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En una temporada mortal, una madre doliente, que perdió a su hija a causa de la gripe, impone su lucha

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La llamada de la escuela de su hija llegó a las 2:30 de una tarde de diciembre. “Scarlet tiene fiebre”, le dijo la enfermera a Rebecca Hendricks. “Está acostada ahora. Sería bueno si pudieras venir a buscarla”.

Hendricks llevó a su casa a su niña, de cinco años de edad; le dio un poco de Tylenol, algo de sopa, y la dejó acurrucarse en el sofá mientras comenzaba a preparar la cena para el resto de la familia. Al día siguiente, Hendricks y sus gemelas de dos años comenzaron a sentirse enfermas también.

“Todo el mundo está a punto de morir en esta casa; ¡estamos tan enfermos!”, escribió con un toque dramático en Facebook.

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Al día siguiente, Scarlet Anne parecía estar mejorando. Comió Cap’n Crunch en el desayuno, bebió su leche y se acurrucó en el sofá junto con su madre para mirar “The Aristocats”.

Treinta minutos después de comenzada la película de Disney, la pequeña se durmió. Alarmada por su respiración trabajosa y ronca, Hendricks la despertó. La vistió con sus pijamas, le armó unas coletas en el cabello y se apresuró a llevarla a la sala de emergencias.

Tres horas y media más tarde, la niña de la risa irresistible, el largo cabello castaño y los penetrantes ojos azules estaba muerta.

Scarlet Anne falleció durante una de las peores temporadas de influenza en el país en años. Hendricks lucha para dar sentido a la muerte de su hija. “Pensé que no podía quedarme aquí sentada y morir en esta oscuridad, en este agujero de tristeza”, afirmó la mujer, de 34 años. “Necesitaba hacer algo.”

Así que, en 2015, un año después de la muerte de Scarlet Anne, esta madre de Tacoma, Washington, fundó Fight the Flu Foundation, una organización dedicada a crear conciencia sobre la gravedad de la gripe, especialmente para familias y niños. Desde entonces, el grupo ha obtenido estatus oficial de organización sin fines de lucro, como The End-FLUenza Project.

Se trata de una de las pocas organizaciones nacionales, como Families Fighting Flu y Alana’s Foundation, que surgieron a lo largo de los años para destacar una enfermedad que, a pesar de la amplia educación al respecto y las campañas de vacunación, se considera un inconveniente estacional.

Su mensaje de toma de conciencia, que subraya la necesidad de vacunarse, llega este año durante una temporada particularmente mortal de la enfermedad.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), la gripe ha afectado fuertemente a pacientes de todos los estados - excepto en Hawái y Oregon- y aunque el número de casos ha empezado a disminuir, se espera que la actividad siga elevada durante varias semanas más, informó la agencia.

El número definitivo de muertes por gripe en toda la nación se desconoce, porque los estados deben informar los fallecimientos por esta condición únicamente de niños, no en adultos, informó en un correo electrónico Richard Benson, contratista de la Oficina de Enfermedades Infecciosas del CDC. Sin embargo, los CDC estiman que la gripe ha matado entre 12,000 y 56,000 personas por año desde 2010.

Informes de autoridades de salud estatales individuales ofrecen una pista de las asombrosas estadísticas de este año: 202 muertes por gripe en California, 219 en Indiana y 162 en Missouri. A nivel nacional, perecieron 97 niños.

Según un análisis de 54 de esas muertes pediátricas -todas las víctimas elegibles para vacunarse- los CDC encontraron que solo 14 niños habían sido inoculados al menos una vez, precisó Benson. “Eso básicamente dice que tres cuartas partes de los fallecimientos por gripe pediátrica de este año ocurrieron en menores que no habían sido inmunizados”, consideró.

Hendricks, exejecutiva de una compañía nacional de préstamos financieros, se consideraba ignorante acerca de los peligros de la influenza. “Realmente ni siquiera sabía que la gripe mataba a personas”, aseveró la mujer, quien también tiene un hijo de 11 años y cuyas gemelas ahora tienen seis años de edad. “Fue algo a lo cual nunca le presté atención”. Entonces, cuando su médico le recomendaba que vacunara a sus hijos, ella se negaba rutinariamente. “Yo pensaba: ‘No, si no es obligatorio, entonces probablemente no sea importante’”, relató.

La misión de grupos como The End-FLUenza Project es simple: cambiar lo que Hendricks describió como un pensamiento contagioso de evitar las vacunas.

Los informes sobre la ineficacia de la inmunización contra la gripe este año “han generado que muchos padres decidan: ‘bueno, no funciona de todos modos, así que no voy a vacunar a mi hijo’”, expuso Hendricks. “Ello realmente afecta la inmunidad de todos, porque las personas que normalmente se vacunan no lo están haciendo. Sin embargo, mientras más personas se inoculen, es menos probable que la gripe se propague”.

Benson afirmó que la vacuna actual es un 59% efectiva en niños de seis meses a ocho años. En todos los grupos etarios, es un 36% efectiva, informaron los CDC.

Los números pueden parecer bajos, pero “cualquier cosa más allá de cero, indica que vamos en la dirección correcta”, aseguró Serese Marotta, directora de operaciones de Families Fighting Flu, cuyas iniciativas incluyen una campaña para garantizar que los alumnos de escuelas primarias sean vacunados cada año.

Para Benson, la mayoría de las personas con influenza sufren una condición leve y no necesitan atención médica o antibióticos, pero los niños pequeños se encuentran entre los más vulnerables. Los CDC recomiendan que todas las personas de seis meses en adelante se inmunicen contra la gripe estacional.

“Este año fue una indicación de que la gripe no discrimina”, precisó Marotta, cuyo hijo Joseph, de cinco años, murió luego de contraer el virus de la gripe porcina H1N1, en 2009.

Al principio, Hendricks centró su campaña de sensibilización en las escuelas, porque pensaba que era allí donde su hija había contraído la gripe. Poco a poco, comenzó a contactarse con otras personas que habían perdido a seres queridos debido a la enfermedad. La similitud de sus historias era sorprendente. “Ninguno de nosotros sabía que algo así podía suceder”, aseguró. “No teníamos idea de que la influenza podía quitarle la vida a nuestros hijos tan rápido”.

Una pequeña oficina dentro de la casa de Hendricks, en las afueras de Tacoma, se convirtió en la sede de una organización que funciona con donaciones. Desde ese lugar, Hendricks trabaja en la preparación de afiches y folletos educativos que se distribuyen en hospitales, clínicas y programas extracurriculares de escuelas, gracias a un ejército de más de 200 voluntarios en todo el país.

Como parte de la “Campaña del sombrero contra la gripe”, se envían a 45 hospitales en tres docenas de estados gorras tejidas -hechas por simpatizantes- junto con materiales e historias sobre los niños infectados por la enfermedad. Según Hendricks, unos 15,000 paquetes de gorras se entregan cada año a destinatarios específicos, incluidas las madres que acaban de dar a luz.

Hendricks no tiene estadísticas sólidas para respaldar la efectividad de su campaña. Pero está inspirada en evidencia anecdótica, como la cantidad de padres que le escriben para contarle que vacunaron a su hijo después de enterarse de la historia de Scarlet: una niña pequeña como cualquier otra, que quería ser bailarina y cuyos colores favoritos eran el verde neón y el rosa fuerte. “Ella era una pequeña diva”, afirmó su madre, antes de volver rápidamente a su mensaje: “Si su hijo está enfermo, busque atención médica urgente, porque la gripe puede quitarle la vida como un ladrón en la noche”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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