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Las muertes por sobredosis de opioides seguirán en aumento hasta 2022, en el mejor de los casos

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En la epidemia de opioides de la nación, la matanza está lejos de llegar a su fin.

Una nueva proyección de las tasas de mortalidad por sobredosis de opioides sugiere que, incluso si hubiera un progreso constante en la reducción del abuso de narcóticos recetados en todo el país, el número de sobredosis fatales —que llegó a 70,237 en 2017— aumentará considerablemente en los próximos años.

Para 2022, estas muertes alcanzarían un máximo de alrededor de 75,400, y comenzarían a nivelarse después, según el nuevo pronóstico.

Y ese es el escenario más prometedor. En condiciones un poco menos optimistas, EE.UU. podría llegar a 81,700 fallecimientos por sobredosis de opioides por año, para 2025.

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Si el suministro de analgésicos recetados dejara de disminuir y hubiera otros reveses, los investigadores predicen que esas muertes anuales podrían aumentar hasta 200,000 para 2025.

No importa cómo se analice, la epidemia de opioides en el país “no ha terminado de crecer”, aseguró el científico experto en decisiones Jagpreet Chhatwal, de la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital General de Massachusetts, quien dirigió la investigación. “Está lejos de su fin”, remarcó. “Y está lejos de moverse en la dirección correcta”.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), casi dos décadas después de que el uso ampliado de analgésicos recetados alimentara una epidemia de adicción, los opiáceos se cobran un promedio de 130 vidas diarias en Estados Unidos.

La fuerza motriz de la epidemia ha cambiado. En estos días, una proporción cada vez mayor de las víctimas de sobredosis se engancharon primero con drogas callejeras, como la heroína. Y desde 2016, el crecimiento explosivo del fentanilo —un opiáceo ilícito altamente letal— le ha dado a la epidemia una nueva fuerza propulsora.

En tanto, una vasta población de estadounidenses que se expusieron por primera vez a los opiáceos con receta médica, siguió haciendo un uso indebido de los medicamentos durante muchos años, detalló el doctor Donald Burke, quien estudia la epidemia de drogas en la Universidad de Pittsburgh y no participó de la nueva investigación.

Hasta que estas personas reciben tratamiento o mueren de una sobredosis, forman una vasta “reserva” de víctimas potenciales para la epidemia en espiral, explicó.

De hecho, el nuevo intento modelo, publicado en la revista JAMA Network Open el 1 de febrero, considera que desacelerar la trayectoria ascendente de la epidemia antes de 2025 requerirá de una acción amplia, y una gran cuota de suerte.

Los modelos matemáticos que sugieren una nivelación de las muertes por opioides para 2022 exigen, primero, que los profesionales médicos y de la salud pública sigan reduciendo la cantidad de estadounidenses que tienen su primera experiencia de adicción a partir de una receta farmacéutica legítima.También asumen que menos estadounidenses se iniciarán en una adicción a una droga ilícita, como la heroína, o que surgirá un tratamiento exitoso para tales adicciones.

Finalmente, este escenario supone que el progreso en la lucha contra la epidemia de opiáceos no se verá afectado por alguna tendencia imprevista, como la aparición de una sustancia nueva y más letal. En un mercado donde los fabricantes de drogas ilícitas son altamente recompensados por introducir nuevos productos, narcóticos como el fentanilo sintético —más adictivo o más letal que los opioides que ya existen en el mercado— podrían aparecer aparentemente de la nada.

En resumen, remarcó Chhatwal, revertir la creciente epidemia de muertes por opioides no será rápido ni sencillo. “Doblar la curva” probablemente requerirá de un esfuerzo múltiple, que incluya limitar el suministro de analgésicos recetados que llegan a manos de los pacientes, brindar más y mejores tratamientos para los adictos, aumentar el uso de agentes para revertir sobredosis —como Narcan— y eliminar el flujo de heroína y fentanilo que se vierte en el país.

“Ninguna de estas intervenciones por sí solas tendrán un impacto sustancial”, remarcó Chhatwal. De hecho, su trabajo sugiere que incluso si los médicos y farmacéuticos dejaran de recetar analgésicos narcóticos por completo —un paso mucho más radical de lo que probablemente se implementaría— la sobredosis continuaría aumentando hasta 2025, y posiblemente más allá.

Burke advirtió que las suposiciones del estudio sobre el comportamiento de los consumidores son “conjeturas, en el mejor de los casos”, y que los resultados “deben interpretarse con cautela”. “Si bien es posible que la estabilización [de la epidemia] ocurra en algún momento de la próxima década, EE.UU. ha experimentado cuatro décadas de muertes por sobredosis que aumentan exponencialmente, por lo cual una estabilización en los próximos dos a siete años podría ser más una esperanza que una realidad científica”, consideró Burke.

Para Georgyi Bobashev, un especialista en bioestadística en RTI International, en Carolina del Norte, el nuevo modelo deja muchas preguntas sin respuesta. En un momento en que los expertos en salud luchan por aclarar qué medidas funcionan mejor para combatir las sobredosis, los estudios que pronostican el crecimiento de la epidemia tienen un valor limitado.

“Pero necesitamos más modelos”, remarcó Bobashev, quien no participó de la investigación. “No podemos darnos el lujo de esperar hasta obtener datos perfectos. En medio de una crisis de esta magnitud, necesitamos tanto análisis y tantos modelos prospectivos como sea posible”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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