien gran parte de estos problemas económicos se concentraron entre los hogares de menores ingresos, Urban Institute descubrió que muchas familias de clase media también tuvieron dificultades para pagar sus cuentas.

“Alrededor del 20% de las personas de clase media tienen problemas, principalmente con la atención médica”, remarcó Karpman.

Ello significa que una familia de tres personas, que gana $80,000 al año, o una persona soltera que gana al menos $50,000, puede estar viviendo al día, y podría verse devastada por una sola factura médica.

El informe de septiembre es la última indicación de que, si bien la buena racha puede estar instalada en las salas de juntas corporativas y en las reuniones de accionistas, muchos trabajadores estadounidenses comunes han sido dejados de lado.

Todo ese crecimiento económico no se traduce en salarios más altos, por ende, gran parte de la riqueza está aterrizando en el 1% y no se mueve hacia abajo.

Las ganancias promedio reales por hora bajaron 0.2% en agosto, en comparación con el año anterior. El trabajador típico gana menos, mientras el costo de las cosas ha aumentado. Teniendo en cuenta que el gasto del consumidor representa aproximadamente dos tercios de toda la actividad económica de EE.UU., este es un gran problema.

“Actualmente, gran parte de ese gasto lo realizan las personas que están en la cima, porque son los únicos con dinero”, explicó Michael Reich, profesor de economía de la Universidad de Berkeley.

Reich afirmó que esto puede impulsar el crecimiento económico siempre y cuando los súper ricos estén constantemente tratando de superarse entre sí con yates cada vez más grandes, “pero no considero que sea el mejor uso de nuestros recursos”.

El presidente Trump afirmó que su administración estaría comprometida con los “hombres y mujeres olvidados” del país, pero fue una promesa vacía. Sus políticas económicas se han centrado casi exclusivamente en el bienestar de las empresas y los ricos.

El mandatario aseguró que su billón y medio en recortes de impuestos impulsaría los cheques de pago promedio en hasta $9,000 por año, ya que las empresas compartirían sus ahorros impositivos con los empleados.

En realidad, las corporaciones recibieron 11 veces más en recortes de impuestos de lo que repartieron en bonos únicos o aumentos salariales modestos, de acuerdo con el grupo de defensa Americans for Tax Fairness.

Además, las empresas gastan 101 veces más en reventa de acciones que en bonos y salarios, enriqueciendo a los accionistas a expensas de los trabajadores, detectó el grupo.

Más de la mitad de los estadounidenses afirmaron que no han visto ningún cambio en sus cheques de pago, según una encuesta de CNBC. Si se tiene en cuenta la inflación, el trabajador estadounidense típico ahora tiene el mismo poder adquisitivo que tenía hace 40 años, según el Pew Research Center.

Como si eso no fuera suficientemente insultante, los sueldos semanales ajustados a la inflación aumentaron solo 4.3% para los trabajadores más básicos de la pirámide de asalariados, desde 2000. Para las personas en el décimo lugar, los salarios reales subieron casi 16% durante el mismo período.

Benjamin Griffy, profesor asistente de economía en la Universidad de Nueva York en Albany, indicó que la baja tasa de desempleo muestra que se están creando puestos de trabajo. Sin embargo, no son muy buenos. “No son empleos bien remunerados, y no ofrecen un trabajo particularmente estable”, dijo. “Dado que esos son una gran parte de los trabajos que se han agregado, los salarios promedio no aumentaron al grado que esperaríamos”.

Hay también otros factores. Los avances tecnológicos han permitido a las empresas arreglárselas con menos empleados. Los gremios son mucho menos influyentes de lo que alguna vez fueron.

Y, en pocas palabras, los legisladores conservadores han puesto énfasis en la política de potenciar la avaricia corporativa en lugar de la equidad económica.

El presidente de la Cámara de Representantes, Paul D. Ryan (R-Wis.), afirmó sobre los recortes de impuestos corporativos: “Esto es sin dudas lo más importante que podemos hacer para que Estados Unidos vuelva a ser el mejor lugar para hacer negocios”.

Acerca de elevar el salario mínimo, aseveró: “Por cada sueldo que se aumenta, en realidad se terminan perdiendo empleos. Se terminan destruyendo trabajos”.

El 30 de agosto, Trump adelantó que quería cancelar aumentos salariales del 2.1% para cientos de miles de trabajadores federales, alegando que el gobierno no tenía suficiente dinero.

No hay excusa para que millones de personas que trabajan en el país más rico de la historia del mundo no puedan alimentarse o mantener un techo.

Tampoco hay una explicación racional para que millones de individuos carezcan de cobertura de salud o sufran la ruina financiera en caso de un problema médico grave.

Estos son signos de una sociedad que ha perdido el rumbo, en la cual la comodidad de unos pocos se ha convertido en una prioridad más alta que el bienestar de la gran mayoría.

¿Qué se puede hacer? La mayoría de los economistas dicen que un salario mínimo más alto -uno digno- es una parte clave de la solución, así como un mayor énfasis en la educación. También señalan la necesidad de un sistema impositivo más progresista, que distribuya la riqueza de la nación de manera más equitativa, y de una red de seguridad social que evite que las personas pasen desapercibidas.

No, no es ésta una defensa del socialismo. Es una defensa de la decencia. Aunque por qué alguien debería hacerlo, está más allá de mi comprensión.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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