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Los evacuados temen lo peor para familiares y amigos que se quedaron en Paradise

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Paradise era un lugar para escapar y retirarse. Ubicado en Sierra Foothills, el enclave rural y las comunidades aledañas son parte del Valle de Sacramento y se encuentra relativamente cerca de ciudades como Chico y Oroville.

Pero lo que atrajo a miles de personas a Paradise, como la posibilidad de desaparecer en medio de carreteras sinuosas, colinas y barrancos sobre el río Feather y Butte Creek, ha hecho que el trabajo de reconectarse con familiares y amigos tras el devastador incendio, sea mucho mas difícil.

A medida que las cuadrillas de emergencia se mueven a través de escombros y cenizas, aparecen decenas de tableros con mensajes en refugios, centros de evacuación e iglesias que enumeran los nombres de las crecientes multitudes con apelaciones lastimeras, que recuerdan las publicaciones encontradas en Manhattan después de los ataques terroristas del 9/11.

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Cobertura celular irregular y líneas eléctricas caídas que bloquean el acceso a las zonas quemadas y ha hecho la tarea mucho más difícil.

Con más de 52,000 personas que tuvieron que salir de sus casas por el incendio, las autoridades están tratando de establecer el número real de personas que se encuentran desaparecidas. Una pagina de Facebook contiene una lista de 105 personas, y el lunes, las autoridades habían reportado 223 personas, cuyo paradero era desconocido.

Bellairs esperaba que los evacuados que habían llegado a Chico pudieran ayudar. Él y su novia manejaron desde su casa en Medford, Oregon, para ayudar a su madre y su padrastro, quien está perdido desde que inició el incendio de Camp.

“Solo quiero saber que él está bien”, dijo Bellairs con lágrimas en sus ojos.

Bellair y su familia están tratando de evitar pensar lo peor. Se están quedando en un refugio local, pero les preocupan los problemas de salud de su padrastro. Esperan que Josh esté acampando en alguna parte. Tal vez, se dicen a sí mismos, simplemente no tiene servicio celular.

Pero a medida que pasan los días, su esperanza se va desvaneciendo. Tal vez él no recibió la advertencia de evacuación.

“Ese es el miedo”, dijo Bellairs sobre su padrastro, Charles Deaderick, “que no haya sabido a tiempo”.

El martes 13 de noviembre, en medio de las ráfagas de viento y fuego que golpeaban a Paradise, los residentes tuvieron pocos minutos para buscar sus mascotas y pertenencias antes de huir. Cuando el fuego avanzó, había destruido más de 6,000 casas y 250 edificios comerciales en menos de 24 horas.

Muchos residentes desplazados de las comunidades rurales dispersas entre Redding y Sacramento se han hecho cargo de la publicación en pizarras blancas en la Iglesia vecinal de Chico y en la Escuela Secundaria Bidwell, una mejor alternativa que esperar indefensos por lo peor.

Los mensajes van desde tranquilizadores (“Estoy bien, no te preocupes por mí”) hasta urgentes.

Estoy buscando a Julian Binstock y a su perro Jack, evacuados el 8 de noviembre de Feather Canyon Retirement Community en Paradise CA debido al #CampFire. Por favor ayúdanos a encontrarlo.

Una mujer buscaba a su madre: “Necesita medicina para el corazón y un marcapasos”.

La residente de Paradise, Jayne Keith, quien perdió su casa en el incendio y se refugió en Red Bluff, visitó el martes la Iglesia del vecindario para comprar comida para perros, mantas y pijamas. Mirando a la pizarra, anotó el número de teléfono de alguien que buscaba a Barbara Hayes.

Una mujer con el apellido “Hayes” se estaba quedando en la calle de su hotel, pero Keith se detuvo, preocupado por el nombre.

“Creo que está escrito de manera diferente”, dijo.

Para Abigail Bell of Paradise, de 16 años, el jueves fue aterrador e interminable. Su tío estaba desaparecido. Los dos viven juntos y son tan cercanos que ella le dice papá.

Cuando la ciudad comenzó a arder, Marysville, 50 millas al sur, su tío, Darrell Medford, de 66 años, estaba en su casa en Hayes Lane. Estaba tomando una siesta, pero se despertó a tiempo para escapar y salir a salvo.

Escuchar los reportes de las muertes y de la desaparición de pueblos enteros y no saber de su tío, le hacía sentía muy mal. Esa noche, sin embargo, luego de una llamada con su prima, supo que Medford estaba a salvo y entonces se puso a llorar.

“Fue una experiencia aterradora”, describió Abigail.

Desde entonces, Medford se compró un teléfono celular y ha estado hablando con su sobrina todos los días. Él también se sintió aliviado al saber que ella estaba bien, y se considera afortunado de haberse aprendido de memoria su número de teléfono semanas antes de que empezaran los incendios.

“La extraño muchísimo y lo único que quiero en este momento es verla”, dijo.

Abigail y Medford están tratando de reunirse. Él paso algunas noches con unos familiares y el lunes por la noche en el estacionamiento de la iglesia. Su compañía de seguros le ha ofrecido hospedarlo en un hotel. Están pensando que ahí podrán reunirse, y mientras más pronto, mejor.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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