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La decisión de Trump de retirarse de Siria y construir en cambio el muro fronterizo marca un hito en su visión de ‘EE.UU. primero’

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En un par de tuits que resumieron su cosmovisión, el presidente Trump justificó su decisión de ordenar el retiro de las tropas estadounidenses de Siria y prometió que las fuerzas armadas, en lugar de eso, pondrían a disposición recursos para construir el muro que él ha apoyado largamente en la frontera entre Estados Unidos y México.

“Hemos derrotado a ISIS en Siria, la única razón para estar allí durante la presidencia de Trump”, tuiteó el propio primer mandatario el 19 de diciembre, poco antes de que su secretaria de Prensa anunciara que “las tropas de EE.UU. han comenzado a regresar a casa, mientras hacemos la transición a la siguiente fase de esta campaña”.

Esa declaración de Trump se produjo poco después de otra misiva vía Twitter, en la cual declaró que “debido a los tremendos peligros en la frontera, incluida la entrada de delincuentes y drogas a gran escala, “¡El ejército de Estados Unidos construirá el muro!”

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Ambos tuits ofrecieron tal vez la nota más clara hasta la fecha de la política de “EE.UU. primero” de Trump: una decisión simple y abrupta de retirarse de uno de los conflictos más irritantes del mundo, con una declaración de victoria potencialmente prematura sobre los militantes del Estado Islámico (agrupación también conocida como ISIS), junto con la promesa poco probable de desplegar a la fuerza de combate más sofisticada del mundo para construir una literal fortificación alrededor del territorio nacional.

La orden de retirar los aproximadamente 2,000 soldados que se encuentran actualmente en Siria fue el último ejemplo de cómo el instinto de Trump de centrarse en sí mismo, independientemente del riesgo y los costos para la influencia y reputación de Estados Unidos en el extranjero, puede chocar con las opiniones de los generales y los expertos en política exterior que prestan servicios tanto dentro como fuera de su administración.

Por ejemplo, el presidente Obama apartó al secretario de Defensa James N. Mattis, un general de cuatro estrellas retirado, que una vez comandó las fuerzas estadounidenses en Medio Oriente, por defender un compromiso más fuerte en la región. En los últimos dos años, los funcionarios del Pentágono se enfrentaron en repetidas ocasiones con los deseos de Trump de limitar el papel activo de EE.UU. en Medio Oriente que Mattis había solicitado en el pasado.

El anuncio del mandatario suscitó temores entre los profesionales de la seguridad nacional, de que a la decisión de Siria pueda seguirle una reducción de tropas en Afganistán, algo que el presidente siempre ha querido hacer.

Cualquiera de las dos salidas implica una apuesta estratégica de Trump y también podría costarle políticamente al mandatario si la violencia del Estado Islámico resurge, o la región se desestabiliza durante la campaña electoral de 2020.

“Es un gran error”, aseveró el senador Marco Rubio (R-Florida). “Si no se revierte, perseguirá a esta administración y a EE.UU. durante los próximos años”.

Como suele ser el caso, muchos funcionarios trabajaron el 19 de diciembre para mitigar los impactos inmediatos de la declaración de Trump, reduciendo el cronograma de retiro de tropas y siguiendo sus instrucciones solo aproximadamente. Otros, que se han acostumbrado a las promesas ostentosas de Trump y la fluidez de su toma de decisiones, advirtieron que el anuncio podría no llegar a buen término de inmediato o podría verse atenuado para cuando los militares lo implementen.

El cambio de actitud de Trump se produjo pocas semanas después de que algunos de sus propios asesores afirmaran que las tropas estadounidenses permanecerían en Siria hasta que Irán —un partidario clave del presidente sirio Bashar Assad— acepte retirar a sus militares del país. Esa misión ampliada pareció reflejar más los deseos de los férreos opositores de Irán, incluido el asesor de Seguridad Nacional John Bolton, que las opiniones de Trump.

Un alto funcionario de la administración que informó a los reporteros con condición de anonimato, abordó el asunto sin rodeos. Cuando se le preguntó sobre la cascada de declaraciones recientes de Bolton y otros que prometían permanecer en Siria mientras Irán siguiera allí, el funcionario dijo que Trump está haciendo lo que él quiere.

“El problema aquí es que el presidente ha tomado una decisión”, expresó el funcionario. “Él puede hacerlo. Es su privilegio”.

La fuente admitió que la amenaza del Estado Islámico no fue eliminada de la región más allá de las fronteras de Siria, incluso cuando los militantes han sido mayormente coartados en su interior.

Algunos de los aliados más cercanos de Trump en el partido republicano se oponen a su plan.

Llamándolo un “error al estilo Obama”, el senador Lindsey Graham (R-Carolina del Sur) afirmó que el plan de retiro de Trump equivalía a agitar una bandera blanca en la guerra contra el terrorismo. Graham advirtió que permitiría a los grupos militantes florecer en medio del caos y dejaría un vacío estratégico para Rusia, Irán y otros rivales geopolíticos.

Un alto funcionario de Estados Unidos, quien discutió bajo condición de anonimato las deliberaciones internas, dijo que Trump decidió el 18 de diciembre ordenar la retirada de Siria y que los funcionarios del Pentágono estaban trabajando en un calendario para cumplirlo.

“Haremos un retiro profesional y deliberado, que se centrará en la seguridad de nuestras fuerzas”, afirmó el funcionario.

A pesar de las aparentes reservas dentro de la administración y las rápidas críticas del exterior, las órdenes coinciden con la marca política de Trump. En sus viajes de campaña y en un importante discurso que describió su política exterior hace un año, Trump recibió aplausos constantes cuando atacó a los líderes que “se comprometieron a construir países en el extranjero, mientras que no lograron construir y reponer nuestra nación en casa”.

En agosto, la administración recortó $230 millones de un rubro en el presupuesto destinado a estabilizar a Siria, insistiendo en que Estados Unidos no se quedará para reconstruir el país devastado y pidieron a otros estados árabes que compensen la situación. La cifra es pequeña en el contexto del presupuesto anual del Pentágono, de más de $700 mil millones. Los fondos de Siria también son una pequeña fracción de la cantidad que se necesitaría para construir un muro fronterizo completo, para el cual las estimaciones varían de $25 mil millones a $100 mil millones.

No obstante, Trump se basó en el tema de que Estados Unidos gasta demasiado en el extranjero, y afirmó en uno de sus tuits del miércoles que “se ha vertido tanto dinero por el desagüe, durante tantos años; pero cuando se trata de seguridad fronteriza y militar, los demócratas luchan hasta la muerte”.

La promesa de que los militares trabajarán en la fortificación de la frontera podría ayudar a Trump a justificar públicamente, o distraer de una posible decisión de retirarse de una pelea perdida con el Congreso por el dinero para el muro. Sin embargo, es poco probable que los soldados estadounidenses hagan algo de la construcción a lo largo de la frontera, dada la resistencia legal y burocrática al uso de los militares para una misión que cae fuera de su alcance.

Aunque Trump hizo campaña con la promesa de repudiar la política exterior de Obama, comparte los instintos de su predecesor para sacar a las tropas de los conflictos de Medio Oriente, que parecen interminables y frustrantes sin cesar. Obama sufrió críticas similares —en gran medida de parte de Trump y sus aliados políticos— sobre su decisión de retirar a la mayoría de las fuerzas de Irak en un intento de cumplir con su propia promesa de campaña.

El verdadero contraste para Trump es con la política exterior del último republicano que prestó servicio en la Casa Blanca, George W. Bush, quien creía que una presencia estadounidense activa en la región era esencial para ganar la “guerra contra el terrorismo” mundial, y que la difusión de la democracia era de suma importancia para la seguridad nacional.

Los neoconservadores alineados con la política de Bush argumentaron que la decisión de Trump no solo permitiría reorganizar al Estado Islámico, sino que también crearía espacio para que Irán y Rusia, que han desguazado la región, tengan más libertad para expandir su influencia más allá de las confusas fronteras de Siria.

“Sacar a las tropas estadounidenses de Siria será un regalo para [el presidente ruso Vladimir] Putin y para los mullahs en Teherán”, expuso Mark Dubowitz, director ejecutivo de la Fundación para la Defensa de las Democracias, un centro de estudios de derecha. “Además de un regalo desastroso para la región”.

Tal movimiento sería una suerte de “Obama 2.0”, argumentó, que desperdiciaría el apalancamiento de EE.UU. al enfrentar otras crisis de Medio Oriente y dejaría a Irán un camino abierto para expandir su influencia hacia el Mar Mediterráneo.

James Stavridis, un almirante retirado de la Armada que se desempeñó como comandante aliado supremo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), lo calificó de “gran error”, comparándolo en Twitter con “alejarse de un bosque que todavía está ardiendo”.

Los neoconservadores no fueron los únicos que sostuvieron esa opinión. Muchos —incluidos comandantes dentro del Pentágono— temen que una retirada pueda ayudar a que el Estado Islámico se reconstituya. Hasta ahora, los militares lograron conquistar el territorio que el Estado Islámico mantenía en Irak y Siria, destruyendo su autoproclamado califato, pero los funcionarios advirtieron repetidamente que los focos de resistencia permanecen dispersos por toda la región, devastada por la guerra, y que los combatientes militantes han pasado de intentar contener el territorio a planear ataques terroristas.

“Obviamente, sería imprudente si solo dijésemos: ‘Bueno, el califato físico está derrotado, así que podemos irnos ahora’”, señaló Brett McGurk, enviado presidencial de Trump a la Coalición Global para Derrotar a ISIS, a mediados de diciembre. “Cualquiera que haya visto un conflicto como éste estaría de acuerdo con eso”.

La reportera de planta Tracy Wilkinson contribuyó con este artículo.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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