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Hong Kong propone crear isla artificial para resolver su crisis de vivienda

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Han Li tenía 72 años cuando se mudó de Guangdong a Hong Kong. Después de toda una vida de trabajo en construcción, en el sureste de China, había acudido a la deslumbrante Hong Kong, uno de los principales centros financieros de Asia, para tener la oportunidad de vivir con sus hijos y sus nietos recién nacidos.

La gran ciudad no era lo que esperaba, se encontró sola en un piso ilegalmente subdividido, donde pagaba un alquiler de $255 dólares al mes por una de las 14 habitaciones sin ventanas y con forma de celda, creadas con tablas de madera y con puertas que sobresalían irregularmente a lo largo de un pasillo improvisado. La luz tenue se filtraba por los huecos entre las tablas y el techo, revelando grietas en el suelo de baldosas manchadas. “Nunca pensé que esto sería así”, afirmó Han, con el ceño arrugado.

Ahora con 75 años, se pliega sobre un catre ubicado al lado de un inodoro manchado; el piso cubierto con pilas de periódicos que recogió para vender. Un hombre se arrastra por el pasillo, pasando por encima de una tubería de agua expuesta.

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Sus parientes también viven en pisos subdivididos y no tienen espacio para ella. El hijo de Han trabaja como reparador de aires acondicionados; sus hijas como cajeras. Tampoco pueden pagar una vivienda digna en una ciudad donde el costo promedio de una casa es 18 veces el ingreso promedio de un hogar.

Hong Kong es el mercado inmobiliario más caro del mundo, así como una de las ciudades más densamente pobladas y con mayor desigualdad financiera a nivel internacional. Por una parte, mansiones valuadas en cientos de millones de dólares se alzan sobre colinas con vistas panorámicas de la ciudad. Por otro lado, las chozas ilegales abarrotadas y los sótanos divididos en compartimentos dentro de edificios industriales y residenciales albergan a más de 1.37 millones de personas -el 20% de la población total- que se encuentran por debajo del umbral de pobreza.

Para ayudar a enfrentar la crisis, el gobierno de Hong Kong anunció recientemente un plan para construir 4.200 acres de islas artificiales en el Mar de China Meridional, entre las islas existentes de Hong Kong y Lantau.

La primera isla crearía 2.471 acres de espacio para un nuevo distrito de negocios y hasta 260.000 departamentos, según las autoridades, de los cuales el 70% serían viviendas públicas. Llamada Lantau Tomorrow Vision, la construcción costaría $80 mil millones -más de la mitad de las reservas fiscales totales de Hong Kong- incluidos los fondos para algunas de las redes de transporte circundante.

Hong Kong ha utilizado anteriormente la recuperación de tierras para proyectos como Hong Kong Disneyland, el Aeropuerto Internacional de Hong Kong y el puente Macau-Hong Kong-Zhuhai, de 18.6 millas, finalizado en 2018 después de nueve años de construcción.

Ese proceso generalmente implica desenterrar el lodo del lecho marino, rellenar la zona con arena y construir sobre ella. Además de alterar el hábitat marino, existe el riesgo de contaminación por el lodo dragado. Las autoridades afirmaron que minimizarán el impacto ambiental con métodos que no impliquen desenterrar el lecho marino.

Uno de estos métodos es inyectar cemento al lodo en el fondo del mar, creando columnas lo suficientemente fuertes como para construir. Otro, método que fue empleado en la construcción de un nuevo puente, consiste en dejar caer celdas de acero gigantes llenas de escombros en el fondo marino para anclar los muros de contención de una isla artificial. Ese procedimiento fue cuestionado durante la construcción del puente cuando las estructuras comenzaron a desviarse de sus posiciones, lo cual generó costos adicionales en reparaciones y el refuerzo de los diques adyacentes.

Los 7.4 millones de habitantes de Hong Kong se concentran en menos de un cuarto de la región administrativa especial, de 426 millas cuadradas, principalmente a lo largo de las orillas urbanas del puerto de Victoria. La mayoría de las áreas no urbanas son parques protegidos.

El gobierno hongkonés afirma que la solución es encontrar más tierra. De acuerdo con un estudio que encargaron en 2016, la ciudad necesita al menos 2.965 acres más de tierra para vivienda, desarrollo económico y mejora de la calidad de vida.

Pero los críticos señalan que el plan de la isla es sumamente caro, malo para el medio ambiente y propenso a las catástrofes debido a los peligros acelerados del cambio climático.

“Con el calentamiento global, se espera que los tifones se vuelvan más fuertes y que generen tormentas aún mayores. Las últimas investigaciones también muestran que el aumento del nivel del mar podría duplicar el de las proyecciones anteriores”, escribió Lam Chiu-ying, profesor de geografía en la Universidad China de Hong Kong, en un editorial publicado en el South China Morning Post. “Optar por una isla artificial gigante frente al mar en un mundo que se calienta es inequívocamente desastroso”.

Una alternativa que obtuvo apoyo público es reutilizar las antiguas tierras agrícolas existentes -contaminadas por la polución industrial y luego convertidas en aparcamientos, instalaciones de almacenamiento y sitios de reciclaje- para viviendas.

Los grupos de defensa del medio ambiente y de la tierra afirman que el área rural, pensado para nuevos territorios, tiene 2.545 acres de antiguas tierras de cultivo disponibles, que son conocidos como terrenos industriales abandonados. Desarrollar sólo la mitad como viviendas públicas costaría $33.300 millones, un cuarto del costo del proyecto de recuperación de terrenos, según la sede local de Greenpeace, y proporcionaría 139.000 unidades de vivienda.

Pero propietarios privados manejan negocios rentables en sitios que, según el gobierno, serían difíciles de cerrar, porque los dueños de las empresas exigirían compensación y reubicación. “Son un componente importante de nuestra cadena de producción y no es realista esperar que todos desaparezcan de Hong Kong en el futuro”, escribió el gobierno en un informe legislativo.

Esos negocios incluyen “más de 50 espacios ilegales de desmantelamiento de desechos electrónicos, los cuales importan los desechos electrónicos tóxicos del extranjero y contaminan el medio ambiente”, detalló Andy Chu Kong, un activista dirigente de Greenpeace en Hong Kong.

El gobierno afirmó que ya está desarrollando más de 800 acres en zonas industriales abandonadas, pero que sólo tiene recursos de planificación limitados y que no se puede esperar que implemente todas las opciones al mismo tiempo. Las zonas industriales y Lantau Tomorrow Vision son parte de un “enfoque múltiple” para abordar la disponibilidad de tierras, según declaraciones oficiales.

Algunos opositores también sostienen que los planes del gobierno no abordan un problema general: una política de vivienda que favorece a los desarrolladores privados sobre las necesidades públicas, lo cual aumenta los precios de los alquileres y las ventas al tiempo que reduce la oferta de unidades asequibles.

Un factor importante, señalan, es el sistema fiscal de Hong Kong, que ofrece incentivos para mantener los precios de la vivienda altos. Con impuestos a la renta y a los negocios relativamente bajos -conforme con la identidad financiera no intervencionista del territorio- Hong Kong obtiene más de un tercio de sus ingresos por las ventas de tierras y un “impuesto de timbre” en las transacciones de propiedades. Dando como resultado, valores de propiedad más altos, que significan, más ingresos para el gobierno.

La acumulación de departamentos vacíos para hacer subir los precios de venta también ha sido un problema durante años, ya que los desarrolladores mantuvieron más de 9.000 apartamentos nuevos fuera del mercado hasta junio, según datos del gobierno.

El año pasado, la jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, propuso un impuesto sobre las propiedades vacías que penalizaría a los acaparadores, a raíz de esto, en dos meses, más de 1.600 de las unidades fueron vendidas.

El gravamen, sin embargo, aún no ha sido aprobado.

La crisis de la vivienda en Hong Kong también se atribuyó a una decisión del gobierno, en 1997, de detener la planificación de la construcción de residencias públicas justo cuando se produjo la crisis financiera asiática.

Para 2004, la economía ya mostraba signos de recuperación, pero la ciudad nunca volvió a los niveles de construcción anteriores.

“Cuando la economía va mal, el gobierno debería construir aún más”, afirmó Yiu Ching-hei, investigador de Liber Research Community, un grupo de expertos local. “En cambio, dejan de hacerlo y salen del mercado”.

Según un informe gubernamental de 2016, al menos 209.700 residentes de Hong Kong residen en apartamentos subdivididos, con un tamaño promedio de 57 pies cuadrados por persona. Muchas unidades, como donde vive Han, parecen violar claramente las normas de seguridad del edificio, con obvios riesgos de incendio e higiene.

Actualmente, Han y sus hijos se encuentran entre los 250.000 solicitantes en una lista de espera para viviendas públicas, alquileres subsidiados por el gobierno para solteros que ganan menos de $1.500 mensuales y tienen activos netos de hasta $32.000 y parejas que ganan hasta $2.200 al mes y poseen un máximo de $43.100 en ahorros.

Alrededor del 30% de la población de Hong Kong reside en viviendas de alquiler públicas.

El gobierno está buscando financiamiento para la nueva isla por parte de la legislatura del territorio y es probable que sea aprobado. A algunos de los habitantes de Hong Kong les preocupa que tales proyectos, en los que las empresas de China continental ganan contratos de construcción, canalicen dinero a Pekín y refuercen la integración de Hong Kong en el “Gran Área de la Bahía”, el plan del gobierno chino para unir Hong Kong con las ciudades chinas vecinas.

“Tenemos un consejo legislativo que está controlado por el poder de Beijing. Por lo tanto, si están decididos a seguir adelante, entonces no creo que podamos detenerlos”, afirmó el legislador opositor Eddie Chu.

Aún así, el plan significa poco para los residentes urbanos pobres de Hong Kong, agregó. “Las personas que están en una situación de vivienda desesperada, ahora son usadas como una excusa para apoyar la cuestión de la isla artificial y todos esos nuevos desarrollos, pero finalmente no son los que podrán beneficiarse de ella”, prosiguió. “Lo que nos pone furiosos es que, cuando preguntamos: ‘¿Dónde están los fondos para financiar esa isla artificial?’, el gobierno responde que tendremos un alza en los precios de las tierras y que podremos ganar dinero. Pero la razón básica por la que necesitamos tanta tierra es para que las viviendas sean más asequibles, así que le han dado vuelta a toda la cuestión”, aseguró Chu.

En cualquier caso, la isla propuesta no sería habitable hasta 2032, hablando en términos de poco tiempo, demasiado tarde para responder a los sueños de Han. “Quiero un carrito más grande para poder recoger cartón, porque vale más”, expresó la mujer, aferrándose a su pecho. “Y quiero vivir en un mismo lugar con mi familia antes de morir”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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