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Herido por las elecciones y nervioso por Mueller, Trump se retira de los deberes presidenciales tradicionales

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Durante semanas este otoño, un entusiasta presidente Trump viajó incansablemente para celebrar jubilosos actos de campaña, a veces tres por día, en estados donde su presencia ayudaría a los republicanos en la boleta electoral.

Pero su ánimo aparentemente cambió al medir la reacción electoral que los votantes dieron a conocer el 6 de noviembre pasado. Con la certeza de que la mayoría de los demócratas entrantes saldrán a la caza de sus declaraciones de impuestos e investigarán sus acciones, y la posibilidad de acusaciones adicionales por parte del fiscal especial Robert S. Mueller III, Trump se retiró a un aislamiento de amargura y resentimiento, según múltiples fuentes de la administración.

En bambalinas, dicen, el presidente ha atacado a varios ayudantes, desde asistentes de prensa junior hasta altos funcionarios. “Está furioso”, aseguró un funcionario de la administración. “La mayoría de los empleados tratan de evitarlo”.

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El funcionario, que habló bajo condición de anonimato, pintó la imagen de un mandatario meditabundo, “que intenta decidir a quién culpar” por las pérdidas electorales de los republicanos, incluso mientras continúa hablando públicamente de la victoria.

El jefe de Gabinete de la Casa Blanca, John F. Kelly, y Kirstjen Nielsen, secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, ambos aliados cercanos, “parecen estar cerca de marcharse”, afirmó el funcionario, señalando las recientes filtraciones sobre el tema. Sin embargo, la fuente advirtió que las decisiones del personal nunca son definitivas hasta que el propio Trump tuitea las noticias, a menudo apenas inmediatamente después de que esta exestrella de un reality show —famoso por su frase “¡Estás despedido!”— le ordena a Kelly que informe al individuo en cuestión.

Además, según una fuente ajena a la Casa Blanca que se comunicó recientemente con el presidente, el artículo del Wall Street Journal que confirmó el papel clave de Trump durante la campaña de 2016 al organizar de manera discreta los pagos para dos mujeres que alegaban haber tenido amoríos con él, pareció ponerlo aún de peor humor.

En público, Trump ha estado cada vez más ausente en los últimos días, excepto en Twitter. El mandatario canceló planes de viaje y envió en su lugar a funcionarios del Gabinete y asesores a distintos eventos, incluida la visita del vicepresidente Mike Pence a Asia para las cumbres anuales realizadas allí en noviembre, a las que los presidentes anteriores prácticamente siempre asistieron en persona.

El rey de Jordania, Abdullah II, estuvo en Washington el martes 13 de noviembre y se reunió con el secretario de Estado, Michael R. Pompeo, pero no con el presidente.

También el martes, el secretario de Defensa, James N. Mattis, anunció planes para viajar el miércoles cerca de la frontera entre México y Estados Unidos para visitar a las tropas que Trump envió allí en octubre, en una aparente una misión de defensa contra la caravana de migrantes centroamericanos que se desplazan a través de México y están aún a cientos de millas de Estados Unidos.

Trump había considerado hacer ese viaje personalmente, pero cambió de opinión. Tampoco habló de la caravana desde las elecciones de mitad de mandato, después de haberla convertido en un tema central durante sus últimas semanas de campaña.

Inusualmente temprano en la mañana del lunes 11, la Casa Blanca llamó a una conferencia a las 10:03 a.m. hora del este, informando a los reporteros que el presidente no tendría ninguna actividad programada o apariciones públicas por el resto de la jornada.

Aunque era el Día de los Veteranos, Trump rechazó la tradición y optó por no hacer el viaje de dos millas al Cementerio Nacional de Arlington, en el norte de Virginia, para colocar una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido, como lo han hecho todos los mandatarios —desde al menos John F. Kennedy— para recordar solemnemente la fecha.

La única aparición pública de Trump el martes fue en una breve ceremonia en la Casa Blanca, que marcó el inicio del feriado hindú Diwali, en la cual hizo breves comentarios y se fue sin responder preguntas.

Acababa de regresar el domingo por la noche de una visita de dos días a Francia para asistir a las ceremonias que marcaban el centenario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Ese viaje se vio opacado, en parte, por su decisión debido a la lluvia de no asistir a la ceremonia de colocación de una ofrenda floral en el cementerio estadounidense Aisne-Marne —situado 60 millas al noreste de París— donde 2,289 soldados de EE.UU. están enterrados.

Kelly, exgeneral de la Infantería de Marina, y el general de la Marina Joseph F. Dunford Jr., presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor, sí asistieron para honrar a los soldados enterrados en el sitio. Trump permaneció en la residencia del embajador de Estados Unidos, en la capital francesa, sin hacer apariciones públicas.

Otros jefes de estado también lograron llegar a los cementerios de la Primera Guerra Mundial en la zona para rendir homenajes a los muertos de sus naciones, el sábado.

Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, fueron los únicos líderes mundiales que no asistieron a otra conmemoración, el domingo, en el Arco de Triunfo. Cerca de 80 jefes de estado caminaron al unísono —con paraguas, bajo una lluvia torrencial— sobre el gran bulevar de los Campos Elíseos, en París. Trump llegó más tarde en un vehículo, una decisión que, según sus asistentes, fue tomada por razones de seguridad.

Nicholas Burns, quien fuera embajador de Estados Unidos en la OTAN durante el gobierno de George W. Bush, afirmó que los eventos del fin de semana, que conmemoraron el centésimo aniversario del fin de una guerra en la cual perecieron 120,000 estadounidenses, eran propicios para palabras nobles y gestos simbólicos, algo que Trump no pudo brindar.

“No sólo no se presentó, sino que no dijo nada que ayudara a los estadounidenses a comprender la magnitud de la pérdida o la importancia de evitar otra gran guerra”, consideró Burns. “Parecía lejos, física y emocionalmente. Hay una diferencia tan sorprendente entre el entusiasmo que mostró durante la campaña, y luego su viaje a París, donde permaneció malhumorado, en su habitación de hotel”.

El exfuncionario agregó que “el país merece más energía del presidente”.

Trump fue ampliamente criticado en las redes sociales, especialmente por su ausencia en el cementerio militar.

“¿El presidente @realDonald Trump no se presentó debido a la lluvia?”, tuiteó el exsecretario de Estado John F. Kerry, un veterano de la Marina. “Esos veteranos a quienes el presidente no se molestó en honrar pelearon bajo la lluvia, en el barro, en la nieve, y muchos murieron en las trincheras por la libertad. La lluvia no los detuvo y no debería haber detenido a un presidente estadounidense”.

Nicholas Soames, miembro del parlamento británico y nieto de Winston Churchill, tuiteó: “Murieron de cara al enemigo, y ese patético inadecuado @realDonald Trump ni siquiera desafió el clima para presentar sus respetos a los caídos”.

Trump, claramente a la defensiva en días posteriores, trató de explicarse el martes, en un tuit. “Por cierto, cuando el helicóptero no pudo volar hacia el primer cementerio en Francia debido a una visibilidad casi nula, sugerí ir en auto”, escribió. “El Servicio Secreto dijo NO, es muy lejos del aeropuerto y hay un gran bloqueo en París. Discurso al día siguiente en el cemanterio [sic] estadounidense bajo una lluvia torrencial, poco reportado ¡Noticias falsas!”

En ese tuit, Trump describió falsamente el clima durante la visita del domingo a otro cementerio de EE.UU. En lugar de una “lluvia torrencial”, las fotos lo mostraron de pie, sin sombrero ni paraguas, bajo un cielo cubierto, mientras pronunció algunos comentarios, aunque en un momento tomó un paraguas para rendir tributo en la tumba de un soldado.

Mientras Trump regresaba a Washington, el domingo por la noche, Pence se dirigía a Asia en lugar del presidente, y en su primera parada saludó al primer ministro de Japón, Shinzo Abe.

La ausencia de Trump, según los expertos, es notable, y una flagrante afrenta para muchos líderes asiáticos.

“Es más importante en Asia que en otras regiones porque el ‘rostro’ es muy importante”, afirmó Matthew P. Goodman, vicepresidente sénior del Center for Strategic and International Studies y excoordinador de la Casa Blanca para la estrategia de Asia y el Pacífico durante los gobiernos de Obama y George W. Bush. “La disposición para viajar allí es una señal de compromiso; no ir indica la falta de ello”.

Putin asiste a la cumbre de Cooperación Económica de Asia-Pacífico buscando expandir la influencia de su país en Asia. El primer ministro Narendra Modi, de India, y el presidente Moon Jae-in, de Corea del Sur, también asisten a las cumbres regionales. El presidente y el primer ministro de China, Xi Jinping y Li Keqiang, asisten simultáneamente a reuniones en toda la región para ampliar la influencia de su país en el Mar de China Meridional y ampliar los acuerdos comerciales multilaterales.

Si bien Trump se reunirá con Xi en la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) que se realizará en noviembre, en Buenos Aires, su ausencia en las principales reuniones de la región Indo-Pacífico por segundo año consecutivo “tendrá algunas consecuencias para nuestra posición y nuestros intereses en el región”, continuó Goodman. “Otros países van a avanzar sin nosotros”.

Lo que hace más significativo el percibido desaire de Trump a las potencias asiáticas es que le sigue a su breve viaje a Europa, que mostró su creciente aislamiento de los aliados transatlánticos. El presidente francés, Emmanuel Macron, reprendió a Trump en un discurso, al afirmar que “el nacionalismo es una traición al patriotismo” mientras el mandatario estadounidense miraba con hosquedad.

Las relaciones de Trump con América Latina, ya tensas, no están mucho mejor después del anuncio de la Casa Blanca, la semana pasada, de que renunciaba por segunda vez a su compromiso de viajar a Colombia. El presidente planeaba visitar dicho país a fines de noviembre, a su regreso de las reuniones del G-20.

En abril, el presidente envió a Pence en su lugar a la Cumbre de las Américas en Perú, citando la necesidad de permanecer en Washington para monitorear la respuesta de Estados Unidos a un ataque con armas químicas en Siria. El mandatario tenía planeado visitar Bogotá en el mismo viaje.

Esta vez, no pareció haber circunstancias atenuantes que impidieran una visita. En una declaración, la Casa Blanca simplemente informó: “El calendario del presidente Trump no le permitirá viajar a Colombia a finales de este mes”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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